La Construcción De La Escuela Como Espacio Carcelario
ingemesinas21 de Marzo de 2012
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La construcción de la escuela como espacio carcelario:
una representación social de los jóvenes
relativa a la (sobre)vivencia (en) de su espacio escolar∗
Javier Marambio Valenzuela∗∗
Sofía Guzmán Andonaegui∗∗∗
«Pienso que lo ideal es que lleguemos
un día a que no haya dos salas de clases o dos escuelas iguales,
que cada una tenga su historia, su perfil, su estilo.»
Félix GUATTARI, El devenir de la subjetividad.
Recorrido previo.
El tema de la relación del ser humano con su ambiente, tanto natural como construido, ha sido abordado si no por todas, por una gran mayoría de las disciplinas. Tanto es así que una de las preguntas que por mucho tiempo motivó y sigue motivando a psicólogos y otros especialistas es la ya clásica: ¿herencia o medio ambiente? No obstante su influencia, nuestra postura al respecto, es la que considera a la biología como la condición de posibilidad del ser humano siendo el medio ambiente el que en definitiva condiciona una deriva u otra de éste, en una relación dialéctica entre ambos.
Si bien la preocupación por el tema la podemos rastrear en los comienzos de la Psicología Ambiental, es en las últimas décadas donde ha tenido un mayor desarrollo, principalmente en Estados Unidos y Europa. En nuestro país éste es aún incipiente, aunque es posible encontrar algunas primeras aproximaciones.
∗ Artículo elaborado a partir de la memoria para optar al título de psicóloga/o: «Las representaciones sociales del espacio escolar en jóvenes de dos liceos municipales» finalizada el año 2004, que contó con el patrocinio de Jesús Redondo Rojo y la asesoría metodológica de Jenny Assaél Budnik.
∗∗ Psicólogo y Bachiller con mención en Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Miembro del Equipo de Psicología Educacional (EPE) de la misma universidad. E-mail: jmarambiov@yahoo.com.
∗∗∗ Psicóloga, Universidad de Chile.
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Muchos trabajos, provenientes principalmente del área de la arquitectura y el diseño, nos hablan de la influencia de algunas variables ambientales sobre el ser humano. Incluso es este el enfoque que podemos rastrear en la implementación de la Reforma, en donde la demanda por infraestructura, y los postulados del tiempo y espacio escolar como los nuevos ejes de la misma (MINEDUC, 1998a, 1998b), son analizados desde una visión técnica, sin duda importante, mas no la única a tener en consideración. Es con relación a estas dimensiones no consideradas que trata nuestra investigación, sobre los aspectos sociales y psicológicos del medio ambiente –en particular, de ese espacio físico-social que es la escuela–, desde la visión de uno de los actores que lo viven experimentan día a día y, desde este año obligatoriamente, durante 12 años: los jóvenes.
En esta perspectiva se encuentra el estudio realizado por RIVEROS et al. (1991), quienes, bajo el nombre de «Descubridores de un Nuevo Camino» convocaron a diez jóvenes, estudiantes de enseñanza media en sus distintas modalidades, para conocer sus percepciones, necesidades y demandas acerca de cómo mejorar la educación secundaria. Respecto a los resultados, los jóvenes señalaron que se deberían cambiar, en primer lugar, las metodologías de enseñanza y, en segundo lugar, la estructura física del establecimiento. Con relación al último punto –nuestro tema de interés–, los jóvenes demandan la necesidad de espacios más amplios, luminosos y acogedores, así como también una mayor y mejor implementación de espacios como laboratorios o gimnasios. Las autoras destacan que los jóvenes manifiestan tener una percepción lúgubre de su establecimiento, el cual sienten como un espacio viejo y feo que parece recinto carcelario, en donde no tienen patio, las salas son chicas, mal cuidadas y feas, y los bancos son incómodos1. Por otro lado, respecto a las aspiraciones sobre su espacio escolar, los jóvenes señalaron que les gustaría contar con un lugar que los incentive y les dé ganas de estar allí, con colores bonitos, mucha vegetación, jardines, etc.
El problema a abordar.
El tema de la interrelación del espacio con las distintas facetas del ser humano tiene una importancia que ha sido reconocida, principalmente, con respecto a los primeros estadios del desarrollo humano. Esto se traduce, por ejemplo, en propuestas como las de María Montessori o Rudolf Steiner, quienes dan una importancia fundamental al diseño de espacios adecuados para el desenvolvimiento del niño (POL & MORALES, 1986). Sin embargo, no tenemos muchas referencias a estudios sobre qué sucede en etapas posteriores; por ejemplo, con relación a cómo los espacios podrían ser elementos importantes en la construcción de la identidad de las personas. De lo que sí no hay duda es que el espacio sigue interviniendo, aunque quizás a un nivel menos conciente. Esto último, en tanto el espacio es portador de significados sociales que, en cierta medida, condicionan nuestro comportamiento, pero, más aún, nuestra visión del mundo.
