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Incoherencia Epistemologica De Las Ciencias De La Gestion

monikx21 de Marzo de 2012

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LA 'INCOHERENCIA

EPISTEMOLÓGICX

DE LAS CIENCIAS DE LA GESTIÓN

Jean Louis Le Moigne

Profesor en la Universidad de Aix-Marseille III,

Director del Grupo de Investigación sobre Adaptación, Sistémica

y Complejidad Económica (Grasce).

Tomado de Revue Prancaise de Gestion 96, número especial dedicado a la repercusión

de la gestión en las demás ciencias, diciembre 1993. Traducido con autorización del

autor por Ricardo Romero, Profesor de la Universidad Nacional de Colombia, y

Alberto Supelano. Se agradecen los comentarios de César Calvo, Director del

Departamento de Teoría y Política Económica.

Resumen

Jean Louis Le Moigne. "La 'incoherencia epistemol.ógica' de l.as ciencias

de l.a gestión", Cuadernos de Economía, v .. XVI, n. 26, Bogotá, 1997,

páginas 163-185.

Este artículo describe las dificultades que las ciencias de gestión

han enfrentado históricamente para dar legitimidad epistemológica a

sus saberes y analiza sus posibles aportes a la epistemología contemporánea.

Los diversos intentos de fundamentar las ciencias de gestión

según los preceptos positivistas reflejan una 'incoherencia' epistemológica

que les resta credibilidad científica pero que al mismo

tiempo, en una época de crísis del paradigma positivista, les permite

participar en la creación de epistemologías constructivistas y, por

esta vía, establecer nuevos mecanismos de legi timación de sus saberes.

Abstract

Jean Louis Le Moigne. "The 'Epistemol.ogical. :Incoherence' of Management

Sciences", Cuadernos de Economía, v. XVI, n. 26, Bogotá, 1997, pages

163-185.

This article describes the dífficulties that management sciences have

historically confronted to give epistemological legitimacy to their

knowledges, and analyzes their possible contributions to contemporary

epistemology. The various attempts to ground management sciences

according to positivist precepts reflect an epistemological 'incoherence'

which lessens their scientific credibility, but at the same

time, in an age of crisis of the positivist paradigm, allows them to

participate in the creation of constructivist epistemologies and, in

that way, establish new mechanisms of legitimation of their knowledges.

La pregunta por los aportes de las ciencias de la gestión a la epistemología

parece fuera de lugar. Todos saben que la epistemología contemporánea

puede contribuir a la notoriedad académica de una disciplina

cuya cientificidad está en duda: "¿parroquial, plebeya, aplicada, por

supuesto; pero científica?" preguntan invocando argumentos teóricos y

ejemplos empíricos que a menudo parecen convincentes.

Algunos defensores de la disciplina prefieren retroceder prudentemente

y presentarla como una técnica o un arte; prudencia nociva puesto

que no admite que la gestión sea objeto de la ciencia y, por tanto, merecedora

de atención epistemológica. Si no merece su atención, ¿qué le

podría aportar a la epistemología? Otros, más numerosos, proponen

una salida más audaz: la ciencia de la gestión es "una disciplina donde

convergen otras disciplinas". ¿Su cientificidad es, en ese caso, la de sus

componentes? El problema es, entonces, su norma de composición.

Unos piensan que se trata de una ponderación baricéntrica y afirman

que en su composición participan disciplinas que gozan de un estatus

científico de' alto nivel', validado por las academias de ciencias hace más

de un siglo. Aun hoy, uno de los defensores de la 'gestión científica'

insiste, sin sonreír, en la necesidad epistemológica de incluir la balística,

arquetipo de las ciencias duras, entre los tres o cuatro ingredientes que

conforman la disciplina. Otros piensan que el estatus científico de una

disciplina de convergencia es el de su componente más débil e insisten

en que las disciplinas con poca reputación positiva, como la sicología,

la psicosociología y la mayor parte de las ciencias morales y políticas no

forman parte de la disciplina, y sólo se refieren a su exposición. "Antes

de enseñarla, aderécela con una pizca de ciencias humanas."

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Bien sea que se las considere artes, técnicas o disciplinas de convergencia,

las ciencias de la gestión no gustan ni se sienten atraídas por la epistemología;

ésta, a su vez, no se interesa por esas disciplinas subalternas.

