Microeconomia
katheMartinez27 de Abril de 2014
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I
De la formación de las riquezas y de lo que constituye su valor
1. La Economía Política nos enseña el modo como se producen, distribuyen y consumen las riquezas en la sociedad.
2. La significación de la palabra riqueza puede extenderse a todos los bienes que el hombre puede gozar; y en esta acepción hasta la salud y la alegría serían riquezas. Pero las únicas riquezas de que se trata en Economía Política, se componen de las cosas que poseemos y que tienen un valor reconocido. Una casa, una alhaja, un mueble, los vestidos, las monedas, los libros, etcétera, son porciones de riquezas. Cada persona o cada familia posee una cantidad mayor o menor de cada una de estas cosas; y sus valores reunidos son los que constituyen su riqueza o fortuna. La suma de las fortunas particulares componen la fortuna de la nación o la riqueza nacional.
3. Hablando comúnmente y en el uso ordinario llamamos ricos a los sujetos que poseen muchos bienes; pero cuando se trata de estudiar el modo como se forman, distribuyen y consumen las riquezas, se denominan igualmente así las cosas que merecen este nombre, lo mismo que tengamos muchos o pocos; pues un grano de trigo es trigo del mismo modo que lo es una espiga llena de granos.
4. Para poder compararse la cantidad de riquezas contenida en diferentes objetos, hay que comparar su valor, un kilogramo de café es, actualmente, en Europa; para su dueño, una riqueza mayor que un kilogramo de azúcar, y esto consiste en que vale más.
5. Para medir el valor de las cosas se les compara con las diferentes cantidades de un mismo objeto que se pueden adquirir por el cambio y por su medio. Así pues, un anillo que su dueño puede cambiar en el momento que quiera por mil pesos, será una porción de riqueza doble de la que tendría con otra alhaja que sólo pudiera vender en quinientos pesos.
6. Apreciamos mejor las cosas por la cantidad de moneda que pueden proporcionarnos, que por cualquier otra cantidad, porque en virtud del uso que hacemos todos los días de la moneda, conocemos mucho mejor su valor que el de la mayor parte de las otras mercancías; y en consecuencia sabemos mejor lo que podemos adquirir por 100 pesos que por 4 fanegas de trigo, aunque según el precio del día, estos dos valores pueden ser iguales y por lo mismo constituyen dos riquezas también iguales.
7. Para crear riquezas basta con crear valores o aumentar el que ya tienen las cosas que poseemos.
8. Se da valor a un objeto dándole una utilidad que no tenía, y para aumentar el valor que ya tienen las cosas se ha de aumentar el grado de utilidad que tenían cuando las adquirimos.
II
De lo que constituye la utilidad, y en qué consiste la producción de las riquezas
1. Se entiende por utilidad la cualidad que tienen ciertas cosas de poder servirnos de cualquier manera que sea.
2. La utilidad de una cosa hace que esta misma cosa tenga cierto valor; y esto consiste en que la utilidad que tiene que aparecer como apetecible e inclina a los hombres a hacer un sacrificio para adquirirla. Regularmente, no queremos dar nada para adquirir lo que no vale para nada; y al contrario, damos una cantidad de las cosas que poseemos (por ejemplo; cierta cantidad de monedas) para obtener las cosas cuya necesidad experimentamos. Esto es lo que constituye su valor.
3. Debe entenderse por útil todo lo que es propio para satisfacer las necesidades y los deseos del hombre, tal cual es. Y por su fisiología, su vanidad y sus pasiones le inspiran algunas veces necesidades tan imperiosas como el hambre, él es el único juez competente de la importancia que las cosas tienen para él y el de la necesidad que experimenta de ellas. Los demás no podemos juzgar más que por el precio que él las da; para nosotros, el valor de las cosas es la única medida de la utilidad que tienen para el hombre. Bástanos, pues, que tengan utilidad a sus ojos, para darles valor.
4. La utilidad será diferente según los lugares y según las circunstancias.
La utilidad de las cosas varía también en una misma nación, según las épocas, usos y costumbres.
5. El valor no es siempre proporcionado a la utilidad de las cosas, pero sí lo es a la utilidad que se les ha dado.
Supongamos que una modista ha cortado y cosido un vestido en cuatro días de trabajo; como su tiempo y sus manos son una especie de precio que ha pagado para poseer el vestido, es claro que no puede darle por nada sin sufrir una pérdida, que tendrá buen cuidad de evitar. En consecuencia, no se podrán adquirir loa vestidos sin dar por ellos un precio equivalente a los que costó la tela y al trabajo que han puesto las operarias para hacerlos.
