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LA EDUCACION COMO PRACTICA DE LA LIBERTAD

yazbek1923 de Septiembre de 2013

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INTRODUCCION.

Este libro de Paulo Freire toca muchos temas sobre la educación, como la gran problemática de la gente analfabeta que existen no tanto en Brasil sino la realidad que enfrenta el mundo entero.

A lo largo de su carrera ha ido investigando y tratando se tener respuestas a todas las problemáticas que hay

También habla de que la gente debe luchar por acabar con el analfabetismo, que tengan ganas y se animen de lograr grandes cosas en la vida, que ya no es como antes; un lujo sino que con el tiempo se ha convertido en una necesidad.

Es un gran libro con temas muy importantes que vale la pena leerlo, no solo la gente que se dedica o que se dedicara a la educación sino a toda la ciudadanía entera.

Es un problema grave, pero hay que destacar que no es un problema para los maestros o el gobierno, sino que es un problema de todos y debemos de estar al tanto de ello.

EDUCACION Y CONCIENCIACION

Julio Barreiro.

¿Qué significa educar, en medio de las aguda y dolorosas transformaciones que están viviendo nuestras sociedades latinoamericanas, en esta segunda mitad del siglo XX? Cuando nuestro continente tiene la tasa de natalidad más alta del mundo y la mitad de su población total es menor de 19 años de edad y cuando, a la vez, se cuentan por millones sus analfabetos adultos, ¿Qué entendemos por educación?

Paulo Freire nos contesta que la educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo.

El cristiano militante que es Paulo Freire cuando habla de libertad, de justicia o de igualdad cree en estas palabras en la media en que ellas estén encarnadas la realidad de quien las pronuncia. Solo entonces las palabras, en vez de ser vehículo de ideologías alienantes, o enmascaramiento de una cultura decadente, se convierten en generadoras, en instrumentos de una transformación autentica, global, del hombre y la sociedad. Es verdad que la educación es un acto de amor, de coraje; es una práctica de la libertad dirigida hacia la realidad, a la que no teme; más bien busca transformarla, por solidaridad, por espíritu fraternal.

Paulo Freire fue profesor de historia y de filosofía de la educación en la universidad de Recife, hasta 1964. Su interés por los adultos en 1947.

Trabajando con campesinos, llego a obtener resultados extraordinarios: en menos de 45 días un iletrado aprendía a “decir y a escribir su palabra”.

Las clases dominantes no iban a tolerar eta transformación de una sociedad que, no bien accediera a las fuentes del conocimiento, no bien tomara conciencia, cambiaría radicalmente la estructura de Brasil.

Esta demuestra, contrario sensu, que la pedagogía de Paulo Freire corresponde admirablemente con la emergencia de las clases populares en la historia latinoamericana y con la crisis definitiva de las viejas elites dominantes.

Paulo Freire dice:

“La concepción ingenua del analfabetismo, lo encara como si fuera un absoluto en sí, o una hierba dañina que necesitara ser erradicada o también lo mira como si fuera una enfermedad que pasara de uno a otro, casi por contagio.

“La concepción critica del analfabetismo por el contrario lo ve como una explicación fenoménico-refleja de la estructura de una sociedad en un momento histórico dado”.

La analfabetismo no puede ser concebida como acto mecánico, mediante el cual el educador “deposita” en los analfabetos palabras, silabas y letras.

No hay metodología alfabetizadora, libre de vicios, en la medida en que sea instrumento a través del cual el alfabetismo es visto como un objeto más que como sujeto.

“La alfabetización aparece, por ello mismo, no como un derecho, el de decir la palabra, sino como un regalo que los que “saben” hacen a quienes “nada sabe”. Empezando, de esa forma, por negar al pueblo el derecho a decir su palabra, una vez que la regala o la prescribe alienadamente, no puede constituirse en un instrumento de cambio de la realidad, de lo que resultara su afirmación como sujeto de derecho”.

La conciencia del analfabeto es una conciencia oprimida; significa despertar dela conciencia, un cambio de mentalidad que implica comprender realista y correctamente la ubicación de uno en la naturaleza y en la sociedad; la capacidad de analizar críticamente sus causas y consecuencias y establecer comparaciones con otras situaciones y posibilidades; y una acción encierra la conciencia de la dignidad de uno: una praxis de la libertad.

