ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Trabajo SUEÑOS. MUERTE


Enviado por   •  23 de Marzo de 2016  •  Trabajos  •  1.614 Palabras (7 Páginas)  •  157 Visitas

Página 1 de 7

SUEÑOS

Un día cualquiera me senté a pensar, mirando mi escritorio y el monitor al frente mío, había una hoja en blanco, blanca como la nieve, y vacía como el corazón de la persona que en esa silla se sentaba; un cuarto que a medio día y en pleno verano, era tan frío, o al menos así lo sentía él, el ambiente más frívolo que el más triste funeral; una gota de sudor se escapaba hábilmente de su frente y recorría un desierto en su camino de bajada, rápidamente se secaba con el camibuso que traía puesto, y evitaba que ésta siguiera su recorrido libremente, un silencio que ni en el lugar más lejano se podía hallar, sentía su  corazón latir, pero creía haber fallecido, un ser biológicamente vivo y mentalmente –sentimentalmente- muerto.

Allí donde el reloj ya marcaba las 9:22 pm del día 6 de septiembre y del año 2015, había muerto una persona que llamaban Juan Pablo Ferrer Zapata, o así aparecía en su documento de identificación, otros le decían Ferrer, y otros aún más atrevidos Hermano o amigo, e inclusive en colaboración de un amigo (…Otros le decían perri). La noche se había apoderado de su entorno y se había llevado su aliento, no quedaba más que un cuerpo vacío y sin esperanza, que intentaba agarrarse a la vida, pero no se agarraba de nada. Era ahora el frío era real y no dejaba hacer nada, había congelado cada parte de su cuerpo y tiritando el hombre no podía escapar de su lamentable final; y la hoja en blanco ahora lo miraba a él, y se perdía en ese blanco profundo donde no había nada ni nadie. Sus pensamientos habían escapado a otra órbita buscando un ser que tuviese vida y trajera a la realidad todo lo que éstos planteaban sin poder salir a la luz, ya fuere por medio de gritos o susurros, e inclusive algo tan simple como un escrito. Cuando recobra consciencia ya el reloj marca las 10:02 pm, el frío ha abandonado su cuerpo y el calor ha vuelto, su corazón que poco a poco vuelve a latir, esta vez con fuerza y la sangre cálida da vida a ese ser inerte que yacía sobre aquella silla. Luego de haberse incorporado, procede a prender la luz, y se ilumina un lugar oscuro y todo cobra sentido de nuevo, todo tiene un espacio asignado; pero, la hoja sigue vacía, pero ya no vacía como ese corazón, sólo vacía, y es que ese corazón aunque sirve para enviar sangre, creo que algunos poetas y locos enamorados lo han calificado y utilizado como metáfora por cientos de años, para enamorar e inspirar a sus inspiraciones, o mejor dicho, sus musas. Que muchas veces no eran de ellos y la imposibilidad de no poseerlas hacía de ese cóctel mortal un manjar afrodisiaco y más adictivo que la peor droga. Sin embargo continúan, porque al fin y al cabo, todo eso, la suma de tristezas que a veces se multiplican, unas cuantas felicidades que elevamos a la enésima para dividir los malos ratos, dan como resultado a lo que algunos denominan vida, algo tan complejo y sencillo al mismo tiempo, un universo que habita en cada ser y sólo uno es capaz de adentrarse en otro y no perderse, o  inclusive estando perdido sentirse en casa, esa es la magia; que un día opaco y triste, lluvioso y frío, se convierta en el mejor día de primavera, cálido y grato, ameno, lleno de alegría y risa, risa de la más pura, esa que alimenta el alma, donde un beso se volvía el poder más grande que pudiese existir y el amor el material más duro que nada podía dañar, unos ojos café y una sonrisa brillante, acompañada de una boca carnosa que haría pecar al más santo, la perdición y salvación dentro del mismo envase, muerte y vida en el mismo lugar…en la misma persona…

MUERTE

Así, antes de que el sueño se hiciera realidad, donde todo comenzaba con un niño, inseguro de sí mismo, dueño de nada, y con ganas de tenerlo todo. Aquel al que todos criticaban, y nadie le tendía la mano cuando lo tumbaban, se cansaba de quedarse en el suelo llorando, siendo ese niño sensible que de sus padres, o lo poco que les veía pudo aprender de ellos. Eran jornadas largas y más largas eran las noches donde ese niño se sentaba en la cama a mirar al techo e imaginar el cielo (si es que realmente existía) y maldecir casi todo, casi nada, a él y a los demás, era un pesimismo a su máxima expresión, tal vez nadie entendía, y es que nadie sabe cómo lastima el infierno hasta que las llamas te queman. Era un niño como cualquiera, sobresaliente pero introvertido, inteligente pero inseguro, él vivía dentro de su mundo donde nada importaba, o al menos eso creía, pero las marcas en su cuerpo lastimado, luego de un castigo sin sentido de la empleada que sus padres habían contratado, le hacían recordar que la realidad era poco más cruda de lo que él pensaba; así que contaba las horas y a veces los segundos (cuando no se distraía por cosas tan simples como ver una mariposa volar, o quedarse mirando una hormiga pasar) había que admitirlo, era bastante distraído, pero cómo no serlo, cuando hasta lo más pequeño te sorprendía, si los programas de naturaleza que veía era el mundo que deseaba conocer, o aquel programa de pokemon que le hacía anhelar que éstos existiesen; era una mezcla fantástica de realidad y ficción, más de la segunda que la primera, y ello le ayudaba a ser feliz, a no vivir en esa realidad que sólo buscaba lastimarle en lugar de entenderle. Pasaba el tiempo, un enemigo y a veces amigo, que cuando le placía corría como el más rápido de la maratón, pero cuando deseaba torturarle, caminaba más lento que el agonizante caracol el cual habías bañado en sal ése mismo día, el día en el que perdía sensibilidad hacia la vida.

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (8.9 Kb)   pdf (98 Kb)   docx (11.6 Kb)  
Leer 6 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com