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CUERPO, ESCUELA Y FINITUD

Jhon VargasMonografía4 de Marzo de 2018

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CUERPO, ESCUELA Y FINITUD*  

                                                      **Jhon Alexander Vargas Rojas ***Claudia Ramírez[1]        [pic 1]

     “Una enseñanza sin muerte es la muerte absoluta de la enseñanza, porque no tratar de lo que más importa descalifica a cualquier institución sobre el saber”.                         Verdú (2002)

El cuerpo: superficie de inscripción de los sucesos, lugar de disociación del Yo, volumen en perpetuo derrumbamiento. (…) Debe mostrar al cuerpo impregnado de historia, y a la historia como destructora del cuerpo.

(Foucault, 1992:15)

[pic 2]

Cuerpo y finitud en la escuela

Investigar sobre la relación entre cuerpo, finitud y práctica pedagógica en la escuela implica una reformulación de los términos en que se piensan y viven estas dimensiones, principalmente porque se hace fundamental situar la discursividad que las habita y las prácticas performativas que las constituyen. Por lo tanto, dicho trabajo de indagación solo es  posible en un contexto histórico que las determinan, desde unas economías que las administran y desde unas apuestas ético-políticas que las configuran.

En la escuela se materializan y se producen un conjunto de discursos sobre lo que deben ser los sujetos que la conforman, principalmente en dos niveles; primero, se idealiza un sujeto racional en los términos propuestos por la modernidad, y segundo, se definen los contornos de los cuerpos de estos sujetos en tanto simples vehículos de esa realización teleológica.

En este orden de ideas, la visión moderna ha producido el cuerpo fuera de la historia, y en consecuencia, su educación solo ha sido agenciada desde saberes disciplinares que lo entienden como materia natural-domesticable, peor aún, las disciplinas que se encargan del cuerpo, han sido relegadas a un espacio de menor importancia, en palabras de Scharagrodsky (2009:3) “las disciplinas que “supuestamente” han centrado su atención en el cuerpo (educación física, lúdicas, deportes, gimnasia, excursionismo, ejercicios físicos, entre otras) han sido consideradas de poco valor”.

De este modo, se define el tipo de cuerpo que se desea construir en la escuela  en tanto sea “pertinente para la producción de un sujeto racional, disciplinado, ascético, productivo, reproductivo, blanco, heteronormado, codificado binariamente en géneros polarizados, y ahora presto al consumo exponencial e incesante” (Escobar, 2013: 134) para lograr este propósito el cuerpo se determina como un conjunto de órganos, músculos y huesos que debe ser cuidado e higienizado y no como una producción  que resulta de prácticas educativas.

Dicha construcción discursiva de la modernidad, ha incidido en la vida de las escuelas, a tal punto que se evita que temas como la producción de cuerpos y la muerte sean debatidos, estudiados y reflexionados en la cotidianidad de las aulas; de alguna manera,  los convierte en algo lejano, vergonzante e indigno como contenido escolar.  

Así por ejemplo

“[…] jamás haya habido tanta apertura y flexibilidad educativa como en la actualidad, a pesar de la creciente tendencia al desarrollo de la escuela hacia y desde lo cotidiano, y de conocer la conveniencia de la prevención, etc., todavía nadie nos enseña a encontrar un sentido aséptico (no-parcial), significativo y sobre todo autodidáctico, de la muerte. Y mucho menos a morirnos”. (Herrán, 2007:15)

 Por lo tanto, la escuela como elaboración que encarna y se sustenta en un ideal de progreso, ha definido su agenda desde la negación de lo precario del ser humano, se hace una defensa del conocimiento sobre el cuerpo, de la vida sobre la muerte y de forma estructural una negación de la finitud como parte de la propia humanidad.   En este sentido, y situándonos en la misma línea argumental, podemos reflexionar sobre el potencial ético-político de una pedagogía de la finitud en la escuela que atraviese las maneras como se materializa en el cuerpo un proyecto que niega la precariedad y silencia la propia muerte.

En este orden de ideas, se hace fundamental problematizar: primero,  la subvaloración de toda experiencia no racional que se da en la escuela, vinculado principalmente con una negación de la condición finita de los sujetos, y por lo tanto, con una ausencia tácita de la muerte como parte de la trayectoria de la vida, más allá de su condición biológica;  y segundo, la manera en la que se materializan los cuerpos, a través de las prácticas educativas,  para lograr que su trayectoria de constitución, sea marcada desde la racionalidad moderna y se desconozca su lugar precario, situacional, gramatical.

