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Aprendizaje de la Bioética por competencias

agvmetroEnsayo28 de Abril de 2016

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Aprendizaje de la Bioética por competencias profesionales

Arturo García-Villaseñor Médico Genetista, Maestro en ciencias y educación

¿Cómo aprender bioética?

Antes de abordar este desafío, es fundamental precisar algunas nociones como Aprendizaje vs. Enseñanza, Conocimiento -en sus significados tradicional y común vs. verdadero y alternativo al habitual, y desde luego, Bioética, respecto a la ética. Sin estas consideraciones, existe la probabilidad de caer en lugares comunes que comportan alcances que deseamos superar, en este -y otros- campos importantes de la experiencia educativa y profesional.

Deliberadamente están escritas con mayúscula inicial esos conceptos -que en apego gramatical no lo ameritan- por estar siendo usados como nombres propios en este capítulo, para distinguirlos con un significado especial como si fuesen definiciones conceptuales de estas variables, que podrían también operacionalizarse si desean medirse.

Esta reflexión responde a tres lecturas de nuestra realidad concreta que puede observarse en diferentes lugares: con frecuencia se menciona a la bioética cada vez con mayor frecuencia y se le atribuyen diversos significados, tan ampliamente dispersos que pudiera llegarse al riesgo de provocar confusión. Así mismo, pareciera que entre más se habla de la bioética, menos se practica en el quehacer cotidiano, como si se tratara de una justificación discursiva ante la insuficiente solidez y consistencia de nuestra forma de actuar cotidianamente. La última observación, relacionándola con las dos anteriores en una una interpretación de nuestros contextos habituales, exige distinguir dos componentes diferenciados de esta disciplina, aun cuando deben formar parte de una sola noción indisoluble: la bioética teórica, principialista, y la bioética aplicada o práctica, cuyos efectos de ésta son mucho más influyentes que de la primera, ya que el ejemplo impone mucho mayor modelamiento que nuestro discurso.


Es sobre estas bases que para responder la pregunta inicial, se hace necesario esclarecer no sólo los principales aspectos conceptuales y cognitivos, sino esencialmente, analizar autocríticamente lo que podemos entender, comprender y comportar en situaciones reales y concretas; nuestro ejercicio en la práctica, donde se juegan diversos papeles: alumno - profesor, paciente - clínico, y otros.

Es todavía común escuchar acerca del proceso de enseñanza – aprendizaje, lo que revela por sí mismo la mirada desde donde se concibe este quehacer educativo, sea formativo, por ejemplo en las licenciaturas, o después de estas, en la educación continua. De ahí que sea crucial reconocer las principales corrientes educativas, aunque sea forma somera, y sobre todo, la perspectiva de donde provienen, ya que todo esto determina el enfoque que como docentes reflejará ese quehacer y al mismo tiempo, lo que los alumnos esperan y por tanto, comportan en esta relación, a medida que transcurren las intervenciones educativas. (1-3)

Si no reparamos aunque sea brevemente en estos aspectos formales, lo que prevalece y seguirá reproduciéndose, es la manifestación de ideas y creencias individuales y colectivas, resultantes de nuestra formación a lo largo de la carrera escolarizada de ambos: docentes y dicentes, el hábitus, que al paso del tiempo determina nuestra forma de ser y de actuar al paso del tiempo. (4)

¿Se puede enseñar bioética? Es una pregunta de apariencia simplista, que si se responde con rapidez, conlleva el riesgo de no trascender la superficialidad, ya que entraña una mirada que ha mostrado escasos alcances, ante lo notorio de los hechos en diversos escenarios: escolares o universitarios, clínicos, hospitalarios, y de otro tipo institucional u organizacional, donde están presentes abogados, autoridades y otras disciplinas o instancias. El panorama es entonces, más complejo de lo que aparenta.

Adelantaré que la respuesta no es unívoca, sino más bien, compleja y contradictoriamente sencilla, es decir, podrá impartirse esta materia y sus contenidos, de tal modo que el aprendizaje dependerá de las estrategias educativas que cada docente disponga, así como de las características y experiencias educativas previas de cada alumno. Por ejemplo, a nivel universitario, habrá influencia del tipo de formación que hayan recibido en su educación media, así como sus estilos de aprendizaje derivados del ámbito familiar de donde provenga, por citar sólo lo principal y notorio. Esta afirmación no pretende ser abarcadora, sino apenas, apuntar hacia lo amplio del campo.


