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Identidad e Interculturalidad

jaujinitaTesis19 de Noviembre de 2013

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Presentación

En una escuela de cualquier distrito urbano, los alumnos ven televisión y se relacionan con información, costumbres y valores de otros grupos humanos del país o del extranjero. Los estudiantes –de manera inconsciente e indirecta- se ven involucrados en la cultura de otros grupos sociales.

En una zona urbano-marginal, muchas veces los niños o adolescentes han nacido en ese lugar; pero los padres de familia tienen un origen en otro distrito, provincia o región. Padres e hijos tienen una cultura diversa y, en muchas ocasiones, se generan contradicciones porque hay gustos diferentes en cuanto a música, danza, comidas, etc. El conflicto intercultural se da en el seno de la misma familia.

Los peruanos ciertamente tenemos una identidad general o nacional; sin embargo, dentro del país existe una variedad de grupos humanos (de sierra, de costa, de selva) con su propia identidad específica y cultural. La variedad de grupos con identidad cultural propia es una riqueza de nuestro país.

En la medida que debemos relacionarnos con otras personas –que no necesariamente son de nuestra propia cultura- se generación un nexo intercultural. ¿Cómo conservar y desarrollar nuestra propia cultura, respetando la identidad cultural de los demás? ¿De qué manera promover nuestra propia identidad nacional, ante la corriente avasalladora de una globalización que impone cánones culturales externos, ajenos a nuestro pueblo? ¿Cuál es rol de la educación en el desarrollo de la identidad cultural de nuestro pueblo? ¿De qué manera la práctica educativa promueve interculturalidad?

En el presente documento, Emilio Morillo Miranda busca responder estas y otras interrogantes. Se trata de una reflexión inicial que intenta sentar las bases sobre el tema de la Identidad e Interculturalidad; delineando una Propuesta pedagógica intercultural. El documento que se publica ahora es parte de un Manual que –sobre interculturalidad- va a editar próximamente el IPP.

No existe ningún pueblo o nación sin identidad y sin cultura. Cuando se carcomen los cimientos de nuestra identidad o cultura, en realidad, se está eliminando el núcleo mismo de la existencia de un pueblo o nación. El control de la identidad o de la cultura es el control del mismo corazón de una nación. Por ello, es estratégico el abordamiento educativo del tema de interculturalidad.

I

Identidad e Interculturalidad

Sin identidad no es posible desarrollar la Interculturalidad. La identidad cultural aparece como una condición necesaria e imprescindible para promover procesos de diálogo enriquecedor entre culturas. ¿Qué es identidad y qué Interculturalidad? Al respecto se hacen algunas aproximaciones.

1. Identidad cultural.

Identidad significa «cualidad de idéntico». Se conceptúa como el «conjunto de rasgos de un individuo o de una colectividad que los caracteriza frente a los demás». Es también, «la conciencia que una persona tiene de ser ella misma distinta a las demás» (Diccionario de la Academia, 2001)

La identidad personal y social tiene, no obstante, varias dimensiones: la identidad de género, la identidad familiar, la identidad con el centro educativo, la identidad con el barrio y la localidad, la identidad regional, la identidad nacional y la identidad como ciudadano del mundo. Cada una de estas dimensiones de identidad tiene, asimismo, como referencia fundamental el espacio geográfico, el proceso histórico, el idioma o idiomas con que se comunica, los valores y las costumbres de la cultura a la que pertenece, que impregnan un determinado sentido al tejido de relaciones económicas, sociales y con la naturaleza.

La identidad es uno de los problemas centrales del Perú. Nuestro país es diverso en geografía, en clases sociales, en etnias. Es una nación en construcción con diversas identidades, cuyo proceso histórico ha estado marcado por complicados procesos de dominación externa e interna, contradicciones, conflictos y cambios estructurales. No obstante el extraordinario potencial de muestro país, no se ha podido concretar un Proyecto Histórico.

Juan José Vega en el libro Peruanidad e Identidad (1997), escrito con Lorenzo Huertas y Waldemar Espinoza, al referirse al tema señala que ningún país ha mutado tan velozmente como el Perú. Se refiere sólo al siglo XX, tomando como base una época bastante conocida, la década del veinte, la del Presidente Leguía, Mariátegui y Haya, por citar tres nombres importantes.

