ARTE POSMODERNO COMO REPRESENTACIÓN DE LAS REALIDADES FEMINISTAS.
Laura ArosaEnsayo1 de Mayo de 2017
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Laura Alejandra Arosa Escobar
Ensayo 2
Iniciación a estudios feministas y de género
Natalia Julieth Giraldo Castro
Rosa Ines Curial Pichardo
ARTE POSMODERNO COMO REPRESENTACIÓN DE LAS REALIDADES FEMINISTAS
Una universalidad que no consideraba los contextos históricos, ni las experiencias individuales y colectivas de muchas mujeres que si bien eran víctimas del sexismo, eran también atacadas por los efectos de otros sistemas de dominación como el racismo, el clasismo, el heterosexismo.
Ochy Curiel
El posmodernismo como movimiento cuyo principal legado es la oposición frente el proyecto moderno y el modernismo mismo, fue y es convertido como un espacio propicio para la resolución, visibilidad y acción política del feminismo, por medio de la negación y crítica sobre los paradigmas del poder y el discurso de la hegemonía del hombre moderno, europeo, blanco, heterosexual y católico, un hombre que pensó en el progreso y desarrollo pero solo para su hemisferio, un progresismo eurocéntrico y por ello totalmente excluyente, que delimitó la periferia y se bautizó como primer mundo, la agresividad de su avance y posicionamiento, sometió a la otra mitad del mundo, permitiéndole conocerla como “otra” y no como propia; precisamente en este sentido de ubicación centro/periferia, se basó su control, pero con el surgimiento de la era posmoderna estas ideologías empiezan a cambiar, siendo la antítesis como tal del proyecto moderno, el tema principal a tratar es la multiculturalidad, la eliminación de límites preponderantes y más específicamente la presencia de este fenómeno en el arte.
El hombre moderno se basó en la supuesta Razón como justificación a toda la opresión dirigida a aquellos que consideraría como “otros” partiendo de consideraciones físicas, La “raza”, igual que la clase y el sexo ha sido concebida como categoría social de poder basada sobre la ideología de la diferencia fenotípica (Brah, 2004), todo con pretextos de naturalización e ideas de la normalidad (normalidad que ellos ordenaron como suya y como únicos sujetos) y que reforzaban caracteres de imposiciones de marca tal como lo describe Wittig(2006) en el texto el pensamiento heterosexual “antes de que sean vistas de esa manera, ellas tuvieron que ser hechas de esa manera”, estas opresiones que fueron perfectamente legítimas en la edad moderna y más que legales mucho antes de ella, se encuentran en una época de transición y oposición , de una época de crítica, donde movimientos sociales se dieron lugar para la conformación de múltiples ideas y organización de grupos alternativos en contra de estas imposiciones sociales androcéntricas y eurocéntricas, por supuesto uno de los movimientos más importantes fue el feminismo.
En la década de los 70’s muchas cuestiones y luchas se dieron a cabo, el feminismo atravesaba por su segunda ola y cualquier forma de lucha y visibilidad que respaldara el legado de “lo personal es político” era bienvenido, acogido e impulsado, el arte posmoderno que fue buen representante durante ésta época de las peticiones y confrontaciones feministas, tenía un carácter aún más amplio y que acogía perfectamente otras luchas alternas que partían desde el mismo feminismo pero que buscaban ir un paso más allá y personificar a todas y cada una de las mujeres del mundo. El concepto del mundo ya no se resumía entonces a un continente europeo, sino que la transculturalidad se dio paso para demostrar que el mundo poseía otros continentes que no solo eran terreno de explotación, sino que en él habían personas, con otras miradas, cosmologías y vidas, que tenían grandes mentes y proyectos que compartir, como un lema que profesar “aquí estamos”, y el mundo es más que el que ha contado la historia desde la colonización, una colonización vista según Lugones(2011) como un proceso de reducción activa de las personas, la deshumanización que los hace aptos para la clasificación, el proceso de sujetificación, el intento de convertir a los colonizados en menos que seres humanos, y a los colonizadores como únicos “sujetos/agentes”.
