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Introducción A La Acción Comunicativa II: El Profesor Y El Diálogo Comunicativo


Enviado por   •  13 de Febrero de 2014  •  3.086 Palabras (13 Páginas)  •  264 Visitas

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Objetivo

En esta sesión analizarás la identidad del profesor partiendo de su auto y heteroimagen y comprenderás su papel como mediador.

En esta sesión

Ilustración 1. Mapa de la sesión

COMUNICACIÓN EDUCATIVA

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Lección 2.1 La identidad del profesor: rol, estatus y adscripción

Introducción

En la acción pedagógica existen dos actores: el profesor-enseñante y el alumno- aprendiz, que en la acción pedagógica devienen en actores ego-alter, con las características y funciones expresada en la sesión 1. Analicemos primero al actor profesor y la manera en que configura su personalidad a través de ejercer un rol (papel) en una institución escolar; ¿cómo construye su identidad? o más precisamente: ¿cómo es que una persona adquiere su identidad de profesor-enseñante?

Definiendo identidad

La identidad es un proceso por medio del cual una persona adquiere conciencia de sí mismo (yo-ego) y conciencia del otro (tú-alter). Feuerbach decía que la identidad es una relación dual entre un yo sujeto de mi propia acción y un yo como objeto para la acción del otro. Es decir, es una construcción en la que el otro me dice lo que soy y lo que significo: un proceso de identificación. Así pues, el hombre y como vamos a ver después, la persona, son una conciencia construida por una relación en la que el yo se refleja en el tú y sólo desde ese reflejo se es quien se es: se adquiere una identidad. La conciencia de sí, es decir, la identidad, no nace de la experiencia orgánica sino de la interacción con el otro (tú-alter). Mead, G. (1990) afirmaba que “el espíritu surge en un proceso social, sólo cuando ese proceso, como un todo, entra en la experiencia de cualquiera de los individuos dados involucrados en ese proceso o está presente en ella”. Freud decía que el hombre se siente doble y es realmente doble: “(...) Hay en él dos grupos de estados de conciencia que contrastan entre sí por sus orígenes, su naturaleza y los fines hacia los que tienden: unos expresan a nuestro organismo y a los objetos con los que están más directamente en contacto (...) otros, por el contrario, nos vienen de la sociedad (...)” Al modo de dos seres asociados, hechos de elementos muy diferentes, nos orientan en sentidos opuestos(...)”. La identidad es un reconocimiento doble: se logra cuando el yo-ego es reconocido por el tú-otro que le devuelve su yo-ego como imagen, como identidad: “(...) el individuo se experimenta a sí mismo (se re-conoce) como tal, no directamente, sino sólo indirectamente, desde los puntos de vista particulares de los miembros individuales del mismo grupo social o desde el punto de vista generalizado del grupo social” (Mead, G. 1990).

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Siguiendo este planteamiento, la psicología experimental y positiva señalaría que la identidad se adquiere cuando mi existencia (lo que soy para mi) descubre que soy algo (objeto de deseo) para el otro (alter); aquello que espera de mi y al tiempo que yo me descubro como objeto de deseo del otro (significo algo), yo, ego, descubro dos cosas:

1. Que el otro (alter) es diferente a mi (se opone) en tanto yo quiero algo de él y él quiere algo de mi, esto es, no somos necesariamente compatibles. 2. Que lo opuesto, lo diferente de mi, me distingue, me identifica y me permite identificar a los otros.

Desde otra perspectiva, Levi-Strauss (2006) señala que la génesis de la subjetividad (sujeto que deviene en persona) toma conciencia, adquiere identidad sólo cuando el sujeto comprende al otro y a lo otro (la alteridad): sin esta comprensión sería imposible explicarse la génesis del yo, del ego o de la misma sociedad como cultura. Los mitos y relatos que dan identidad a la sociedad se constituyen por la relación intrínseca de la existencia de que sólo es posible tener una imagen del mundo y de uno mismo a través o por mediación del otro y de los otros: al vernos en los otros, me veo y nos vemos. Es así que las culturas se constituyen por la identificación de lo opuesto.

Dimensiones de la identidad Este proceso implica una interacción simbólica compleja del yo (el mi) con varias dimensiones de la realidad. Según William James, se tienen tres dimensiones para construir una identidad:

a. la material, que se construye en la interacción de lo que tengo, de lo que me rodea: mi cuerpo, mi familia, mis cosas, mis objetos, mis posesiones. b. la espiritual, referida a mis capacidades, mis disposiciones o mis aptitudes. c. la social, la más importante, los reconocimientos que recibo de los otros (rol, estatus y adscripción).

James diría que se construye el mi interiorizando el entorno material y familiar, así como de los mis percibidos en los estados y aptitudes cognitivas de ego y sobre todo, a través del reconocimiento que recibe ego de los demás.

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Estos sí mismos sociales son imágenes mentales que los demás tienen de él. Un yo-ego tendrá tantos sí mismos como grupos distintos de personas cuyas opiniones toma en cuenta: cada sí mismo implica un papel/función (algo qué hacer-que se es): un rol. La construcción del yo (del mi) se da en el proceso de adquisición y desempeño del rol. Dice Mead (1990): “El individuo se experimenta a sí mismo como tal, no directamente sino indirectamente, desde los puntos de vista particulares (imágenes) de los miembros individuales del mismo grupo social o desde el punto de vista generalizado del grupo social”. La identidad de una persona, de un ser social, surge entonces, de la interacción del yo-ego con los demás, de la ejecución de acciones/roles/papeles aprendidos y de la percepción que los demás hacen de esa ejecución (desempeño del rol).

Un rol es un papel significativo asignado socialmente a un sujeto-ego y aprendido socialmente (padre, hijo, automovilista, futbolista, ingeniero o profesor), lo cual denota una función y un guión para actuar. El núcleo de la personalidad emerge como consecuencia de la acción social: desde los diferentes grupos sociales con los cuales yo-ego interactúa cotidianamente.

Adscripción y estatus

La estructura de la personalidad es una amalgama de roles que se ejecutan cotidianamente y cuyo desempeño implica, por una parte, una valoración social de los demás sobre el desempeño del yo-ego (adscripción), y por otra parte, el reconocimiento de una posición social (estatus). Así, se ocupa un estatus o jerarquía siendo padre o hijo, directivo u operativo, profesor o alumno, etc. y se obtiene una adscripción, una valoración social sobre el desempeño

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