Princesas Disney: Generador De Sueños Y Estereotipos.

A lo largo de nuestras vidas, y como es bien sabido, el cine, las películas y los medios de comunicación han estado más que presentes en nuestra manera de percibir el mundo ¿Y qué decir de una de las empresas cinematográficas más exitosas de todos los tiempos? Aquella que nos ha contado historias durante generaciones, y que parece tener un indiscutible poder sobre nuestra conciencia. Desde luego, estamos hablando del “Maravilloso Mundo de Disney”.

Las películas de Disney cuentan con el propósito de inculcar en los niños y niñas los valores más importantes según nuestra sociedad: amistad, solidaridad, respeto, generosidad, etc.; sus moralejas parecen estar llenas de esperanza y optimismo, sin olvidar un factor imprescindible tratándose de estas cintas: el inolvidable “… Y vivieron felices para siempre.” (Pedrosa, 2010).

El propósito de esto es el de impulsar los valores fundamentales en la infancia, sin embargo ¿Qué pasa cuando aquel mundo lleno de sueños nos da el mensaje el equivocado?

Desde el inicio de nuestra infancia, hemos estado fuertemente ligados con los mensajes que esta industria se ha esforzado por hacernos llegar, por medio de sus películas, quedando cautivados ante el colorido de sus personajes y la música que los acompaña. Especialmente las niñas con la que, probablemente, sea la más exitosa de sus franquicias: “Disney Princesas”, que comenzó con el lanzamiento de su primera cinta, “Blancanieves y los siete enanitos”, en 1937, adaptación del cuento de los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm.

La característica principal de estas películas radica en un componente clave que mueve no sólo al cine y sus temáticas, sino, como ya fue antes mencionado, a la sociedad entera: los estereotipos.

Podemos observarlo, desde las primeras películas, donde nos muestran mujeres hacendosas, recatadas y delicadas, que cumplen su función como meras amas de casa, hasta las figuras actuales, las cuales buscan mostrarnos personajes mucho más fuertes, con personalidades mayormente definidas. Esto se debe al hecho de que el rol que desempeñan las mujeres dentro de la sociedad va cambiando conforme las épocas (Averbach, 2003). Sin embargo, no podemos ignorar el hecho de que, a pesar de esto, aún quedan ideologías conservadoras muy arraigadas, no sólo en la forma de pensar de las pequeñas, sino de los mismos padres de éstas.

“…Los antivalores que se podrían destacar de la filmografía de Disney, tienen que ver mucho con la presencia de estereotipos de género que contribuyen al reforzamiento de la desigualdad. Aunque últimamente las mujeres han tomado posesión de personajes con actitudes más decididas, todavía son incapaces de despegarse de los roles que tradicionalmente les fueron asignados por lo que los hombres siguen teniendo un claro protagonismo… (Pérez & Rey, n/d).”

Este fenómeno, ha generado la necesidad del sexo femenino por lograr acercarse a aquella imagen idealizada, y posiblemente equivocada de lo que significa ser mujer. El aspecto físico, los bienes materiales y el encontrar un hombre que sea capaz de protegerlas, se convierten en sus más desesperadas necesidades, pues se crea la idea que sólo obteniendo aquello, es que se pueden lograr un “Felices para siempre” propio.

“Algo muy común en nuestra sociedad, es observar como los medios de comunicación crean los muy mencionados ‘modelos a seguir’, que reúne un conjunto de características que, en este caso, las niñas, se supone deben seguir (Bonilla, 2005).”

De acuerdo con algunos autores, la cinematografía Disney –especialmente la referente a las princesas– apoya modelos de comportamiento racista, sexista y clasistas, que lleva a los espectadores a desear encajar en esos aspectos en sus respectivos entornos, además de clasificar a la mujer con el típico papel de sumisa y obediente (Giroux, 1999).

Aunque cabe señalar que, con el paso del tiempo y el cambio social, estos “Modelos” también se han transformado en cierta medida. No se puede presentar el mismo prototipo de personalidad

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