Pero dentro del mismo movimiento feminista existían actitudes que permeaban desde afuera las concepciones de lucha, que se resumían en un etnocentrismo visto como racismo y en una subestimación y homogenización de las mujeres que no hicieran parte de su territorio europeo que reproducía las secuelas del colonialismo Chandra(2008) agrega los feminismos occidentales por sí solos se convierten en los verdaderos “sujetos” de esta contra-historia. Las mujeres del tercer mundo, en cambio, nunca se colocan más allá de la generalidad debilitante de su estatus de “objeto.” y que con la marca de subdesarrolladas o en desarrollo como se bautizó de igual forma a los países tercermundistas, y que según esto Europa progresó y se desarrolló, América Latina, África y algunos países del Oriente no han logrado hacerlo, es por ello su carácter inferior y por eso su invisibilidad “también nos representan como mujeres políticamente inmaduras que necesitan ser educadas y formadas en el carácter distintivo del feminismo occidental”(Chandra.2008) sobre estos supuestos se crea entonces desde el eurocentrismo (como desde la colonia) un imaginario de una mujer tercermundista promedio, que comparte exactamente las mismas experiencias que el resto de mujeres en su territorio, ignorando así la heterogeneidad y espicificidad de las relaciones de categorías cruzadas entre sí: raza, clase y sexo, lo que ocasiona obviedades homogéneas que lo único que hacen es hacer inútil la presencia de estas mujeres y de igual forma inútil los estudios feministas, dejándolos teorizados y que difícilmente puedan generar una propuesta de práctica.
Sobre esta crítica surge la importancia de mostrar las realidades singulares de cada espacio y territorio en Latino América, África y el Oriente, y de cada mujer inmiscuida en situaciones diferentes; en esta parte es importante recalcar que este carácter de diversidad se encuentra muy bien representado y podría incluso reconocerse como un aspecto en común debido a la variabilidad de la paleta de colores utilizadas en la mayoría de obras, también características propias del arte posmoderno como la mirada más figurativa sin dejar totalmente de lado ciertos rasgos abstractos, quizá por ello el arte moderno finalizó, se tenía una concepción única de un sujeto europeo que se desenredó y desarrollo a su mínima o máxima expresión: la abstracción absoluta y la resolución del arte en un lienzo blanco como resultado del desarrollo modernista, esa homogeneidad que proclamaba fue representada de esta manera, pero que con el posmodernismo resurge el arte rescatando no solo lo que ya había conseguido su progreso sino los espacios, movimientos, personas y vidas que seguían encontrando su identidad.
El arte sobre lienzo al igual que el blues que describe minuciosamente Davis, Angela(2012) en “I Used To Be Your Sweet Mama. Ideología, sexualidad y domesticidad”, tuvo como objetivo detener lo que la autora reconoce como síntoma y prevalecedor de la opresión el secretismo y el silencio que históricamente han acompañado a la violencia machista están conectados a su construcción social como un problema privado, secuestrado tras las impenetrables paredes domésticas, y no como un problema social, que merezca atención política, su objetivo era dar fuerza al legado “lo personal es político” la visibilidad de cada situación que cada artista logra plasmar, transmitir y evocar es lo que el posmodernismo aportó, hacer públicas estas obras, compartirlas e incluso entrelazarlas, las denuncias en contra del heterosexismo opresor, las personificaciones de las mujeres en situaciones específicas otorgadas por sus lugares de nacimiento, residencia, marca e historia.
