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Enviado por   •  28 de Mayo de 2013  •  2.225 Palabras (9 Páginas)  •  268 Visitas

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El aula como contexto social: las relaciones entre iguales.

Vicente Pinto Tena. Susana Sorribes Membrana

“Hoy todo el mundo va a ir a la fiesta de María. Yo soy parte de los que se quedan. No

estoy invitada a la fiesta, así que no haré nada este fin de semana. A cualquiera de los sitios

donde va el grupo, yo no voy… Yo soy siempre la que se queda. A lo mejor ellos no se dan cuenta de que me quedo, de que estoy aquí, pero es algo que siempre pasa” (niña de 10 años) (Tomado

de Hayden, Tarulli y Hymeel, 1988).

“Cada mañana voy al cole contento, no me importa estudiar y me gusta oír al profesor

cuando habla… lo que prefiero del cole es encontrarme con mis compañeros, me llevo muy bien con ellos. Hablamos de los dibujos de la tele, o cuando no entendemos algo de matemáticas, hablamos para ver cómo va esto y esto…” (Niño de 9 años) (Tomado de Díaz –Aguado, 1996).

“Mi hija prefiere jugar sola en vez de jugar a las cartas o a otro juego conmigo. A menudo dice cosas como: Susie no me gusta. El pasado marzo me dijo que no quería ir al cole.

Es muy pasiva en la escuela. No quiere la atención del grupo, prefiere jugar sola, pero le gusta mirar cómo juegan los otros. Ella parece que desee formar parte del grupo, pero no sabe cómo” (madre de niña de 10 años) (Tomado de Rubín y Asendorpf, 1993).

Fundamentos de las relaciones con los compañeros

En el Título Preliminar de la LOGSE, se especifica que uno de los fines que persigue la

reforma del sistema educativo español es el de preparar a los estudiantes para participar

activamente en la vida social y cultural. Al igual que ocurre con otros objetivos de índole

semejante, su consecución no depende solamente de una instrucción rigurosa y sabiamente

planificada, sino también, y, en este caso, sobre todo, de la posición que cada uno ocupe en el

entramado social del grupo y del tipo de relaciones que establezca con los compañeros. Una y

otras van perfilando el estilo de interacción que finalmente adoptará el niño en su convivencia

con los demás. En el origen de esa interacción social hay que distinguir el papel que juega la

familia, el de la escuela y aún el que pueden jugar otros agentes como los medios de

comunicación.

Antes de llegar a la escuela el niño tiene pocas posibilidades de establecer relaciones

con sus iguales. Sin embargo, conviene tener en cuenta que en este momento se cuenta ya con un importante bagaje de experiencias sociales y comunicativas provenientes de las

interacciones familiares. La familia se encarga de proporcionar experiencias afectivas íntimas al

niño, de instruirle directa y verbalmente y de ofrecerle modelos de sus propios valores y

expectativas. El conjunto de estas experiencias permiten al niño aprender a comportarse en

situaciones sociales. De esta forma, la investigación en este terreno ha demostrado por

ejemplo que los niños que han mantenido un vínculo de apego positivo y estable en el seno

familiar; son normalmente niños que demuestran una mayor competencia social en sus

relaciones con los compañeros de la misma edad, a pesar de las evidentes diferencias que

existen entre una interacción asimétrica con los adultos y las relaciones simétricas entre

iguales.

Así mismo, se ha observado que un estilo paterno hostil e inconsciente se asocia

normalmente con incompetencia, mientras que uno autoritativo lo hace con destreza social.

Recordemos, a este respecto que las principales características del estilo denominado

autoritativo son una disciplina coherente con las normas previamente establecidas y una

comunicación fundada en el razonamiento y la claridad entre los miembros de la familia (véase

capítulo VIII de este libro). Desde esta perspectiva, Kochanska (1992) exploró si las técnicas de

aserción de la madre influían en sus hijos contribuyendo a la cualidad del estilo del niño

durante las interacciones con los iguales. Los resultados del estudio indicaron por una parte

que la interacción de los niños con sus madres era predictiva del desarrollo de competencias

sociales en la interacción con los iguales. Así, los niños cuyas madres empleaban estrategias

aversivas o disruptivas, fueron agresivos y sin éxito con sus iguales. A su vez, los niños cuyas

madres empleaban a menudo el control negativo, eran agresivos y sin éxito con sus iguales,

mientras que los niños cuyas madres eran educadas y daban consejos a sus hijos, rara vez eran

mal hablados y coercitivos con sus iguales. Por último, las madres poco claras en sus mandatos

tenían hijos menos afortunados en sus interacciones y menos prosociales con sus iguales.

En un resultado realizado por Putallaz (1983), los chicos competentes mostraron tener padres que preferían los juegos físicos con manifestación emocional y madres que estimulaban

verbalmente a sus hijos, empleando un lenguaje explicativo y no coercitivo, y

proporcionándoles abundantes refuerzos positivos. En niños más mayores la conducta materna estaba relacionada además con los aspectos cognitivos de la relación; más exactamente con su denominado conocimiento social (i.e., cantidad y calidad de información que el niño sabe acerca de la estructura social de su entorno). De esta forma, la conducta materna demostró ser un buen predictor de su futuro

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