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Sobre La Escuela


Enviado por   •  25 de Febrero de 2014  •  1.943 Palabras (8 Páginas)  •  177 Visitas

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Sobre la escuela

Breve reflexión sobre algunas cuestiones educativas.

Un círculo vicioso?

Los alumnos no quieren aprender, no les interesa, la escuela es un lugar de reunión social, un sitio obligado, un paso más en la carrera de la vida. Los profesores no quieren enseñar, desalentados, por el desinterés de sus alumnos, por las condiciones de trabajo en que se desenvuelven, por el desinterés de sus propios colegas en el caso de alguno que se comprometa con su profesión seriamente. Los alumnos pierden horas de clase por ausencia de sus profesores, los alumnos sufren el deterioro de la escuela, ven un baño antihigiénico, una escuela que parece abandonada, una contradicción tras otra es su realidad y aquello que pretenden inculcarle. Abandonan la escuela para trabajar (en el mejor de los casos), y de seguro con un pobre concepto de sus profesores continúan sus vidas, y propagan ese concepto y el docente poco a poco ve como su figura se desdibuja y su profesión se desvaloriza. En una escuela precaria, con alumnos cuyas necesidades pasan por lo más básico y docentes que no quieren enseñar y que cuando quieren hacerlo chocan contra la burocracia del sistema que los encasilla a trabajar dentro de limites bien definidos, el circulo vicioso se retroalimenta, y parece caer en espiral hacia abajo, siempre hacia abajo.

La formación de los jóvenes de las clases más bajas, que por desgracia son la mayoría, es un tema de difícil tratamiento pues son muchos los factores implicados. Las desventajas de estos frente a los jóvenes de clases más acomodadas son enormes en cuanto a oportunidades; y así como los primeros acumularán de seguro cierto resentimiento en contra de la sociedad que los “acoge” y los carga con la responsabilidad de ser el futuro mostrándoles un mundo de desesperanza en la cara; los segundos no podrán entender desde sus cómodas posiciones el sufrimiento de los primeros, por más que lo quieran es en la vivencia, en las experiencias buenas o malas, donde reside la verdadera esencia de la comprensión del comportamiento de cada persona. Los pobres querrán ser ricos pero jamás los ricos querrán ser pobres o al menos menos ricos. El resentimiento de un lado, la justificación burguesa del otro alimentan más otro círculo vicioso que es también parte del primero, la desigualdad sin razón, el para qué?

Algunos temas a tener en cuenta para comprender estas realidades serán tratados a continuación.

Un círculo no tiene comienzo ni fin.

El Neoliberalismo

Sin profundizar, diremos que uno de los rasgos del neoliberalismo es la sociedad de consumo y que esta se encuentra promovida por los medios masivos, dirigida de modo directo a los jóvenes. En esta época aquello que se puede tener parece ser (o es) más importante que lo que se tiene (o lo que se es). Así las tendencias de la moda o la música pasan a ser para los jóvenes, más importantes que por ejemplo, la política. El movimiento rápido del mundo es más seductor que las tradiciones estáticas y estructuradas. “El vacío de lo público genera una tendencia a irse desvinculando de las instituciones, asociaciones, pactos sociales, normas de civilidad, normas ciudadanas.” (R. Reguillo, Instituciones desafiadas, pag. 5). La pérdida de identidad que sufren los jóvenes respecto a las instituciones, en particular, a la escuela, se debe a este vacío, a esta desatención a los cambios del mundo, acelerados por la creciente tecnología de las comunicaciones. Los jóvenes se alejan de las escuelas en busca de trabajo, en busca de la zanahoria que nunca alcanzan y que los medios le muestran día a día; y en esa desazón encuentran en sus pares también marginados, luchando por ganar un lugar en el sistema. Esta globalización que “hegemoniza”, no hace más que aumentar el resentimiento de los pobres que, al tropezar en su lucha, buscan la respuesta al para qué sectorizándose, aislándose del resto de la sociedad.

Los docentes frente a los jóvenes, frente al estado, frente a los colegas

Los cambios cada vez son más rápidos, la tecnología no da tregua en su avance y los jóvenes en permanente contacto con ella, se comunican y nuclean de acuerdo a sus intereses. Y sus intereses pueden ser muy diversos, aquello que les resulte atractivo puede parecer inmoral a un profesor tradicional. Los docentes, salvo quizás algunas excepciones, no se adaptan a los cambios de la sociedad juvenil, a las nuevas “tribus”, a los nuevos dialectos. Los jóvenes los ven en muchos casos como seres obsoletos, incapaces de comprender su realidad, para ellos el docente es un opresor, un enemigo, y el desinterés por los conocimientos que debe dictar el docente es el arma que utilizan contra ese enemigo. Y los docentes no están preparados para esta guerra y muchos se rinden prontamente y esto no es de extrañar, pues aquel que pretende enseñar a conciencia, choca no solo con el alumnado, sino con el sistema que lo sostiene. No es la precarización de la escuela como edificio, equipamiento, etc, la única traba que reciben, sino que además se encuentran dentro de una estructura inflexible basada en la clasificación de currículos, la designación de profesores por especialidad y la organización del trabajo en horas de clase ( Terigi, Los cambios en el formato de la escuela secundaria Argentina, pag 64). Estas pautas hacen del docente una especie de autómata, un técnico de la educación (Giroux, Los profesores como intelectuales trasformativos), sin capacidad de decidir por si mismo, de adaptarse a un alumnado que requiere un dinamismo constante. Todo este marco desalienta a los docentes: por un lado deben correr de un lugar a otro para cumplir horarios y rara vez forman realmente “parte” de alguna escuela; deben someter su juicio crítico a una estructura (irónicamente debe

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