¿LAS CIENCIAS DE LA GESTIÓN,

CIENCIAS POSITIVAS POR DEFINICIÓN?

La impotencia de esas estrategias defensivas para dar legitimidad epistemológica

a las ciencias de la gestión en las academias y las universidades

es, desde entonces, el pretexto para elaborar estrategias más desafiantes,

cuando se reúnen las condiciones socioculturales para la

constitución de clanes e incluso de gremios (en Francia, ese corporativismo

naciente es de tipo medieval, más preocupado por diferenciarse

que por dejar huellas en su entorno). Desde La estructura de las revoluciones

científicas de Thomas Kuhn [1962], se sabe que la sociología puede

cumplir más fácilmente los criterios de 'cientificidad normal' que la

epistemología: una disciplina científica autónoma es reconocida corno

tal cuando la enseñan grupos sociales cuyos comportamientos académicos

se consideran 'normales'. La astrología, la alquimia o la frenología

fueron por mucho tiempo disciplinas científicas socialmente aceptadas

antes de que se evidenciaran las falacias epistemológicas que les servían

de fundamento. Ese diagnóstico fue benéfico pues condujo a la invención

de nuevas disciplinas, epistemológicamente mejor fundamentadas:

astronomía, química, psicología cognitiva.

La estrategia ofensiva de los partidarios de las ciencias de la gestión es

satisfactoria en muchos países: se constituyen corporaciones, se negocian

hábiles alianzas con otros grupos de presión científicos o económicos

(escuelas de comercio, escuelas de ingenieros, institutos de formación

continua), se crean redes nacionales e internacionales de conferencias

y de revistas que se autodenominan científicas, y programas de

enseñanza que indican la realidad positiva de la disciplina: la disponibilidad

de enunciados enseñables en ciencias de la gestión, ¿no comprueba

la existencia de unas ciencias de la gestión capaces de producir

esos enunciados? Si se interroga a los miembros de esas corporaciones

por la legitimidad epistemológica de su disciplina, y se ven desbordados

por sus actividades -lo que suele ocurrir- con frecuencia responderán

que ese tipo de especulación es estéril; si se busca definirla a

cualquier precio, lo mejor es caracterizarla por la actividad de los miembros

de la corporación: las ciencias de la gestión son lo que hacen (y

enseñan) sus profesores. Esta proposición autorreferencial tiene un doble

mérito: para el que responde, cierra la discusión y puede dedicarse

CIENOAS DE LA GESTIÓN 167

a sus negodos; para el que pregunta, abre la posibilidad de una reflexión

apasionante sobre el método de boot-straping o razonamiento recursivo.

Aceptemos este punto de partida: sean plebeyas o aplicadas, aunque no

más que otras (de "la lista de casi 200 ciencias" que en 1978 reseñaba

escrupulosamente el Grand Robert, suplemento incluido, ignorando las

ciencias de la gestión tanto como la ciencia informática, ¿cuántas podían

pretenderse fundamentales y de alto linaje científico?), las ciencias de la

gestión no son disciplinas parroquiales. Son autónomas, tan legítimas a

priori como la balística, la geografía o la teratología. y, aceptando que

este hecho es un dato observado y por tanto 'positivo', preguntemos

cuál es la naturaleza de sus fundamentos epistemológicos. Pregunta que

el lector no calificará de incoherente, así se espera, aunque piense in petto

que la respuesta se conoce hace tiempo y que no es útil repetirla.

Respuesta 'normal', en efecto: como otras disciplinas científicas dignas de

ese nombre, las ciencias de la gestión encuentran o deberían encontrar en

la epistemología positivista el fundamento para producir, sin temores, sus

enunciados enseñables. Concedamos a los puristas una gran pluralidad:

después de que Auguste Comte publicara, a partir de 1830, su Cours de

philosophie positive, los positivismos se han escindido en múltiples variantes

tanto europeas (Wiener Kreis) como anglosajonas.

y todas se refieren a "esta manera uniforme de razonar aplicable a todos

los temas sobre los que se puede ejercer el espíritu humano" anunciada

por Comte [1830, Lll], quien precisaba:

Me limitaré a declarar que empleo la palabra filosofía en la acepción que le

daban los antiguos, particularmente Aristóteles, el sistema general de concepciones

humanas; y, al añadir

...

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