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Puesto de trabajo docente


Enviado por   •  14 de Junio de 2018  •  Informes  •  5.985 Palabras (24 Páginas)  •  288 Visitas

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Puesto de trabajo docente

Un poco de historia:

En la Argentina, la expansión y consolidación del sistema de escolaridad básica se concretó en las últimas dos décadas del siglo pasado. Se trató de un proceso en el que se estatizó la educación existente. Las escuelas pasaron a constituirse en espacios creados por el Estado para la construcción de la ciudadanía desde una ética republicana. Se basaban en sentar juntos al rico y al pobre. Sostenían que las diferencias debían permanecer invisibles y que serían compensadas por la escuela, que tenía la función de igualar las oportunidades. La lucha contra la ignorancia era la que proporcionaría la salvación a los bárbaros, convirtiéndolos en ciudadanos de la Nación.

Por eso, el Estado–Nación marcaba territorio construyendo escuelas, formando y nombrando maestras y maestros desde el centro. Era su deber, a la vez que su necesidad. En esos tiempos, ciudadanía era sinónimo de expansión del sistema educativo por todo el territorio. De la mano de esa expansión, la Nación creó y extendió el conjunto de escuelas normales en las que formó al “cuerpo” docente.

El magisterio se transformó en una profesión de Estado marcada por la oposición sarmientina ‘civilización o barbarie’, una especial traducción argentina de la oposición moderna entre progreso y tradición. Se constituyó una pedagogía basada en el docente como representante–funcionario del Estado que conformó una mística del servidor público preocupado por las necesidades de ese Estado, a la vez que debilitó otros esfuerzos por legitimar científicamente la enseñanza (Birgin y otras, 1998).

Como señala Dussel, en la modernidad cultural–pedagógica que se constituyó en discurso pedagógico hegemónico a fines de siglo pasado y comienzos de éste, el liberalismo individualista tuvo poco éxito. En cambio, tuvo fuerte influencia la herencia de la vieja elite letrada y, fundamentalmente de la pedagogía normalista triunfante (Dussel, 1997). En las escuelas normales se desarrolló una tecnología pedagógica más dirigida a la homogeneización que al desarrollo individual, de corte autoritario, basado en el docente como funcionario de Estado, del que era neutro servidor. Heredera entonces de la neutralidad política y religiosa del normalismo y del funcionario público, la docencia se constituyó en una compleja articulación entre lo vocacional, lo moral y la posición funcionaria, en la que el género tuvo un lugar central. Desde esta amalgama, el reconocimiento de la docencia como un trabajo tardó en hacerse presente.

Trabajo docente

El espacio de Trabajo Docente reúne un conjunto de conceptualizaciones que consideran al maestro como un sujeto histórico, social y económico, ubicado en su tiempo y su contexto.

La complejidad de la condición laboral del docente se ve reflejada en las distintas concepciones que se han ido conformando en relación con su función social. Estas concepciones se enmarcan en distintos proyectos políticos y en el lugar que éstos asignan al trabajo docente.

Tentativa e hipotéticamente podemos afirmar que en la Argentina se han desarrollado tres concepciones acerca del rol social del trabajo docente:

  • Una concepción que se relaciona con el proceso de conformación del Estado Nacional donde la educación cumplía un rol fundamental y el trabajo docente era considerado una vocación, una tarea que debía realizarse con sacrificio, como una especie de sacerdocio laico: el docente era considerado un Apóstol. En esta concepción no aparece ninguna referencia a la condición laboral del docente, ni en cuanto a las condiciones materiales de su tarea ni en cuanto a su situación salarial.
  • Una concepción que tiene su origen en las teorías desarrollistas y visualiza al docente como técnico y/o profesional, con una función específica- la transmisión de conocimientos- y una preparación sistemática para realizar su tarea al servicio del desarrollo y el crecimiento personal y social.
  • Una concepción que nace junto con las organizaciones gremiales docentes con el propósito de superar la dicotomía entre trabajo intelectual y manual: el docente como TRABAJADOR DE LA EDUCACION. Sin desconocer ni ignorar las exigencias específicas de formación, enfatiza su condición de asalariado y su inclusión en el colectivo de trabajadores, cuya condición laboral se encuentra en crisis por bajas remuneraciones y situaciones de riesgo en el desempeño de la tarea.

Comprender la función docente como Trabajo Docente es un modo de superar la disociación existente entre la formación teórica de los maestros y la realidad en la que se desenvuelve su práctica cotidiana. Sostenemos que el trabajo es constitutivo del sujeto. La acción de trabajar otorga valor al sujeto trabajador. Se convierte en el signo que lo identifica como trabajador.

“El trabajo es un proceso del que participan el hombre y la naturaleza; proceso en el que el ser humano impulsa, regula y controla su intercambio material con la naturaleza, como una de sus fuerzas. Actuando así sobre la naturaleza externa y modificándola, al mismo tiempo modifica su propia naturaleza”. 
(Karl Marx)

Caracterizar al docente como un “trabajador” abre importantes debates pasados y actuales sobre la cuestión. Esta opción se basa en que ese término habilita a pensar nuestra tarea en la cadena oficio, profesión, sujeto de derechos, sujeto portador de saberes específicos; habilita también a pensar las problemáticas de la formación continua y las condiciones laborales, asumiéndolo como un hacedor de futuros.

Entender al docente como trabajador implica el reconocimiento de una elección subjetiva y consciente, no por cumplimiento de algún tipo de destino esencial, vocacional, personal, social, de género o cualquier otro, sino como una acción concreta del sujeto en una opción históricamente situada. Esto incluye el reconocimiento de la “profesionalidad” de su tarea, entendida como la tenencia de ciertos saberes específicos para llevarla a cabo; esto es, la necesidad de la existencia de instancias de formación teóricas y prácticas, de reflexión y de acción, para el ejercicio de la tarea de educar. La comprensión de la docencia como un trabajo habilita también para el estudio y atención de las situaciones concretas en las que se realiza esa tarea en niveles macro y micro. Y, conjuntamente, rescata la centralidad de la participación.

En proyectos de democratización, desarrollo y justicia social mediante la recuperación del papel de la educación –y, por eso, el compromiso de los docentes– en la generación de futuros más justos para las nuevas generaciones. Por último, entender al docente como trabajador implica el reconocimiento de la docencia como una forma lícita y legítima de sostenimiento económico personal y familiar, y del docente como un portador de derechos específicos mediante la existencia de marcos regulativos del desempeño y de sindicatos de trabajadores.

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