Hábitos De La Mente
MaNGo1021 de Septiembre de 2014
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Capítulo 12: HÁBITOS DE LA MENTE
En el curso de la historia, la humanidad se ha preocupado por transmitir valores, actitudes y habilidades de una generación a otra. Estos tres tipos de conocimiento ya se enseñaban tiempo antes de que se inventara la escuela formal. Aun en la actualidad, es evidente que la familia, la religión, los compañeros, los libros, los medios de comunicación y entretenimiento, y las experiencias generales de la vida son las principales influencias que determinan las opiniones de la gente acerca del conocimiento, el aprendizaje y otros aspectos humanos. La ciencia, las matemáticas y la tecnología en el contexto de la escolaridad también pueden desempeñar un papel clave en el proceso, ya que se erigen sobre un conjunto claro de valores, reflejan y responden a los valores de la sociedad en general y tienen una influencia creciente en la conformación de riqueza cultural compartida. Así, en el grado en que la escuela se preocupe por valores y actitudes un asunto de gran sensibilidad en una sociedad que aprecia la diversidad cultural y la individualidad, y es cautelosa con la ideología, debe tomar en cuenta valores y actitudes científicos al preparar a los jóvenes para la vida fuera de la escuela.
De manera similar, hay ciertas destrezas de pensamiento asociadas con la ciencia, las matemáticas y la tecnología que las personas jóvenes tienen que desarrollar durante sus años escolares. Se trata, principalmente (pero no de manera exclusiva), de habilidades matemáticas y lógicas, que son herramientas esenciales para el aprendizaje formal e informal y para un tiempo vital de participación en la sociedad como un todo. En conjunto, estos valores, actitudes y destrezas se pueden considerar como hábitos de la mente porque todos ellos se relacionan de manera directa con la perspectiva de una persona sobre el conocimiento y aprendizaje, y las formas de pensar y actuar.
Este capítulo presenta recomendaciones acerca de valores, actitudes y habilidades en el contexto de la educación en la ciencia. La primera parte se centra en cuatro aspectos específicos de valores y actitudes: 1. los valores inherentes a la ciencia, las matemáticas y la tecnología; 2. el valor social de la ciencia y la tecnología; 3. el refuerzo de los valores sociales generales, y 4. las actitudes de las personas hacia su propia capacidad de entender la ciencia y las matemáticas. En la segunda parte se exponen las destrezas relacionadas con cálculo y estimación, manipulación y observación, comunicación y respuesta crítica a los argumentos.
VALORES Y ACTITUDES
La educación en la ciencia debe contribuir al conocimiento de las personas de los valores compartidos de los científicos, matemáticos e ingenieros; el refuerzo de los valores sociales generales; la inculcación en los individuos de creencias informadas y equilibradas sobre el valor social de la ciencia, las matemáticas y la tecnología; y el desarrollo de actitudes positivas en la gente joven hacia el aprendizaje de estas disciplinas.
Conocimiento de los valores inherentes a la ciencia, las matemáticas y la tecnología
La ciencia, las matemáticas y la tecnología incorporan valores particulares, algunos de los cuales son diferentes en tipo o intensidad de los de otras empresas humanas, como negocios, leyes y artes. Para comprender aquellas disciplinas es esencial estar pendiente de algunos de los valores que las sustentan y les dan carácter, y que son compartidos por la gente que trabaja en los tres campos. Estos valores son evidentes en las recomendaciones presentadas en los tres capítulos sobre la naturaleza de la ciencia, las matemáticas y la tecnología de este informe, las cuales consideran la importancia de los datos verificables, las hipótesis que pueden someterse a prueba y la predecibilidad en la ciencia; de la prueba rigurosa y la elegancia en las matemáticas, y del diseño óptimo en la tecnología..
Refuerzo de los valores sociales generales
Desde el punto de vista cultural, la ciencia se puede considerar como revolucionaría y conservadora. El conocimiento que genera obliga en ocasiones a cambiar incluso a descartar creencias añejas sobre la humanidad misma y su función en el gran esquema de las cosas. Las revoluciones que se asocian con Newton, Darwin y Lyell han tenido mucho que ver con el sentido de humanidad, lo mismo que con el conocimiento de la Tierra y sus habitantes. Además, el conocimiento científico puede sorprender, incluso causar problemas, especialmente cuando se descubre que el mundo no es como se percibe o como se desearía que fuera. Por ejemplo, el descubrimiento de que la Tierra tiene miles de millones de años (en vez de sólo miles) de haberse formado. Tales hallazgos pueden ser tan angustiantes que puede tomar años o la sociedad como un todo varias generaciones adaptarse al nuevo conocimiento. Parte del precio que se paga para obtener el conocimiento es que éste puede incomodar a la gente, al menos inicialmente. Darse cuenta de la repercusión del desarrollo científico y tecnológico en las creencias y los sentimientos humanos, debe ser parte de la educación científica de cualquier individuo.
