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CASO: LOS PUMAS, CORONACIÓN EN PARÍS


Enviado por   •  10 de Septiembre de 2020  •  Apuntes  •  2.154 Palabras (9 Páginas)  •  322 Visitas

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Magister en Dirección de Recursos Humanos

Módulo: Habilidades Directivas

CASO[1]: LOS PUMAS, CORONACIÓN EN PARÍS

Pablo Anaya Ottone

La selección argentina de rugby logró en el Mundial de Rugby disputado en Francia en 2007, el principal hito de su historia en este deporte. El caso revela alguna de las claves de este importante logro, que nace de capacidades de liderazgo individual y del trabajo en equipo.

Es 19 de octubre de 2007 y los Pumas se aprestan a enfrentar su mayor desafío, escalar al tercer lugar del mundo en un deporte en el que no han sido protagonistas al nivel de otros en los que los argentinos han marcado tendencia en el mundo entero. En pocos segundos, saldrán a la cancha para enfrentar al seleccionado de Francia por el tercer puesto en el Mundial de Rugby y la estampida metálica de los botines de expectantes guerreros deportivos resuena contra el piso del vestuario. Es el sordo ruido de leones enjaulados, asustados, ansiosos por descargar toda la energía acumulada para este trascendental momento.

Pero antes escuchan una sola vez que emerge en el camarín. "¡Esto es más que una camiseta!", grita su capitán Agustín Pichot, con el puño cerrado y la mirada que se clava en cada uno de los que lo rodean. "¡Esto son los amigos, es el club, es nuestra historia! Esto es lo que hicimos durante el último mes, los últimos tres meses, el último año, los últimos diez años. En estos 80 minutos, que no quede nada. ¡Vamos a jugar por nuestra historia y por el que tenemos al lado! Y disfrutémoslo. Que para muchos, será el último", dice Pichot con la voz contenida por la certeza de que está diciendo la verdad más grande de su vida. Cuando termina, hay silencio. "Ahh…", suspira uno. "¡Vamos!", exclama otro.

Cuarenta hombres enormes, listos para la batalla, son ahora un puñado de nenes con el llanto atragantado que miran con ilusión y miedo a Pichot, el más bajo de todos, el Gran Capitán.  En la gran mayoría de los casos, difícilmente puede pensarse en un discurso como ése. Algo así sólo puede salir del fuero más interno y por eso resulta tan conmovedor, incluso para los que jamás han pisado una cancha de rugby. Lo que ahí se juega es la voluntad de cuarenta compañeros que saben que van a hacer algo que es mucho más grande que la suma de sus voluntades individuales.

Con lugar para los musculosos, pero también para los livianos y rápidos, en el rugby se puede ser de todo, menos carentes de valor. El rugby es en extremo físico y sus jugadores embisten y se lastiman. Por eso, dice Pichot, es la arenga. "Antes del partido, hay mucho miedo. Yo, por lo menos, tenía mucho miedo de que me lastimasen. La arenga es para subir, para encarar la batalla con mayor hidalguía", explica. Claro que entonces, en los momentos previos a salir a romperse los huesos en la cancha, no habla cualquiera. El que habla es el líder y Pichot lo era para su equipo.

Lo que parecía imposible, finalmente se logró: Francia 10 – Argentina 34: los Pumas llevan a su país a un tan inesperado como merecido tercer lugar en mundo del rugby. Apenas terminó ese partido final en el que le ganaron nada menos que a los dueños de casa, reunió a los jugadores en una ronda final que era una bomba de alegría a punto de estallar y, previo al alboroto, les dijo algo insólito: "Los amo con toda mi alma". Aquella declaración resultó llamativa por el contexto –los jugadores de rugby no suelen amarse en público– y por quien la dijo: antes de encontrar la paz y el amor en el ocaso de su carrera, Pichot también fue un hombre enojado. "Como todos los petisos, es duro de carácter y no siempre está de buen humor", se ríe su compañero Felipe Contepomi.

El trabajo en equipo es un modo de gestión, y si se entiende como tal, con las dificultades y ventajas que tiene, puede convertirse en una importante herramienta para la ventaja continua. En el deporte y en la empresa, la lógica de conformación de equipos para el alto rendimiento puede verse equivalente.

Marcelo Loffreda, entrenador que lideró a los Pumas en el histórico logro, es quien tuvo la experiencia de formar este excepcional equipo de rugby, desde un origen marcado por el amateurismo de sus jugadores frente a condiciones profesionales de sus más difíciles oponentes. El presupuesto en la preparación de los Pumas para el Mundial alcanzaba a los US$ 3MM, muy distante a las grandes potencias profesionales (como referencia, Inglaterra destinó US$80MM a su preparación).

Hoy, siendo ya rugbistas profesionales, los jugadores recuerdan como compartieron la misma formación amateur en sus clubes y aprendieron en ella a ser una pieza más de un todo integrado. Según Loffreda, “en un equipo de rugby no pueden existir los protagonismos desmedidos, los jugadores son muy solidarios entre sí; desde el lado de los entrenadores, para evitar crear estrellas, los tratamos a todos por igual”.

Cohesionar a un equipo de trabajo no siempre es tarea sencilla. En la empresa ocurre, lo que en el rugby…; las personalidades a veces chocan, no todos pueden ser iguales ni pueden ser amigos entre sí. Pero, a pesar de ello, debe haber una convivencia y mucho respeto. Dado lo anterior, poner en marcha al equipo de trabajo implica establecer pautas y definir comportamientos en sus integrantes. Es el cumplimiento de esas normas lo que permite a los miembros seguir estando dentro del equipo; en la etapa inicial, cuando éste se va conformando, es el momento donde se establece la clase de vínculo que se va a desarrollar en el grupo que pasamos a reconocer como equipo. Las reglas claras y la información son esenciales para lograr los objetivos que el equipo se plantee.

Para preparar el Mundial 2007, los Pumas definieron dejar de lado las “excusas” frente a los tradicionalmente más fuertes rivales y se jugaron por invertir los limitados recursos concentrándose seis meses antes del Mundial en el Athletes Performance Center de Pensacola, EE.UU.. El propósito era cohesionar al equipo, pensando en grande, fortaleciéndose en un espacio de primer nivel y alcanzar la mística colectica frente a la aspiración de lograr triunfar.

“Nos despertábamos a las 6.30 para entrenar y nos acostábamos bien temprano, no porque teníamos que hacerlo sino porque simplemente no podíamos ni movernos…” recuerda  con orgullo Pichot. La determinación comenzó a apoderarse del equipo y surgieron las estimulantes voces internas en varios de ellos: ¿acaso no tenemos derecho a soñar en grande, preparándonos desde quienes somos y no otros?

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