ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

LAS TRES FUENTES DE LA REFLEXIÓN ETNOLÓGICA-Claude Lévi Strauss


Enviado por   •  26 de Abril de 2015  •  1.904 Palabras (8 Páginas)  •  324 Visitas

Página 1 de 8

LAS TRES FUENTES DE LA REFLEXIÓN ETNOLÓGICA-Claude Lévi Strauss

La etnología tiene por objeto de estudio al hombre y en principio sólo se distingue de las demás ciencias humanas por lo acusadamente alejado, en espacio y tiempo, de las formas de vida, pensamiento y actividad humana que trata de describir y analizar. Las humanidades no clásicas han intentado extender el campo de acción, y la etnología, desde este punto de vista, no ha hecho sino prolongar hasta sus límites últimos el tipo de curiosidad y actitud mental cuya orientación no se ha modificado desde el Renacimiento, y que sólo en la observación y en la reflexión encuentra definitivo cumplimiento. De esta manera, la etnología aparece como la forma reciente del humanismo, adaptando éste a las condiciones del mundo finito en que se ha convertido el globo terrestre del siglo XX: siglo a partir del cuan nada humano puede ser ajeno al hombre. Sin embargo, las sociedades de las que se ocupa el etnólogo, si bien son tan humanas como cualesquiera otras, difieren, sin embargo, de las estudiadas por las humanidades clásicas u orientales, en que en su mayor parte no conocen la escritura; y en que, varias de entre ellas no poseen monumentos representativos de figuras animadas. La etnología puede, pues, por lo que hace a su objeto, permanecer fiel a la tradición humanista; no así en lo que se refiere a sus métodos, dado que la mayoría de las veces echa en falta los medios- textos y monumentos- utilizados por aquélla. De esta forma, la etnología se ve constreñida (obligada) a buscar nuevas perspectivas. Le es necesario valerse de todos los medios a su alcance: ya sea situándose bien lejos del hombre en su condición de ser pensante o ya sea, por el contrario, situándose mucho más cerca: cuando el etnólogo trata de identificarse con el grupo cuya manera de vivir comparte. Siempre forzado a permanecer en un lado u otro del humanismo tradicional, el etnólogo llega sin quererlo a dotar a éste de instrumentos que no dependen necesariamente de las ciencias humanas, y que han sido a menudo tomados a préstamo de las ciencias naturales y exactas, por un lado y, de las ciencias sociales, por otro. La originalidad de la etnología reside precisamente en el hecho de que siendo, como es, por hipótesis una ciencia humana, no puede, sin embargo, permitir que se la aísle de las ciencias naturales y sociales con las que varios de sus propios métodos mantienen tantas cosas en común. Desde este punto de vista, la etnología no sólo transforma el humanismo cuantitativamente hablando (incorporándole un número cada vez mayor de civilizaciones) sino también cualitativamente, dado que las barreras tradicionalmente levantadas entre los diversos órdenes de conocimiento, no constituyen para ella sino obstáculos que forzosamente debe vencer para progresar. Los problemas que se plantean a la etnología moderna sólo pueden aprehenderse claramente a la luz del desarrollo histórico que les ha dado origen. La etnología es una ciencia joven. Ciertamente, varios autores de la antigüedad recogieron el relato de costumbres extrañas, practicadas por pueblos próximos o lejanos; pero en todos estos casos la narración permanece bien alejada de toda narración auténtica, o bien, se reducen a una escueta anotación de costumbres heteróclitas (extrañas, insólitas) cuya diversidad y singularidad no parece haya llegado a suscitar en sus observaciones curiosidad intelectual verdadera ni inquietud moral alguna. Las preocupaciones etnológicas se remontan a una fecha mucho más reciente, y en su expresión moderna se sitúan, por así decirlo, en una encrucijada: nacen, no lo olvidemos, del encuentro de varias corrientes de pensamiento heterogéneas, lo que en cierta medida, explica las dificultades de las que la etnología, aún hoy, no es sino heredera atormentada. La más importante de dichas influencias está directamente relacionada con el descubrimiento del Nuevo Mundo: para los hombres del siglo XVI fue antes que nada una revelación cuyas consecuencias intelectuales y morales permanecen aún vivas en el pensamiento moderno. De manera imprevista y dramática, el descubrimiento del Nuevo Mundo forzó el enfrentamiento de dos humanidades, sin duda hermanas, pero no por ello menos extrañas desde el punto de vista de sus normas de vida material y espiritual. La existencia del hombre americano no había sido prevista por nadie o, lo que es aún más importante, su súbita aparición verificaba y desmentía al unísono el divino mensaje (cuanto menos así se creía entonces). En efecto, es verdaderamente en suelo americano donde el hombre empieza a plantearse, de forma concreta, el problema de sí mismo y de alguna manera a experimentarlo en su propia carne. Se encuentra en las creencias y actitudes de ambos pueblos (Alma inmortal) el testimonio fehaciente de la gravedad con que se encara el problema del hombre y donde ya se revelan los modestos indicios de una actitud verdaderamente antropológica, pese a la rudeza propia de la época en que por primera vez aparecieron. América ha ocupado durante tanto tiempo un lugar privilegiado en los estudios antropológicos por haber colocado a la humanidad ante su primer gran caso de conciencia. A partir de aquel hecho Europa supo que existen otras formas de vida económica, otros regímenes políticos, otros usos morales y otras creencias religiosas de las que en aquel entonces se creían, radicadas en un derecho y revelación de origen igualmente divino y respecto de lo cual sólo cabía poseerlos para su pleno disfrute o carecer absolutamente de ellos. LA ANTROPOLOGÍA HABÍA LLEGADO A SER PRÁCTICA INCLUSO ANTES DE HABER ALCANZADO EL NIVEL DE LOS ESTUDIOS TEÓRICOS. En tales condiciones no deja de resultar curioso que el segundo impulso que debían experimentar las preocupaciones etnológicas proceda de la reacción política e ideológica que sigue inmediatamente a la Revolución Francesa y a las ruinas dejadas por las conquistas napoleónicas. El inicio del siglo XIX sorprende

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (11.9 Kb)  
Leer 7 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com