Por el contrario, el agua no tendrá ningún valor a la inmediación de una fuente, porque la persona que la adquiere por nada, puede también darla por nada; y suponiendo que quiera hacerla pagar al que carece de ella, éste en vez de hacer el menor sacrificio para adquirirla, se bajaría a tomarla por sí mismo. De este modo, la utilidad que se ha comunicado a una cosa le da cierto valor; y por el contrario carece de él cuando no se le ha dado utilidad.
6. Hay cosas que no son capaces de satisfacer necesidad alguna, y sin embargo tiene su valor.
La alfalfa no puede satisfacer inmediatamente ninguna necesidad, pero sirve para engordar el ganado que emplearemos para nuestro alimento. Las tinturas tampoco pueden servir inmediatamente ni de alimento, ni de ornato; pero pueden servir para adornar las telas de nuestros vestidos. Estas cosas tienen una utilidad indirecta. Esta utilidad las hace ser buscadas por otros productores, que las emplean a su vez en aumentar la utilidad de sus productos. Tal es el origen de su valor.
7. Los documentos de comercio tienen también el valor por la misma razón que acabamos de referir; porque acarrean una utilidad indirecta, que consiste en proporcionar otras cosas que serán inmediatamente útiles. Si el documento de comercio no fuese pagado, o si lo fuese en moneda que no valiese para comprar objetos propios para satisfacer las necesidades del hombre, no tendría ningún valor. De esto se infiere, que no basta crear documentos de comercio para crear valores, sino que es preciso crear la cosa que compone todo el valor de dicho documento. Más claro; es menester crear la utilidad que constituye el valor de esta cosa.
8. Las cosas a que se ha dado cierto valor, toman un nombre particular. Cuando las consideramos respecto a la posibilidad que confieren dueños de adquirir en cambio otras cosas, se llaman valores; y cuando las miramos respecto a la suma de necesidades que pueden satisfacer, se llaman productos. De consiguiente, producir es lo mismo que dar valor a las cosas dándoles utilidad y la acción de que resulta un producto, se llama producción.
III
De la Industria
1. De mil modos diferentes se puede dar utilidad a las cosas, pero entendernos mejor, podemos colocar en tres clases todos los modos de producir.
2. El primer modo de producir se consigue recogiendo u ocupando las cosas que la naturaleza crea por si misma, bien sea, no añadiendo nada a los productos de la misma naturaleza, como cuando se sacan los peces del mar o cuando extraen los minerales de la tierra; bien sea dirigiendo y favoreciendo a la naturaleza con el cultivo de las tierras y con las semillas. Todos estos trabajos se parecen por su objeto y se les da el nombre de industria rural o de agricultura.
El que encuentra una cosa enteramente acabada, como el pescador que coge un pez o el minero que reúne los minerales da a esa cosa la utilidad de que pueda servir a la satisfacción de nuestras necesidades. En efecto: el pescado en el mar no nos proporciona ninguna utilidad, pero desde el momento que se transporta a la pescadería, ya le podemos adquirir y comer; y de aquí dimana el valor que tiene, creado por la industria del pescador. Lo mismo sucede con el carbón de piedra. Sepultado en el seno de la tierra, no sirve para calentarnos ni para preparar el hierro en una herrería; la industria del mismo le hace servir para estos usos, extrayéndole por medio de sus pozos, de sus ramales y de sus vagonetas, de manera que el sacarlo de la tierra crea todo el valor que tiene cuando está fuera.
Aunque las materias, de que consta un bulto de trigo no han salido de la nada existían antes de la conglutinación de ese grano no obstante, estaban derramadas por la tierra, por el agua y por el aire, y no tenían ninguna utilidad, y en consecuencia ningún valor. El labrador que ha hecho de modo que estas tan diferentes materias se hayan reunido, al principio bajo la forma de un grano y después de un bulto de trigo, ha creado el valor que ellas no tenían. Lo mismo sucede con todos los demás productos de la industria rural.
3. El segundo modo de producir se verifica dando a los productos de cualquier industria un valor mayor por las nuevas formas que se les añaden o por las transformaciones que se les hace experimentar. El minero proporciona el metal que se necesita para hacer una máquina; pero esta máquina vale más que el metal que se empleó en ella, y de aquí se sigue que el valor de la máquina que excede al del metal es un valor producido y que la máquina es un producto de dos industrias: la del minero y la del fabricante. Esta industria se llama de transformación.
La industria de transformacióntiene un vastísima extensión: abraza desde las formas más sencillas, como las que da un artesanoa un par de herraduras, hasta las formas más exquisitas y artísticas, como la de una joya preciosa; y así mismo desde los trabajos que ejecuta un zapatero remendón hasta los de grandes talleres y fábricas que tengan centenares de obreros.
4.
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