También es importante que las personas estén conscientes de que la ciencia se basa en los valores cotidianos, aun cuando ésta cuestione el entendimiento del mundo y hasta la misma humanidad. De hecho, la ciencia es en muchos aspectos la aplicación sistemática de algunos valores humanos altamente reconocidos integridad, diligencia, imparcialidad, curiosidad, apertura a nuevas ideas, escepticismo e imaginación. Los científicos no inventaron ninguno de estos valores, y no son las únicas personas que los tienen. Pero el amplio campo de la ciencia incorpora y enfatiza dichos valores y demuestra en forma fehaciente cuán importantes son para el avance del conocimiento y el bienestar humanos. Por tanto, si la ciencia se enseña de manera efectiva, el resultado será reforzar tales actitudes y valores generalmente deseables.
La educación en la ciencia está en una posición privilegiada para apoyar tres de estas actitudes y valores: 1. curiosidad, 2. apertura a nuevas ideas y 3. escepticismo informado.
Curiosidad. Los científicos crecen en la curiosidad, igual que los niños. Éstos entran a la escuela rebosantes de preguntas, sobre todo de lo que hay a la vista, y difieren de los científicos sólo en no haber aprendido y en cómo encontrar respuestas y observar con el objeto de detectar qué tan buenas son esas respuestas. La educación de la ciencia que exalta la curiosidad y enseña a los niños cómo canalizaría en formas productivas sirve tanto a los estudiantes como a la sociedad.
Apertura a nuevas ideas. Las nuevas ideas son esenciales para el crecimiento de la ciencia, y para las actividades humanas en general. Las personas con las mentes estrechas no comprenden el goce del descubrimiento y la satisfacción del crecimiento intelectual en toda la vida. Puesto que el propósito de la educación científica no es exclusivamente para producir científicos, como este informe lo expone con claridad, debe ayudar a todos los estudiantes a comprender la gran importancia de considerar cuidadosamente las ideas que al principio pueden parecer inquietantes o que están en contradicción con sus creencias. La competencia entre las ideas es una fuente mayor de tensiones dentro de la ciencia, entre la ciencia y la sociedad y dentro de la sociedad. La educación científica debe documentar la naturaleza de tales tensiones con base en la historia de la ciencia, y debe ayudar a los estudiantes a ponderar el valor de que ellos y la sociedad participen en el estira y afloja de las ideas en conflicto.
Escepticismo informado. La ciencia se caracteriza tanto por su escepticismo como por su apertura. Aunque una nueva teoría puede recibir mucha atención, rara vez gana aceptación amplia en la ciencia hasta que sus defensores pueden demostrar que está sustentada por evidencia, es lógicamente consistente con otros principios que no están sujetos a cuestionamiento, explica más que las teorías rivales, y tiene el potencial de conducir a nuevo conocimiento. Debido a que la mayoría de los científicos son escépticos respecto a todas las nuevas teorías, tal aceptación suele ser un proceso de verificación y refutación que puede tomar años o incluso decenios. La educación científica puede ayudar a los estudiantes a sopesar el valor social del escepticismo sistemático y a desarrollar un equilibrio saludable en sus propias mentes entre la apertura y el escepticismo.
El valor social de la ciencia, las matemáticas y la tecnología
Hay otro sentido en el cual los valores entran en juego en el pensamiento sobre los resultados del proceso de aprendizaje. Independientemente de los valores científicos que los estudiantes puedan adoptar para sí mismos, existe el problema de lo que deben saber y creer acerca del valor social general de dichos esfuerzos. ¿Es necesario que cada egresado se convenza del gran valor que tienen la ciencia, las matemáticas y la tecnología para la sociedad?
Haciendo un balance, estas disciplinas han mejorado la calidad de la existencia humana, y los estudiantes deben convertirse en partidarios decididos de ellas. Pero puesto que la ciencia por si misma estima en mucho el pensamiento independiente, se infiere que los maestros no deben intentar simplemente adoctrinar a los alumnos para ser defensores acríticos de la ciencia. Más bien, deben asumir la posición de que al alcanzar las metas recomendadas en este informe, los estudiantes obtendrán puntos de vista equilibrados del valor de la ciencia, las matemáticas y la tecnología, en vez de ser partidarios u opositores acríticos.
Actitudes
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