Un dato importante respecto a la influencia del ambiente e infraestructura escolar sobre la salud de los actores educativos es el que se entrega en el «Estudio de la salud laboral de los profesores» (CARRASCO, 2003). En este informe se señala, entre otros elementos, las malas condiciones térmicas, acústicas, de iluminación y
1 Interesante resultan, en este sentido, las tesis de ORTEGA & SANDOVAL (2003) y SAPIAINS & ZULETA (1999), en las cuales aparece como elemento importante dentro de la representación de la escuela, la infraestructura que éstas poseen. Por ejemplo, la percepción de los liceos como un espacio de reclusión, aparece en ambas.
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hacinamiento en que se encuentran los docentes chilenos, las que se relacionan directamente con las afecciones físicas y mentales sufridas por éstos. Se menciona incluso que las patologías que sufren superan las de un grupo sometido a iguales o mayores situaciones de estrés como son los profesionales de la salud. Así también, existen estudios específicos, por ejemplo, respecto a los efectos psicosociales del ruido en las aulas, los que concluyen que una de sus principales consecuencias es la interferencia en los procesos de comunicación, así como también una mayor incidencia de ciertas afecciones en el cuerpo docente, principalmente afonías, aunque también estrés (HERRANZ & CORTÉS, 2001).
En tal sentido, el diseño de los espacios (y específicamente las escuelas) es sumamente importante para los actores escolares, especialmente los jóvenes, quienes la mayoría de las veces son escasa o nulamente considerados a la hora de proyectarlos. Además, el momento particular en que nos encontramos, donde se amplía la jornada escolar y se destinan una gran cantidad de recursos a la construcción y mejoramiento de la infraestructura de los establecimientos educacionales, hacen necesario valorar las actuales edificaciones, para obtener el máximo beneficio de estas grandes inversiones.
El reconocimiento de la importancia de un buen diseño del edificio escolar es realizado, entre otros, por la UNESCO, quien a través de Rodolfo Almeida, señala que un edificio con una arquitectura adecuada puede ayudar a mejorar el proceso educativo (ALMEIDA, 1999; ESCOFFIER, 1998).
En este contexto, el problema que se quiere investigar tiene que ver con cómo los jóvenes construyen la realidad que los rodea, en nuestro caso particular, cómo construyen, significan y se representan el espacio escolar (entendido como espacio físico construido, sin dejar de considerar su dimensión social). Para aproximarnos a esto utilizaremos el concepto de las representaciones sociales, como un puente entre los aspectos psicológicos individuales –respecto de la experiencia del espacio escolar–, y lo social.
a. Fundamento teórico.
«El sentimiento de soledad,
nostalgia de un cuerpo del que fuimos arrancados,
es nostalgia de espacio»
Octavio PAZ, El laberinto de la soledad.
El punto de partida de esta investigación es que la realidad, en tanto conocimiento del mundo, no es separable de los contextos en que se desarrolla, y por lo mismo, se construye socialmente. Esto es concordante, entre otros, con planteamientos como los de Humberto MATURANA (1992a, 1992b, 1997), quien nos dice, en sus múltiples publicaciones, que no es posible una realidad objetiva, independiente del observador que la describe. Señala, además, que «La Objetividad» o «La Verdad» más que ser consideradas como valores, deben ser puestas entre paréntesis, ya que son y han sido utilizados como argumentos para someter y obligar al «otro».
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Este paradigma se enmarca dentro de las posturas críticas de la ciencia como única forma de conocimiento o acceso a la realidad (FEYERABEND, 1989), así como también dentro una visión que considera al ser humano como una persona total, integrada, que no puede ser separada y dividida sin riesgo de que en el proceso pierda su humanidad.
Representaciones y construcción social de la realidad.
El interés principal de esta teoría, propuesta por Berger & Luckmann (1989), es llegar a conocer cómo la gente común conoce, lo importante para estos autores es lo que la gente «conoce» como «realidad» en la experiencia de su vida cotidiana, esto es, el conocimiento del sentido común.
Y es en el espacio privilegiado del lenguaje, en la situación cara a cara, donde la subjetividad del otro se hace más accesible, donde se encuentra más «próxima», y permite dar sentido al mundo (BERGER & LUCKMANN, 1989). Así, la biografía de un individuo (productor) es aprehendida como un episodio ubicado
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