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Claude Levi-Strauss "Mirar, Escuchar, Leer" . Reflexiones


Enviado por   •  5 de Febrero de 2013  •  1.550 Palabras (7 Páginas)  •  1.007 Visitas

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He elegido este capítulo y no otro por que si bien estaba ya agotado de leer el libro, me ha parecido el único capítulo que conectaba conmigo en cuanto a intereses personales dentro del arte y curiosidad por el conocimiento se refiere. He de admitir también que a su vez, es único capítulo que se dejaba leer con cierta soltura y donde el autor no se pierde en un mosaico de citas y apuntes que hacen difícil retomar el hilo de las cuestiones que plantea.

Me interesa porque se analizan el arte y sus manifestaciones en unos estados que se describen en el libro como “primitivos”. Y se narran costumbres, mitors, y formas de organización social distintas en estas tribus.

Coincido con el autor en que este arte se refiere a lo sobrenatural, lo que no acaba de apuntar es qué es para estos pueblos lo sobrenatural.

Me refiero a cómo entienden estos pueblos lo sobrenatural, cómo funciona su espiritualidad. Me resisto a llamar a estas sociedad primitivas o primigenias. Quizá el término “originales” sea más acorde. Estas tribus o pequeñas sociedades se caracterizan en mi opinión por un muy mayor grado de conexión, y a su vez dependencia- para con su entorno natural. A él están ligados y a él se deben. Las sociedades que llamamos más avanzadas son entonces aquellas que se han separado más de su entorno, que se han independizado de él. Pudiendo en muchos casos incluso imponerse a este o controlarlo –algo que en las culturas originales era propio de héroes y mitos-.

Jugamos a ser dioses, como dice la frase. En las sociedades indígenas los dioses y los espíritus manan de la naturaleza y de su entorno, habitan en él y por lo tanto, estas gentes las entienden como algo muy real. Por eso se llaman creencias. Yo que no soy religioso ( y quizá precisamente por ello ) me fascino con las figuras y entes a los que las creencias de cualquier sociedad se refieren para explicar y dar un sentido fantástico y mucho más poético a su vida diaria. No es de extrañar que me fascine más cuanto más distintas y alejadas sean estas creencias de mi cultura. Esto no es nada nuevo, los artistas de las vanguardias no miraron hacia áfrica si no para buscar volver a los orígenes, para desandar lo andado y crear sus propios caminos.

Si se observa, esta independencia del entorno natural de nuestra sociedad que he citado antes es aplicable en verdad, a todo, y el autor en cierto modo la nombra, refiriéndose a la independencia de la música que llama erudita. También a la espiritualidad. Como se ejemplifica a través de unos fantásticos mitos en el último capítulo, está mucho más en armonía con su entorno que la nuestra. Tiene lógica en cierto modo, que una espiritualidad sea mucho más concreta auténtica en cuanto que la sociedad que la creó afronte unos retos o situaciones también más concretos ( me resisto a llamarlos simples). Me refiero, por ejemplo, a que un pueblo que durante generaciones ha residido en una zona desértica como los navajo, tenga mitos que hablen de la serpiente, del coyote, el polvo y la arena, la lluvia, espíritus de la cueva, etc. Que por otra parte son en muchos casos tan brutales como la propia naturaleza, son entes de culto por miedo y respeto, incontrolables, deidades que pueden ser furiosas, que castigan y que han de ser complacidas. Una espiritualidad muy específica, que funciona tanto mejor cuanto menos visión global alcanza. En nuestra sociedad en la que nosotros somos de hecho, los dioses y espíritus, la espiritualidad y las religiones se refieren a conceptos más bien abstractos y relativos de conducta personal que nada tienen ya que ver con nuestro entorno. Son el demiurgo que estaba por encima de los antropomorfos dioses griegos. No se refieren a él –el entorno natural- ni a nada físicamente concreto. Algo que tiene la ventaja de ser una espiritualidad globalmente aplicable y la desventaja de ser susceptible a interpretaciones de esos conceptos abstractos –¿es la filosofía una escisión de la espiritualidad?- , creando disputas internas, etc. Tampoco hay espíritus que habiten objetos físicos concretos. Si no otros seres humanos que ejemplifican el buen o el mal seguimiento de estas abstractas pautas de conducta a las que me he referido.

Esto queda ejemplificado en el antiguo y nuevo testamento, donde en el antiguo podemos ver a un dios aun primigenio, original; en cuanto a que castiga en vida y lo hace a través del entorno natural, mata, arroja plagas y arrasa ciudades. Mientras que en el nuevo es un dios envía señales u ángeles (espíritus inconcretos, tanto que ni siquiera

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