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Clima Escolar

Xcampos55 de Abril de 2015

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GESTION DE LOS CLIMAS DE CONVIVENCIA ESCOLAR PARA LA

FORMACIÓN DE CIUDADANOS

Introducción.

Actualmente los establecimientos educativos se han afanado en el logro de

objetivos académicos, sea por el prestigio institucional o por la obligación de evaluar los

aprendizajes en base a los estándares de calidad impuesto por nuestro Sistema

Educativo. Esto ha hecho que en la práctica se han priorizado los tiempos para abordar el

currículum en amplitud y alcanzar altos niveles de rendimiento en las pruebas

estandarizadas. Del mismo modo, la evaluación del desempeño docente se basa en los

resultados obtenidos por sus estudiantes.

“… la urgente valoración de la educación como un medio para potenciar la

economía y el desarrollo ha generado a lo largo de estos años una sobrefocalización

sobre los resultados de los procesos educativos, en desmedro de

dimensiones de proceso, entre los cuales se encuentra la convivencia escolar”.

Siendo ésta la apremiante realidad de la escuela y advirtiendo que paralelamente

se suma la problemática de la convivencia y el conflicto escolar, queda por preguntarse

¿Cuándo, en qué momento, la escuela se hace cargo de esta dualidad? ¿De qué modo

enfrenta y resuelve los conflictos propios de la convivencia? Así encontramos que

generalmente se aborda el conflicto cuando ha escalado o cuando existen episodios de

violencia o francamente cuando la violencia se ha instalado como dinámica habitual para

relacionarse; en tales circunstancias el trato, las normas, el reglamento y las sanciones

que funcionan son violentas en sí mismas. Entonces tenemos un problema difícil, que

demanda un alto costo de recursos humanos y materiales y una serie de intervenciones

complejas y de largo aliento.

Por tales razones y siendo ésta la prioridad de la escuela, en este ensayo se

propone fortalecer la idea de que al gestionar y abordar la Convivencia Escolar de manera

explícita, integral y sistemática, concretamente como parte del currículum escolar y

consistente con el Proyecto Educativo, se mejora positiva y ostensiblemente el Clima

Escolar y como consecuencia facilita los aprendizajes y tiene una alta incidencia en los

resultados académicos del establecimiento. Planteado de este modo, creo que será más

viable gestionar una política de convivencia y generar los espacios los tiempos y las

estrategias necesarias para que la escuela aborde dentro del currículo el desarrollo de

competencias socio-emocionales y afectivas indispensables para la sana convivencia y

formar personas íntegras y verdaderos ciudadanos que requiere la sociedad.

“…el desarrollar habilidades emocionales y sociales, generando ambientes de

aprendizaje seguros, protectores y bien implementados, reduciría barreras al

aprendizaje mejorando el vínculo hacia la escuela, la reducción de

comportamientos de riesgo, la promoción de un desarrollo positivo, y de un mejor

rendimiento académico.”

No es la intensión de este artículo exponer que la enseñanza de la educación

emocional y las habilidades socio-afectivas y éticas son fundamentales para el desarrollo

de toda persona. Ya se ha documentado lo suficiente para convenir que hoy es

indiscutible asumir que toda persona requiere, para desenvolverse bien en la vida

personal, social y laboral el desarrollo de estas competencias personales.

Mi objetivo es plantear el rol ineludible e imprescindible que tiene la escuela de

enseñar las habilidades socio-afectivas, dado el espacio de socialización y de convivencia

que le es propio, pero fundamentalmente porque la formación académica no cubre las

necesidades de los estudiantes para desenvolverse positivamente en la sociedad. La

escuela debe incluirlas en el currículo, no porque ayudan a prevenir la violencia, sino

porque asume el imperativo de formar ciudadanos íntegros, preparados y que también

aporten a la sociedad.

Formar un Clima de Sana Convivencia.

“…el clima social escolar es “el conjunto de características psicosociales de una

escuela, determinadas por aquellos factores o elementos estructurales, personales

y funcionales de la institución que, integrados, confieren un estilo propio a dicha

escuela, condicionante a la vez de los distintos procesos educativos”.

En: El clima escolar y la calidad educativa, Castro Alejandro.

La escuela del siglo XXI, por diversos factores, está apremiada por educar en la

convivencia. Abordar el clima escolar como parte del currículum escolar, implica un

cambio de Paradigma, un modo distinto de ver y enfrentar el tema, puesto que no debería

abordarse por el sólo hecho de evitar conflictos ni para prevenir la violencia

Hoy no queda duda, de la relación directa que existe entre el clima escolar positivo

y el rendimiento de los alumnos a la vez que adquieren mayores habilidades cognitivas y

logran un aprendizaje más efectivo y una actitud positiva hacia el estudio. El estudiante

formado en el academicismo y en la especialización y en un clima social escolar donde la

formación socio-afectiva no es prioridad o peor aún, donde los ambientes sociales son

tóxicos, enfrenta grandes dificultades para insertarse en la sociedad o participa de ella sin

involucrarse positivamente con sus semejantes. Por ello se ha descrito que el factor de

mayor incidencia sobre los niveles de aprendizaje de los estudiantes es el mejoramiento

del Clima Escolar lo que genera también otros beneficios.

“el clima escolar positivo no sólo beneficia los logros académicos de los

estudiantes, sino que también conlleva el desarrollo de una atmósfera de trabajo

que favorece la labor de los docentes y el desarrollo de la organización escolar

De esta manera es muy relevante atender y observar cuál es el Clima de

Convivencia existente en una escuela, y realizar un buen diagnóstico que permita develar

aquello conocido como el “currículum oculto” dando cuenta del modo real como ocurren

las relaciones en la comunidad educativa, las prácticas diarias, las relaciones

interpersonales, creencias, opiniones, y las normas. Con todo, se pueden establecer

necesidades y construir un modelo de convivencia apropiada para ese contexto.

El modelo de Convivencia de un establecimiento es algo propio, único y debe

surgir de un acuerdo de los actores de la comunidad educativa, en base a sus

necesidades, requerimientos y sus percepciones. De este modo se podrán acordar

normas en conjunto y los actores asumen compromisos con mayor responsabilidad. La

práctica cotidiana de una sana convivencia será consistente y comprometida y compartida

por todos. Y aunque el “liderazgo democrático” no sea el modelo imperante en las

escuelas, creo preciso avanzar en la idea de una “convivencia democrática” porque así es

la sociedad y así también debe ser la escuela como espacio de entrenamiento. De otro

modo los estudiantes transitarán desde un espacio individualista y autoritario a una

sociedad comunitaria y democrática sin tener las habilidades para conducirse.

La convivencia escolar implica considerar valores como el respeto a las ideas y

sentimientos de los demás, la tolerancia frente a las diferencias, la aceptación y

valoración de la diversidad y la solidaridad. Estos valores y principios debieran ser

asumidos por la totalidad de la comunidad.

¿De qué manera se pueden gestionar los Climas de Convivencia?

Bajo esta mirada creo que los Climas Escolares nutritivos deben ser gestionados

desde un liderazgo democrático y con un enfoque sistémico y a lo menos en base a tres

consideraciones de fondo: el modelo normativo y disciplinario de la escuela; la enseñanza

y entrenamiento de habilidades socio-emocionales y éticas de los actores de la

comunidad educativa y a modificaciones curriculares que posibiliten los espacios y los

tiempos para el ejercicio de estas habilidades.

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