Paulo Freire plantea lo siguiente:

a) Que el educador es siempre el que educa; el educando, es el que es educado.

b) Que es educador es quien disciplina; el educando, el disciplinado.

c) Que el educador es quien habla; el educando, el que escucha.

d) Que el educador prescribe; el educando, sigue la prescripción.

e) Que el educador elige el contenido de los programas; el educando lo recibe en forma de “deposito”.

f) Que el educador es siempre quien sabe; el educando, el que no sabe.

g) Que el educador es el sujeto del proceso; el educando, su sujeto.

Todo esto significa:

1) Que nadie educa a nadie.

2) Que tampoco nadie se educa solo

3) Que los hombres se educan entre sí, mediatizados por el mundo.

ACLARACION.

No existe educación sin sociedad humana y no existe hombre fuera de ella. El esfuerzo educativo desarrollado por el autor y que pretende exponer en este ensayo fue realizado para las condiciones especiales de la sociedad brasileña, aun cuando pueda tener validez fuera de ella; sociedad que es intensamente cambiante y dramáticamente contradictoria; sociedad en “nacimiento” que presentaba violentos encuentros con un tiempo que se desvanecía con sus valores, con sus peculiares formas de ser y que “pretendía” continuarse en otro que estaba por venir, buscando configurarse.

La educación de las masas se hace algo absolutamente fundamental entre nosotros. Educación que, libre de alineación, sea un esfuerzo para el cambio y para la libertad. La opción, por lo tanto, esta entre una “educación” para la “domesticación” alienada y una educación para la libertad. “Educación” para el hombre-objeto o educación para el hombre-sujeto.

LA SOCIEDAD BRASILEÑA EN TRANSICION.

El concepto de las relaciones de la esfera puramente humana guarda en sí, connotaciones de pluralidad, trascendencia, crítica, consecuencia y temporalidad. Las relaciones que el hombre traba en el mundo con el mundo (personal, impersonal, corpóreo e incorpóreo) presentan tales características que las diferencian claramente en meros contactos, típicos de la esfera animal. Para que el hombre, el mundo es realidad objetiva, independientemente de él, posible de ser conocida. Es fundamental partir que el hombre es un ser de relaciones y no solo de contactos, no solo está en el mundo sino con el mundo.

El hombre es capaz de trascender. Su trascendencia se acrecienta no solo en su cualidad “espiritual”, en el sentido en que la estudia (Erich Kahler).

Su trascendencia se basa en la raíz de su finitud, en la conciencia que tiene de esta finitud, del ser inacabado que es y cuya plenitud se halla en la unión con su Creador. De ahí que la religión que encarna este sentido trascendental de las relaciones del hombre jamás debe ser un instrumento de su alineación.

La injerencia del hombre, salvo por accidente o distorsión, no le permite ser un simple espectador, a quien no le es licito interferir en la realidad para modificarla.

La integración en su contexto implica que tanto la visión de sí mismo como la de mundo no pueden hacerse absolutas y al mismo tiempo hacerlo sentir desamparado o inadaptado.

Si no se diese esta integración, que es una característica de sus relaciones y que se perfecciona en la medida en que la conciencia se torna critica, seria apenas un ser acomodado, o ajustado, y la historia y la cultura, dominios exclusivamente suyos, no tendrían sentido. Les faltaría la marca de su libertad.

Por otro lado, los contactos propios de la esfera animal implican, contrariamente a las relaciones, respuestas singulares, reflejas y no reflexivas, culturalmente inconsecuentes. De ello resulta el acomodamiento, no la integración. Por lo tanto, mientras que el animal es esencialmente un ser acomodado y ajustado, el hombre es un ser integrado.

Una de las grandes tragedias del hombre moderno es que hoy, dominado por la fuerza de los mitos y dirigido por la publicidad organizada, ideología o no, renuncia cada vez más, sin saberlo, a su capacidad de decidir. El hombre simple no capta las tareas propias de su época, se son presentadas por una elite que las interpreta y se las entrega en forma de receta, de prescripción a ser seguida. Y cuando juzga que se salva siguiendo estas prescripciones, se ahoga en el anonimato, índice de la masificación, sin esperanza y sin fe, domesticado y acomodado: ya no es sujeto. Se rebaja a ser puro objeto.

El hombre moderno esta oprimido por un profundo sentimiento de impotencia que lo mantiene como paralizado, frente a las catástrofes que se avecinan.

Una época histórica representa, así, una serie de aspiraciones, de deseos, de valores, en búsqueda de plenitud. Formas de ser, de comportarse, actitudes más o menos generalizadas, a las cuales solo los avanzados, los genios, o ponen dudas o sugieren reformularse.

Al

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