“Looking into the mirror, the black woman asked, ‘Mirror mirror on the wall, who’s the fairest of them all?’ The mirror says, ‘Snow White, you black bitch, and don’t you forget it!!!”[1] Carrie Mae Weems, quiero iniciar con esta obra porque aunque no es la primera en orden cronológico representa perfectamente una de las situaciones por las cuales la raza es complejizada, la percepción de belleza siempre ha descrito a la mujer blanca burguesa, este estándar que representa de una manera muy pregnante la artista Carrie Mae Weems feminista afroamericana que en 1987 publica esta fotografía dentro de su colección “Ain’t Jokin” en el Museo de Brooklyn, obra que representa lo escrito en el Manifiesto Colectiva del Río Combahee(1977) “Todas somos personas dañadas solamente por el hecho de ser mujeres Negras" desde lo más inocente de la niñez a través de cuentos (en este caso blanca nieves y los siete enanitos) instauran ideas fijas y categorías universales que describen lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, construidas únicamente en perspectivas esencialista negativa, traducida en el racismo, y la violencia, las implicaciones sociales por supuesto son gigantescas y es lo que han llevado a lo largo de la historia la discriminación y escenarios como la esclavitud, el apartheid, la xenofobia, entre otras; y ni hablar de las implicaciones psicológicas generadas sobre cada sujeta.
El arte afrodescendiente tuvo como precursor e impulsor el movimiento Black feminist, que al igual que en la política como en el arte, se organizaron como una institución separada al sentirse discriminadas y menos preciadas, en este mismo movimiento se supone totalmente liberador como se nombra en el Manifiesto Colectiva del Río Combahee(1977) Las Negras, otras tercermundistas, y trabajadoras se han comprometido al movimiento feminista desde sus principios, pero fuerzas reaccionarias exteriores tanto como el racismo y el elitismo dentro del mismo movimiento han servido para obscurecer nuestra participación. Como lo escribí anteriormente en el campo del arte ocurrió lo mismo el Movimiento de Arte Feminista en Estados Unidos (Feminist art movement in the United States) se enfocó principalmente en consideraciones propias de su raza blanca, que no eran tan transversales o trascendentales como lo son para las feministas de raza negra, ya que esto ha significado desde siempre una desigualdad en condiciones partiendo desde la esclavitud, y que incluso al salir de ella con la emancipación continuaron haciéndose presentes, después de ganar su libertad las personas negras no se encontraban en mejores condiciones económicas o políticas de las que estaban antes de ello, fueron libres más por su cuerpo, toda su historia ha tenido un rumbo totalmente diferente, y de ello quiero recalcar especialmente dos obras, la primera llamada “La liberación de la Aunt Jemima” (The Liberation of Aunt Jemima) 1972 por Betye Saar, una artista feminista afrodescendiente, residente de la ciudad de Los Ángeles, desde su ubicación americana no olvida sus raíces africana (muy difíciles, incluso imposibles de ignorar) y con esta obra lanza con contenido crítico y hasta jocoso de la situación irónica de las mujeres negras en Estados Unidos, Aunt Jemima una mujer negra siendo una de las figuras publicitarias más reconocidas y consumidas en Estados Unidos y actualmente en todo el mundo, representa una imagen de una mujer feliz, de unos pancakes hechos en casa, cuidados con tradición y sabor hogareños, perfectos para acompañar con miel de maple al desayuno, pero, ¿por qué algo tan reconocido mostrando a una mujer negra en su empaque? entonces Betye Saans no solo dirige esta obra a las cuestiones de género respecto a la división sexual del trabajo (cocina y cuidado), sino también a las de raza, pero, lo que es más interesante esta mujer tiene varias transformaciones en la misma obra, la imagen publicitaria recubre la caja en la que se encuentra, dentro de la cual se posiciona una pequeña escultura de ella misma en una mano sosteniendo una escoba y en la otra sosteniendo un rifle “transformándola de un siervo feliz y cuidador a un militante orgulloso que exige la agencia de sus derechos dentro de la sociedad”[2] al mismo tiempo sostiene un cuadro de ella misma cargando a un niño blanco descripción que quiero acompañar con el pensamiento de Somos parte de un contingente de mujeres con identidad de objeto. Ayer, al servicio de frágiles señoritas y de nobles señores tarados. Hoy, empleadas domésticas de las mujeres liberadas “(Carneiro, 2005: 22). Realidad de mujeres diferentes y de historias heterogéneas.
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