Hoy sólo Lima, manifiesta Juan José Vega, contiene más habitantes, casi el doble, que el Perú de esos años. La aplastante mayoría de los ocho millones de limeños de hoy no tienen casi nada que ver con los limeños de la década del 1920. Son otros muy distintos, aunque subsiste un porcentaje similar a los de antaño, que goza de bastante poder. El esquema se repite en otras urbes del país. Sumando la población de estas ciudades, alcanza al 70 % de la actual población nacional. De país rural nos hemos convertido en urbano. «En tan difícil tránsito, hemos pasado de una predominancia cultural indígena a otra que nadie sabe bien qué es». La inmensa mayoría de jóvenes de las ciudades parece desechar el inmenso legado pretérito, ya sea criollo, afro peruano, mestizo o indígena, sostiene con contundencia el historiador. Ello tiene que ver con el desarrollo más decantado del capitalismo.

La religión también ha cambiado: se ejercen unos 200 cultos evangélicos al lado del catolicismo; los ateos y agnósticos también han crecido en volumen. Las clases sociales se han reestructurado. Hemos transitado de un régimen de castas a una sociedad de clases sin reglas ni valores. Han desaparecido los gamonales y varias étnias. Se han acentuado el sentido de propiedad individual en la mayoría de comuneros, aunque todavía se mantienen valores, formas de organización social y de trabajo colectivo. En las ciudades han surgido millones de ambulantes y pequeños empresarios.

En los últimos 15 años la televisión ha desplazado en gran medida la función educadora de las escuelas y de los maestros. Los niños y jóvenes pasan más tiempo con el televisor que con sus maestros y padres. Los medios de comunicación se perfeccionan y se abaratan, trasmitiendo conocimientos pero también valores más relacionados con la violencia y el mercado de consumo que con los de la solidaridad y amor a la vida.Mientras que la formación y desarrollo de los maestros se empobrece, su influencia en la educación de la niñez y juventud desciende notoriamente.

Este proceso complicado ha originado en importantes sectores de la población lo que Lorenzo Huertas Vallejos denomina paradigma y estigma y que puede considerarse como la cara inversa de la afirmación de la identidad. El paradigma surge en la dinámica de choque de culturas, en la que adquiere prestigio la cultura dominante que impuso, mediante un largo proceso de violencia física, social y cultural: idioma, religión, sistema económico y de propiedad. Por eso en el Perú, bajo dominio de la cultura occidental desde hace 5 siglos, muchos asumen el paradigma de esta cultura como modelo de vida, como si fuera la cultura superior al que hay que imitar hasta en la forma de vestir. Mario Vargas Llosa es uno de los más notables exponentes de esta posición. Y el estigma, es el otro lado de la misma moneda; aparece como vergüenza de pertenecer a alguna de las vertientes de las culturas populares tradicionales. Es la vergüenza de ser quechua, aymara, ashaninca, huitoto, cholo o indio y el deseo de ser blanco. Por eso hay resistencia de los padres a que sus hijos aprendan y se comuniquen en la lengua nativa materna.

Al referirse a este fenómeno Rodrigo Montoya señala que es el tránsito «de la vergüenza de sí mismos a la necesidad de usar máscaras para simular ser otros». «Cuando el espejo devuelve a una persona la imagen que no se parece al modelo impuesto y socialmente aceptado, ésta tiene una imagen negativa de sí misma. Si el rechazo de esta imagen es fuerte le quedan dos posibilidades: una, hacer lo posible para ser como el poder quiere que sea; la otra, es combatir para rechazar el modelo dominante y afirmar su propia identidad aceptándose como es y sin necesidad de cambiar. Queda el espacio intermedio de aquellos que no deciden ninguna de las dos vías y soportan con rabia y amargura su condición de marginados y dominados» (Al borde Del Naufragio, Cuadernos Sur, 1992, p. 29).

2. Identidad étnica

Debido a factores diversos como el carácter pluricultural y los desarrollos desiguales en el país, que han configurado clases y fracciones de clase, así como sectores sociales en proceso intenso de redefinición, en procesos también desiguales en las diferentes regiones del país, podría afirmarse que no hay una identidad nacional definida y de carácter nacional. Hay más bien diversas identidades en intensos procesos de redefinición, es decir, unos fortaleciéndose asimilando otros elementos y, otros debilitándose aceleradamente. Diferentes investigadores sostienen que en el Perú existen por lo menos 60 etnias, cada cual con diferente manera de percibir y actuar en la realidad. y de actuar en ella.

Por eso, los niveles de auto percepción de su propia realidad, deben ser también desiguales. La autovaloración de si mismo en un puneño, no es la misma, seguramente, que en un huancaíno o en un campesino

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