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Como evalúan las Competencias Parentales los Profesionales de la RED SENAME de la Región del Bío - Bío


Enviado por   •  13 de Julio de 2017  •  Apuntes  •  2.335 Palabras (10 Páginas)  •  280 Visitas

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Como evalúan las Competencias Parentales  los Profesionales de la RED SENAME de la Región del Bío - Bío

Definición de competencias parentales y sus dimensiones.

Para White (2005) las competencias parentales son un equilibrio entre tres aspectos: las condiciones psicosociales en el que transcurre la vida de un grupo familiar, como por ejemplo  el nivel educativo de los padres y madres, las condiciones económicas, contextos barriales de violencia, entre otros. El contexto educativo en que los padres o cuidadores han construido para llevar a cabo sus funciones, dentro de lo cual encontramos las condiciones en que se realiza la función educativa y  las practicas educativas de los padres y madres. Una última dimensión que plantea este autor son las características que presenta el niño/a,  ya que las características particulares de cada niño/a obligan a los padres y madres a  realizar ajustes y modificaciones en  sus prácticas de crianza.

A modo de ejemplo, si una familia  presenta condiciones psicosociales adversas, pero los padres y madres poseen otras capacidades como  el ser capaz de centrarse en las necesidades de sus hijos, tener  expectativas realistas   sobre estos, etc., potencian  las capacidades   de  desarrollo de sus hijos e hijas, en contraste con aquellos padres que en iguales condiciones psicosociales, no se centran en las necesidades de sus hijos/as y no tienen expectativas realistas sobre ellos.  A esto se refiere White con la noción de equilibrio entre estas tres dimensiones.

Otros autores como Barudy J. y Dantagnan M., definen las competencias parentales como las “capacidades prácticas de los padres para cuidar, proteger y educar a sus hijos y asegurarles un desarrollo sano” (p. 77), las que a su vez están compuestas por las capacidades y las habilidades parentales, donde ambas se entre cruzan en un proceso dinámico. Según estos autores las capacidades parentales fundamentales corresponden a la capacidad de apego y empatía, en tanto que las habilidades parentales corresponden a los modelos de crianza y la habilidad para participar en redes sociales y la utilización de recursos comunitarios.

Sandra Azar y Cote (2002) en el marco de intervenciones en situaciones de maltrato infantil plantean que una  parentalidad competente apunta esencialmente a la capacidad de los padres y madres de adaptarse a las necesidades de sus hijos/as. La autora plantea cinco dimensiones de las competencias parentales: La educativa; manejo del niño/a, cuidado físico, expresión emocional y seguridad. La sociocognitiva; estilo de atribución positivo, autoeficacia, expectativas realistas sobre el niño/a. Autocontrol; de impulsos, asertividad, habilidades de autocontrol, percepciones precisas. Otra dimensión corresponde al manejo del estrés; autocuidado, relajación, capacidad para divertirse, apoyo social,  capacidad de afrontamiento y planificación. Por ultimo una  dimensión social como la solución de problemas  interpersonales, empatía y reconocimiento de las emociones.

Otro autor, Reder P. (2003) plantea que para el ejercicio adecuado del rol parental  requiere la concurrencia de tres aspectos: Funcionamiento personal  como resiliencia, agencia personal y  reflexión sobre la propia conducta, competencias asociadas al rol parental directamente como por ejemplo cuidados físicos y emocionales, compromiso con la tarea parental, métodos disciplinarios, aceptación de la responsabilidad parental y por  ultimo competencias que apuntan directamente a la relación con el hijo/a como por ejemplo interés en las experiencias y bienestar del hijo/a, empatía, reconocimiento de las necesidades del hijo/a.

Por ultimo para el autor Rodrigo M. J. y cols. (2009), las competencias parentales pueden ser entendidas como un conjunto de capacidades que permiten a los padres y madres   ejercer su rol de manera flexible y adaptativa, atendiendo además las necesidades evolutivas y educativas de sus hijos e hijas, de acuerdo   a las normas sociales  del contexto en que se encuentra inserto,  apoyándose para ello además en las instituciones sociales que pueden brindarles  colaboración en el ejercicio de su rol. Este mismo autor plantea que las competencias parentales se organizan en torno a cinco categorías: educativa, agencia parental, autonomía y desarrollo personal, vida personal y organización domestica.

De las definiciones anteriores podemos concluir que las competencias parentales implican un variado espectro de categorías, algunas centradas en los contextos sociales de  los padres y madres, otras centradas en  características de los padres tanto en lo que respecta en su relación con el niño/a como también  en lo que respecta a su desempeño social en general, y por ultimo en las características de los niños y niñas.

En lo que respecta a  las evaluaciones en competencias parentales, encontramos insuficientes investigaciones a nivel latinoamericano en el diseño de instrumentos que permitan medir y evaluar las competencias parentales, y en lo que respecta a la situación Chilena estas no han sido validadas en la población infanto-juvenil (Edgar Valencia, 2010) otra dificultad. Además dichos instrumentos evalúan las competencias parentales principalmente desde la propia percepción de las familias involucradas lo que dificulta una evaluación objetiva de sus competencias parentales (Urzúa Alfonso M., 2011). Por otra parte si bien existe un instrumento en Chile diseñado por Barudy J. y Dantagnan M. (2007), éste no es de utilidad práctica en el ejercicio profesional cotidiano, según refieren los profesionales que intervienen en el área.

La dificultad para medir las competencias parentales por parte de aquellos equipos que aborden esta problemática ya sea desde el ámbito judicial, desde la interrupción y/o prevención del Maltrato infantil, afecta negativamente los procesos de diagnóstico, entendido esto como la identificación de los factores que generan la situación de vulneración de derechos, por lo que consecuentemente se dificulta la capacidad para tomar decisiones pertinentes y oportunas, como así también la definición de objetivos y acciones que tiendan a interrumpir y reparar situaciones de maltrato infanto-juvenil. A lo ya descrito se agrega la dificultad de medir los logros alcanzados durante el proceso de intervención y definir la calificación del egreso del sistema del niño/a y/o adolescente.

limitados en número, pero además en su mayoría apuntan al funcionamiento familiar en general, siendo las competencias parentales en algunos casos un aspecto más a evaluar entre otros, es el caso por ejemplo de la Escala de Estilo de Funcionamiento Familiar (Olson D. 1985), un instrumento que recoge la percepción de las familias respecto de su funcionamiento, otro instrumento es la Escala de Evaluación Familiar de Carolina del Norte (NCFAS) diseñada en 1990 por agencias de gobierno norteamericana de protección infantil, universidad y organizaciones sociales, que si bien es cierto es un instrumento que considera la perspectiva de los profesionales en la evaluación del funcionamiento familiar, las competencias parentales son una dimensión dentro de dicha evaluación, cabe señalar además que dicho instrumento no está validado en población chilena (Edgar Valencia, 2010).

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