Violencia En Sis Penal
juanjotroncoso2 de Noviembre de 2014
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“DE LA CRIMINOLOGÍA A LA
SOCIOLOGÍA JURÍDICO-PENAL”
BREVE RECAPITULACION EPISTEMOLÓGICA
EN TORNO A LA ‘CUESTION CRIMINAL’
GABRIEL BOMBINI
Prof. Adjunto de Criminología y Derecho Penal
Facultad de Derecho
Universidad Nacional de Mar del Plata
INDICE
I. Introducción y problemas epistemológicos. II. Orígenes, concepto y
denominación. III. Relaciones con otros saberes adyacentes: la
antropología criminal, la psicología criminal, el derecho penal, la política
criminal, la penología. IV. Objeto, Paradigmas y Corrientes. V.
Criminologías críticas. VI. Sociología del control penal. VII. Sociología
Jurídico-Penal. VIII. Necesidad de la investigación en América Latina: por
un campo de saber crítico, político, pluridisciplinar y empírico.
I. Introducción y problemas epistemológicos.
Como casi ningún otro campo de conocimiento, la Criminología ha
generado un enorme debate epistemológico, dadas las constantes
problematizaciones que han provocado, entre otras cuestiones, la delimitación
precisa de un área de estudio, la definición de su objeto, sus fuentes, las
fronteras con otras disciplinas adyacentes como el derecho penal, la política
criminal, la penología, la psicología criminal, la antropología criminal, etc.;
poniéndose en cuestión hasta inclusive, su propia denominación.
Como advierte Zaffaroni (1993:5) que “…las controversias en el campo
criminológico tienen –y han tenido siempre- tal entidad, que no son pocos los
autores que niegan su existencia como saber autónomo, como ‘ciencia’ y hasta
como orden de conocimientos más o menos válidos…”.
Eventualmente, no obstante para quienes admiten su existencia, la
controversia no cesa, en tanto la posibilidad de afinar unívocamente
definiciones epistemológicas básicas que permitan su perfecta delimitación
como ámbito de saber autónomo, resulta altamente problemático.
En este sentido, con enorme tino, el recordado Enrique Marí (1985) en
una rica contribución vinculada a la obra de Michel Foucault, ya asignó a la
criminología un rótulo gráfico al definirlo como un “espacio polivalente”.
De igual modo, Ceretti (2008:76) indica que el carácter multidimensional
de la criminología “…obliga a hablar de criminologías, más que de una
criminología…”1.
En tanto que Pavarini subraya no sólo este aspecto sino la relevancia
de la búsqueda externa de su objeto: “…bajo el término criminología se pueden
comprender una pluralidad de discursos, una heterogeneidad de objetos y de
métodos no homogeneizables entre sí pero orientados –aún moviéndose desde
puntos de partida muy lejanos- hacia la solución de un problema común: cómo
garantizar el orden social…” (1980:18).-.
Semejante definición, supone la asunción de un campo de saber
políticamente situado, pero limitadamente crítico por cuanto en todo caso,
cualquier postulación se reconduce siempre y en definitiva a la satisfacción de
demandas de orden social (Pavarini, 2006).
A todo evento, tal señalamiento puede funcionar como punto de partida
de un recorrido de los diversos problemas epistemológicos de la “criminología”
en la búsqueda de un campo de saber crítico para el ámbito latinoamericano,
particularmente problemática, en razón de las habituales prácticas punitivas
con alto contenido de violencia que despliegan los sistemas penales de la
región2.
A ello se dedican las siguientes páginas.
1 En igual sentido, Anitua en su óptica de análisis de los discursos sobre la cuestión criminal destaca la
necesidad de la pluralización: “Historias de los pensamientos criminológicos”: 2005.-
2 Es Zaffaroni –por todos- el que se encarga de destacar la necesidad de un saber crítico en torno a los
sistemas penales en latinoamérica: “…todo esto nos demuestra que en nuestro margen es necesario un
saber que nos permita explicar qué son nuestros sistemas penales, cómo operan, qué efectos producen,
por qué y cómo se nos ocultan esos efectos, qué vínculo mantienen con el resto del control social y del
poder, qué alternativas existen a esa realidad y cómo se pueden instrumentar…” (1993: 19).-
II. Orígenes, concepto y denominación.
En la línea de lo expuesto, es dable señalar que ya la definición del
propio origen de la criminología como campo de saber autónomo resulta una
cuestión controversial.
