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Reporte de lectura: DE LA PRÁCTICA REFLEXIVA LA TRABAJO SOBRE EL HABITUS.


Enviado por   •  8 de Diciembre de 2016  •  Ensayos  •  1.934 Palabras (8 Páginas)  •  423 Visitas

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Reporte de lectura: DE LA PRÁCTICA REFLEXIVA LA TRABAJO SOBRE EL HABITUS

César Arturo Flores Fonseca

La  práctica  reflexiva  postula  de  forma  implícita  que  la  acción  es objeto de una representación donde se da por supuesto que el actor sabe lo  que  hace  y  que,  por  tanto,  puede  cuestionarse  los  móviles,  las modalidades y los efectos de su acción. Así pues, toda reflexión sobre la acción  propia o de los demás lleva consigo una reflexión sobre el habitus (sin tener conciencia de ello) que  la  sustenta,  sin  que  el  concepto,  y  todavía  menos  la  palabra,  se  utilicen  de forma general.

Resulta  difícil  medir el carácter repetitivo de  las propias acciones y reacciones, y todavía resulta más  difícil  percibir de forma reiterada los efectos negativos de no hacer caso, asustar o ridiculizar a tal alumno o alumna, de formular consignas, de impedir que los aprendices reflexionen por sí mismos anticipando sus preguntas, etc. En la reflexión sobre la acción, poner en entredicho la parte de nosotros que conocemos y asumimos no resulta una tarea fácil. Todavía es más difícil e incómodo ampliar la reflexión a  la  parte  de  pensamiento  pre reflexionado  o  inconsciente  de  nuestra  acción.

Y es que la inconciencia de nuestros actos nos lleva desarrollar esquemas de acción repetitivos dejando en claro que la repetición, aunque sea menos apasionante que la invención permanente  de la vida,  está  en  el  centro  del  trabajo  y  de  toda  práctica,  pese  a  que  las  micro variaciones exigen micro ajustes de los esquemas. En realidad, la claridad, la seguridad, la precisión, la elegancia de los gestos del enseñante no son, más que su voz, su postura o su vestimenta, ajenos a su presencia en clase, y a la forma de establecer la relación pedagógica. Pero las «gesticulaciones» del pedagogo no agotan su práctica.

La práctica pedagógica  es una  intervención  singular,  en  una  situación  compleja  que  nunca  se  reproducirá  de  forma exactamente idéntica. Aprender  de  la  experiencia  consiste  en  servirse  de  momentos excepcionales  para  comprender  lo  que  somos  y  lo  que  valemos, pero también supone distanciarse de los esquemas, del listo-para-pensar, del listo-para-reaccionar que evita, en un período de tiempo normal, plantearse demasiadas preguntas antes de actuar.

No hay práctica reflexiva completa sin diálogo con su inconsciente práctico, es decir, sin concienciación. Considerando lo anterior, trabajar sobre la propia práctica es, en realidad, trabajar sobre un conjunto de acciones comparables y sobre lo que las sustenta y les asegura cierta invariabilidad. De esto se habla en el título, donde la palabra queda definida como, Habitus: sistema  de  disposiciones  duraderas  y  que  se  pueden  transponer  que  integra todas  las  experiencias  pasadas  y  funciona  en  cada  momento  como  una  matriz  de percepciones,  apreciaciones  y  acciones,  y  posibilita  el  cumplimiento  de  tareas enormemente  diferenciadas,  gracias  a  las  transferencias  analógicas  de  esquemas que permiten resolver los problemas del mismo modo. (Bourdieu, 1972, pp. 178-179)

Puesto que el habitus es un conjunto de disposiciones interiorizadas, captamos exclusivamente sus manifestaciones, a través de los actos y de las formas de ser en el mundo. Por tal motivo, una práctica reflexiva que se extienda al habitus se enfrenta a una terrible complejidad. De donde se puede puntualizar que una  elaboración  reflexiva  y  meta cognitiva  únicamente  tiene  sentido  si proporciona  al  actor  un  cierto  control  de  su  inconsciente  práctico.  ¿De qué sirve saber cómo funcionamos si no logramos cambiar?

Por ejemplo, cuando una enseñante exige que cada alumno le diga adiós con un apretón de manos y mirándole a los ojos, sabe lo que hace y cree saber por qué. Lo que ella desconoce, es cómo transforma insidiosamente este  ritual  en  inquisición  o  en  dominación  y  la  satisfacción  que  halla  en  imponerse  e imponer cada día lo que muchos considerarían un castigo dejando de lado la concienciación.

La  concienciación  solamente  se  desencadena  bajo  la  presión  de  los  fracasos  y  los obstáculos  con  que  tropieza  el  individuo  cuando  desea  lograr  los  objetivos  que  lo motivan.  La  causa  de  la  conducta  de  concienciación  es  esencialmente  extrínseca  al individuo. Si, en su confrontación con el entorno, no se encontrara con obstáculos que pudiera superar, la máquina cognitiva estaría estropeada. (Vermersch, 1994, pp. 84-85), con todo lo serio que pueda ser,  un  enseñante  puede  vivir  en  cierta  confusión  y  no  siempre  tendrá  la  energía  y  la fuerza deseadas para «salir adelante" (Fernagu Oudet, 1999).

El deseo de cambiar nace de la decepción, del descontento de lo que hacemos. Lo que una persona  quiere  hacer  evolucionar,  es  en  primer  lugar  su  práctica,  entendida  como  la repetición de actos similares en circunstancias análogas. Cuando la repetición persiste a pesar de sus buenas resoluciones y de su intento de controlarse, dominarse y disciplinarse, termina por  decirse  que  está  impulsada  por  un  esquema  o  varios  esquemas  de  pensamiento  y  de acción que escapan a su conciencia y a su voluntad más de lo que desearía.  La eliminación de viejas rutinas lleva su tiempo; los esquemas no desaparecen de nuestra «memoria inconsciente», sino que los negamos, censuramos o inhibimos,  debido  a  que  pueden  resurgir  en  situaciones  de  emergencia  o  de  tensión  y entrar en conflicto con los aprendizajes más recientes.

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