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La Verdader Reforma


Enviado por   •  1 de Octubre de 2012  •  6.656 Palabras (27 Páginas)  •  361 Visitas

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La verdadera reforma empieza a los tres años

Francesco Tonucci

La escuela que conocemos

Un buen sistema para conocer el nivel de cultura y la democracia de un país puede ser –creo—el observar la calidad de sus escuelas infantiles; la atención, los recursos, el amor que una sociedad dedica a sus niños más pequeños indican cómo es de grande para esa sociedad la preocupación por su propio futuro, cuántos derechos reconoce a los ciudadanos de las futuras generaciones. La escuela infantil, la escuela de los tres a los seis años, arrastra, sin embargo, en nuestra sociedad, diversas connotaciones negativas y contradicciones que hacen difícil su plena evolución.

Una escuela materna. Está todavía arraigada en nuestra sociedad la opinión de que el sitio ideal del niño es junto a su madre; es frecuente la expresión: “Si pudiera tendría a mi hijo conmigo, pero tengo que trabajar y me veo obligada a dejarlo en la guardería (o en la escuela materna)”. Este modo de pensar revela una preocupante falta de atención con respecto a las condiciones reales de vida en la ciudad de hoy y una profunda infravaloración de las exigencias reales del niño. No tiene en cuenta el estado de desesperada solead en que hoy día (más que ayer y cada vez más) viven el niño y la madre en su propia casa, que resulta una estructura cerrada y aislada de un mundo percibido como hostil y peligroso. Minusvalora la absoluta necesidad que el niño tiene de otros niños y la imposibilidad para encontrarse con ellos de manera autónoma y espontánea en una ciudad en a que han desaparecido los espacios de juegos y de reunión, y en la que se le tiene cada vez más miedo al tráfico, a la violencia, a la droga. Quedarse con el propio hijo quiere, por lo tanto, decir, aislarse y vivir mal.

Este sentido de culpa que acompaña al progenitor obligado a confiar al niño a la escuela, produce espontáneamente un comportamiento fuertemente protector y un deseo de confiarlo a una figura que, más bien que interpretar un papel profesional autónomo, interprete, lo más posible, un papel vicario, de vicemadre. No es por cierto, una causalidad que la escuela estatal italiana para niños de tres a seis años se llame maternal. Maternal significa, como se decía antes, el paso de madre a una vicemadre, pero significa también para la sociedad que la promueve, el poder prescindir de una formación profesional adecuada de sus operarios y contar únicamente con el sentido maternal de la operaria (la maestra). ¡En Italia la educadora de la escuela maternal termina su formación a los 17 años!

Un niño pequeño, que no sabe. Es todavía una opinión corriente que un niño empiece su experiencia cognitiva importante después de los seis años, cuando inicia la que se llamaba la edad de la razón (el uso de razón): es en ese momento cuando inician, por una parte los aprendizajes fundamentales de la lectura, la escritura y el cálculo, con el comienzo de la escuela elemental, y, por otra, la integración en la vida religiosa con la preparación para los primeros sacramentos.

Pensando, pues, en ese niño pequeño, que no sabe, la escuela infantil puede permitirse, sin sentido de culpa y sin una reacción por parte de los padres, el proponer actividades banales y humillantes: Actividades estúpidas y repetitivas. Pienso en los mosaicos de arroz o de pasta coloreada o en el punteado de contornos en el punzón. Estas actividades se desarrollan siempre sobre diseños preparados por el enseñante, pidiendo sólo al niño la repetición obsesiva de los mismos gestos, para él absolutamente insignificantes.

Trabajitos estereotipados: Por ejemplo, la bolsita de alfileres de la ropa, los ceniceros de materiales plásticos, los cuadros de escayola, etcétera. Son todos iguales y necesitan de una gran ayuda por parte del adulto. Se hace, por lo general, para las grandes ocasiones: la Navidad, la Semana Santa, la fiesta del padre, la fiesta de la madre..., y constituye los regalitos de los niños, que a menudo provocan el embarazo de las familias, que se debaten entre la conciencia de que habría que valorarlos y la tentación de tirarlos por su banalidad (¡Piénsese en cuatro o cinco regalos al año para quien tiene dos o tres hijos!)

Modelos. A los niños, empeñados en complejas investigaciones para llegar a modelos expresivos satisfactorios, se les proponen modelos de fácil realización, estereotipados y pobres: la mariposa con dos triángulos, la barca troncocónica, la casa rectangular con el techo triangular, el hombrecillo esquemático, el sol amarillo, el mar azul, los árboles marrones y verdes. La investigación termina, los difíciles y fascinantes dibujos de los niños son abandonados, se prefiere imitar el fácil y seguro modelo del adulto. Pero con sus mariposas, sus pajaritos, su hombrecillo, el niño pierde también la confianza en su propia capacidad de dibujar y madura progresivamente una convicción muy grave: “No sé dibujar”; y en poco tiempo deja de dibujar. Lo mismo sucede con sus teorías lingüísticas, científicas, etcétera.

Los extraños intereses de los niños. Esta escuela, que piensa que los niños no saben, les atribuye extraños intereses que legitiman sus propuestas pero que difícilmente se corresponden con la realidad. Piensa que los niños están interesados por el transcurso de las estaciones del año; pero eso indica tanto tiempo al estudio de las castañas, ala llegada de la primavera. Los imagina interesadísimos en conocer las diferencias entre una hoja lanceolada y una serrada, por lo tanto los hace trabajar días y días pegando hojas sobre cartulinas, obtener formas espolvoreando colores, catalogar las distintas formas. Los cree fascinados por procesos complicadísimos como la fotosíntesis clorofiliana, que los mismo enseñantes no conocen, pero que enseñan como fácil y sencilla. Los niños, ya precozmente conscientes de que en la escuela puede pasar de todo, escuchan, aprenden y repiten, pero lo que aprenden no entra en su conocimiento profundo, el que rige su forma de actual. Sencillamente, se empieza a construir un aprendizaje paralelo, que sirve sólo dentro de la escuela y no tiene ninguna utilidad para la vida.

Las leccioncitas. Este programa, tan lejos de la vida y de los intereses de los niños, viene propuesto normalmente a través del típico instrumento de la escuela transmisiva, la lección. Estas leccioncitas son preparadas, por lo general, cuidadosamente por el enseñante que les dedica gran parte de su tiempo libre, pero que no prevén que el niño sólo puede asumir un papel de espectador, de oyente, de ejecutor pasivo de deberes, y a veces incluso e repetidor.

Preparación

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