Aunque, conviene externar de una vez, una hipótesis formulada en congruencia con una mirada que promuevo, resultante de una postura ante la educación y particularmente en esta materia que exige una congruencia mayor, respecto de otras: el ejemplo de la propia actuación acompañado de un respaldo teórico, facilitará la tarea de que el alumno aprenda, en este caso, bioética. Sin el ejemplo congruente observado en la práctica, el consumo de información -entre más enciclopedista, más olvidable- se gastará irremediablemente ante la curva de olvido que es inexorable, sin un ejercicio coherente  y motivado ligado a los casos reales de la vida cotidiana dentro del ámbito que se trate.

¿Enseñanza? o ¿Aprendizaje?

Este dilema ya se encuentra ampliamente superado en la actualidad y sin profundizar en la evolución del ámbito educativo durante la segunda mitad del siglo XX, especialmente desde los años ochentas, existe un acuerdo general en centrar el proceso hacia el aprendizaje a cargo del alumno, facilitado por un papel docente que ha venido siendo cambiante con rapidez en forma progresiva o quizá ha debido transformarse ante las innumerables transformaciones del contexto macrosocial -y micro-, determinados entre otros factores por la globalización y sus repercusiones, entre las que destaca la información creciente y sus variadas formas de difundirse y comunicarse.

Sin duda, los medios masivos especialmente electrónicos y el avance tecnológico han influido de manera definitiva en modificar las formas tradicionales de entender el proceso educacional. Sin ahondar en este asunto, ya la idea de las clases en aula no son la única opción, aun cuando su presencia es medular, no representa el claustro escolar la única forma de llevar a cabo las estrategias educativas, sean asignaturas, áreas o módulos, dentro de una carrera o como parte de un diplomado, por mencionar los procesos formativos principales o de actualización, desde la educación media hasta la etapa superior a nivel universitario, especialmente en éste.

Las tecnologías de la información y comunicación, han irrumpido con velocidad en nuestro ámbito educativo, sin tener cabal certeza de las disposiciones -o predisposiciones- de profesores, así como de su formación docente. Esas herramientas poderosas, como cualquier herramienta, no posee un valor intrínseco, sino que uno  como sujeto le confiere su utilidad, riesgo o perjuicio. Es decir, si nuestra visión es clara y está al día con bases filosóficas, pedagógicas y personales básicas, el uso de estas tecnologías será sin duda muy provechosa, ya que no desplazará ni usurpan el papel que como docentes tenemos el privilegio de desempeñar con los alumnos.


Si por el contrario, el quehacer docente tiene insuficiente firmeza teórica, instrumental y reflexiva, esas herramientas tecnológicas tomarán ese importantísimo papel de modo complaciente, desplazando la figura central del sujeto que las debe utilizar para beneficio del ejercicio reflexivo, que es una de las capacidades más elevadas e irrenunciables del quehacer no solamente académico, sino más ampliamente, social de todo ser humano. (5,6)

Es precisamente, a partir de esos cambios en el contexto multinacional y al interior  de nuestro país, que se difundió ampliamente el concepto de “sociedad de la información”, que va venido transformándose por el de ‘sociedad del conocimiento’.

Este panorama reciente por sí mismo representa un doble reto, ya que la información se multiplica cada día en forma muy rápida y resulta indispensable desarrollar habilidades para poder reconocer, seleccionar y abordar las fuentes necesarias de modo correcto y útil.

Situándonos en el vasto campo de la bioética y sus variados ámbitos, siendo multidisciplinaria, se torna más claro que debemos tener mayor claridad y aptitudes para poder desarrollar criterios que nos permitan orientarnos en la búsqueda y recuperación de la información pertinente en esas fuentes, sean primarias o secundarias, para no confundirnos o ‘intoxicarnos’ con excesiva información que no tenga un sentido claro - y aplicable- una vez que la poseemos.

Por el contrario, la finalidad es que nuestro aprendizaje, en este caso de la bioética, resulte de la reflexión y la participación activa de los alumnos, fomentada por el docente en un microambiente deliberadamente propicio y creado con el propósito de desarrollar habilidades para leer críticamente, tanto informes de investigación en publicaciones periódicas, o lo que sigue siendo habitual, el leer libros de texto en esta materia de una forma superable al acto de leer y estudiar de modo común, con alcances limitados con frecuencia respecto a un aprendizaje efectivo o significativo, según la perspectiva. (2,7)

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