En este aspecto, se afirma que una primer reflexión moderna sobre la
‘cuestión criminal’ se yergue a partir del ideario iluminista (Taylor-Walton-
Young, 1977:1; Bustos Ramírez, 1983:15), plasmado en el pensamiento de
los clásicos del derecho penal, cuya figura sobresaliente resulta la de Cesare
Bonnesana, Marqués de Beccaria, y su famosa obra De los delitos y de las
penas.
No obstante, por otra parte, se sostiene con fundamentos certeros que el
origen de la criminología, se sitúa en el Siglo XIX, con el desarrollo del
denominado positivismo criminológico, identificado primordialmente con sus
afamados cultores italianos, Cesare Lombroso, Enrico Ferri y Raffaelle
Garófalo.
En concreto, la propia expresión “Criminología” reconoce recién sus
orígenes en la obra del antropólogo francés Paul Topinard, quien en el año
1879 utilizaría –por primera vez- dicha denominación (cfr. Bonger, 1916).
Pero, como con acierto destacaba Juan Bustos Ramírez (1983: 16),
esta discusión sobre el punto de partida de la criminología “…no tiene un
carácter meramente historicista, sino que apunta a una controversia más
profunda de carácter epistemológico…”.
Así, añade Bustos que ello resulta de tal modo por cuanto: “…para el
iluminismo el problema social y criminológico son antes que nada una cuestión
política, es decir, ligada a la concepción de Estado que se tenga o al Estado
que exista. Hay, pues, una dependencia respecto de la estructura misma del
Estado –y en especial de su estructura jurídico-político-institucional-, que es
justamente la que origina los problemas sociales y criminológicos…” (17); en
tanto que: “…por el contrario, para el positivismo hay un grupo social y un
Estado a consolidar. Los problemas sociales y criminológicos son
consecuentemente sólo datos dentro de este contexto y simplemente se trata
de acomodarlos a él, buscando la eliminación de los factores que los causan en
cada caso. Por eso lo orgánico, lo útil y lo relativo aparecen como sus rasgos
distintivos. Se trata de la armonización y coherencia del cuerpo social en su
totalidad, ya no de criticar sino de organizar y, por eso mismo, de reducir todo
análisis a la búsqueda de aquello que es útil para la consolidación del Estado,
desechando entonces cualquier otra disquisición o crítica como irreal o
metafísica…” (17-18).
Por tanto, concluye el autor indicando que: “…en suma, quien conciba el
mundo social como algo dado, absoluto y perfecto en cuanto tal, en que lo
único que cabe es sólo su organización y armonización racional, es decir,
eliminar el desorden o los fallos que en él se producen y que tienen su origen
en nuestra defectuosa aprehensión de la realidad, pondrá como origen de la
sociología y la criminología al positivismo. Por el contrario, quien conciba el
mundo social como algo sujeto a transformación, en que no se trata
simplemente de corregir los fallos de funcionamiento, sino de cambiar y
replantearse sus estructuras, en otras palabras, quien asuma una postura
crítica, pondrá como punto de partida de la sociología y la criminología al
iluminismo …” (18).-
III. Relaciones con otros saberes adyacentes: la antropología criminal, la
psicología criminal, la sociología criminal, el derecho penal, la política
criminal, la penología.
A su vez, las relaciones de la criminología con otras áreas de
conocimiento también han resultado históricamente problemáticas, en tanto ha
generado espacios de disputas a la fecha, irresueltas3.
Es sabido que la criminología ha nacido –en su origen positivista con
estatuto científico- como antropología criminal para estudiar al hombre
delincuente, y tiene, desde un principio estrechos lazos con la medicina
(Ceretti, 2008: 69).
Paulatinamente se va forjando un campo interdisciplinario con la
psicología criminal de corte causal explicativo del fenómeno delictual que se
interesa por investigar los déficits que en ese orden presentan los individuos
peligrosos.
La ampliación del ideario positivista alcanza también al ambiente como
influencia decisiva en el individuo y por ende, como factor explicativo del delito,
por lo que junto con la obra de Enrico Ferri cobra vuelo la denominada
sociología criminal, luego profundizada por Grispigni.
Por su lado, la criminología clínica –heredera de la antropología
criminal- se ocupa del caso individual
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