Pensar y criticar, búsqueda de un futuro humano

Pensar y criticar, búsqueda de un futuro humano.

La formulación del conocimiento es un proceso en el que influyen distintos elementos, que van desde la introspección hasta los factores externos que participan en la conformación de los sujetos que se dedican a la búsqueda y conformación de nuevos horizontes.

La influencia externa puede apreciarse en el contexto en el que cada concepto se desarrolla, ya que estos definirán los elementos básicos para entender las diversas realidades o bien, la y óptica con la que nosotros mismos observamos al otro.

Es posible cuestionar el conocimiento que se nos ha brindado, pero en el campo académico estamos acostumbrados a ver los conceptos como entes paradigmáticos, aunque estos deban ser cuestionados de acuerdo a la realidad en que se crearon. Es ante situaciones símiles que nos encontramos con el texto de Juan José Bautista “¿Qué significa pensar desde América Latina”?.

Bautista nos hace recapacitar si realmente es importante aquello que consideramos primordial y pone frente a nosotros los temas que se escapan de nuestra vista. Nos muestra las ideas que tenemos de América Latina no son propias, sino que se tratan de concepciones hechas desde los ojos de extranjeros.

        Ahora de lo que se trata es de pensarnos a nosotros mismos, pero, desde el horizonte histórico y cultural de nuestra propia realidad, desde nuestros propios problemas, desde nuestras propias concepciones, desde nuestras –cosmovisiones- (83)

Se pretende generar un conocimiento propio para América Latina, sintiendo sus problemas, su perspectiva y necesidades. Estas ideas se engarzan a las propuestas de Rafael Tehutle, quien entiende la necesidad de la formulación del conocimiento científico para el entendimiento de las prácticas y roles sociales.

Siguiendo la idea de que el conocimiento es una formulación artificial tenemos a Michael Foucault, que en su obra “La verdad y las formas jurídicas” nos adentra en tales afirmaciones al declarar al conocimiento como una creación humana y que rompe con la naturaleza misma, ya que el hombre es el único animal que se reprime, regula y es guiado por una creación propia y que la mayoría de los instintos.

Inclusive Foucault, se atreve a ir un poco más allá, al transgredir ese carácter “sacro” e intocable de los saberes y el estudio, llevándolos al campo del juego, del desagrado y la crítica, quitando el velo que siempre mitificaba a la investigación.  

“Solamente en esas relaciones de lucha y poder, en la manera como las cosas entre sí se oponen, en la manera como se odian entre sí los hombres, luchan, procuran dominarse unos a otros, quieren ejercer relaciones de poder unos sobre otros, comprendemos en qué consiste el conocimiento.” (22)

El humano tiene la “responsabilidad” de ser crítico, de eliminar paradigmas y viejas relaciones de poder, pues es la confrontación la que impulsa al conocimiento. Continuando con las ideas tenemos la postura de Ceceña, ella encuentra un papel de especial relevancia en los eventos de sublevación social, afirmando que el conflicto es fuente para la generación de saberes.

        ¿Es posible que las ciencias, al menos las ciencias sociales, se abran a los nuevos conocimientos? Lo que hace Immanuel Wallerstein parece marcar el camino para lograrlo. En su texto “Abrir las ciencias sociales” muestra las dificultades que existieron y que aún perduran en la formación de las ciencias sociales.

Uno de los grandes desaciertos fue una postura de cierre ante la cooperación con otras ciencias y la apabullante presencia de los prejuicios, pero en especial el parroquialismo de los investigadores, que preocupados por la validez de sus argumento se decantaban por la búsqueda de fuentes bibliográficas, dejando de lado el valor de la información que pudiera obtenerse en el campo, Wallerstein dice:

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