La metodología una oportunidad para problematizar la vida en la escuela

El cuerpo en la escuela como experiencia gramatical- moderna, moral y teleológica- supone un rayado que limita y produce un tipo particular de materialidad, por lo tanto se  insiste en que la realidad del cuerpo es performativa, en otras palabras, histórica, contextual, atravesada por relaciones de poder e ideológica-. Tal conceptualización permite problematizar  la articulación de la materialidad del cuerpo con las dimensiones relacionales y no racionales, principalmente el vínculo con la muerte con una dimensión de alejamiento de la corporeidad y una negación de su finitud.

De esta manera se busca indagar sobre dimensiones que no se han tenido en cuenta  en la escuela como: la relación  cuerpo y subjetividad,  la escuela como espacio de producción de cuerpos, la finitud y  la pedagogía para la muerte. Esa  problematización  se configuró en el  objetivo general  al comprender la manera en que operan las prácticas escolares para producir discursos sobre cuerpos infinitos.

De acuerdo con el propósito general de este estudio, se optó por el método cualitativo y el enfoque biográfico narrativo ya que permiten abordar la acción de la vida cotidiana en contextos específicos y simbólicos como  la escuela y los cuerpos. El enfoque biográfico narrativo se ha convertido en una perspectiva de indagación que reivindica la dimensión personal,  al facilitar identificar significados y saberes que se desarrollan en la construcción social cotidiana y en nuestro caso permite describir las prácticas pedagógicas presentes en la escuela y su relación con la conformación de cuerpo, muerte y finitud.

Para Bolívar, Domingo y Fernández (2001) el enfoque biográfico narrativo y sus metodologías correspondientes permiten acceder al conocimiento de la vida personal y privada, siendo el relato narrativo una forma de discurso organizado con una trama, secuencia temporal, personajes y contexto, por lo tanto, debido a la naturaleza contextual,  las narraciones desde la escuela se dirigen a cuestionar las distintas maneras cómo se logra una materialidad de la prácticas educativas en los cuerpos de los sujetos que participan de forma activa en la cotidianidad de lo escolar.

Teniendo en cuenta cotidianidad escolar la investigación se realizó en un colegio distrital ubicado al sur de Bogotá, correspondiente a los estratos socioeconómicos 1, 2, 3., se realizaron 240 encuestas a estudiantes de sexto a undécimo con tres preguntas abiertas sobre el cuerpo, la finitud y su relación con la escuela.  Otro registro correspondió a la conformación de un grupo focal con 6 integrantes de un colectivo feminista del colegio. De igual manera se realizó un relato con 80 estudiantes de grado décimo entorno a la pregunta: ¿Qué harías si fuera tu último día de vida? También se implementaron entrevistas a estudiantes de 6°, 9° y 11° y profesores. Para complementar los registros estudiantes de 6°, 9°, 11°, profesores y coordinadoras aportaron sus narraciones autobiográficas. [pic 3][pic 4]

Los anteriores registros permitieron situar el agenciamiento que hacen los estudiantes, docentes y coordinadoras sobre el cuerpo, finitud y su importancia en la escuela bajo el presupuesto fundamental, de que el narrar, no solo remite a un dar cuenta, sino que la narrativa da forma, ordena, sitúa marcas y plantea trayectorias a materializar, incluso a defender.

Para el análisis de los contenidos recogidos en la primera fase de trabajo de campo en la investigación se relacionan los tres modelos propuestos por Bolívar, Domingo, Fernández (2001) que ampliados desde los análisis posestructurales, permiten situarnos frente a la articulación que dibuja la narración.

Primero; “La arqueología”, como una manera de rastrear desde el presente los puntos contextuales que permitieron la emergencia de un fenómeno o de una marca subjetiva; examina la manera en que ciertas formas de conocimiento son normalizados y aceptados como verdad. Segundo: la trayectoria, la cual hace énfasis en la manera como se desarrolla el proceso educativo, las instancias de materialización y de fijeza de los procesos; de este modo se examinan las maneras como la discursividad produce los efectos a los que le da nombre. Y tercero, “El modelo estructural”, que revisa la temporalidad externa al sujeto o el fenómeno, la manera como el contexto apuesta y agencia por ciertas formas de ser.

Situados en nuestro enfoque de investigación los resultados tienen por lo menos dos características: Primero, más allá de dar cuenta del tipo de cuerpo que se produce en la escuela y como éste está relacionado con un proyecto moderno de progreso, la investigación contribuyó a situar las gramáticas que hacen posibles en la escuela, sus formas de operar y la manera cómo actúan para disimular su historicidad.

Segundo, desde la elaboración de antecedentes hemos podido concluir que el tema del cuerpo y la finitud en la escuela están ausentes, por lo menos a nivel curricular, sin embargo, esta situación de ninguna manera supone que no haya un conjunto de técnicas y acciones que modelan los cuerpos y su experiencia temporal y espacial, por lo tanto, la investigación espera hacer visibles esas técnicas y acciones que se disputan los términos en los que pueden ser leídos y construidos los cuerpos como materia infinita.

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