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Cuando un país comienza a creer que todo es posible. Chile y el fútbol: el desarrollo de dos pasiones


Enviado por   •  10 de Abril de 2019  •  Ensayos  •  1.298 Palabras (6 Páginas)  •  131 Visitas

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Cuando un país comienza a creer que todo es posible

Dicen que el fútbol no es más que 22 personas corriendo detrás de una pelota. Pero el fútbol y sus aficionados, en cada gesto y en cada momento, dejan claro que la frase es equívoca. Porque el fútbol es más que un deporte. Si hubiera que catalogarlo, no es solo una cosa, sino que es varias a la vez: pasión, optimismo, felicidad, e incluso tristeza, rabia o desazón.

Pero por sobre todo el fútbol es transformación, adjetivo que lo convierte en el activo social más importante de la sociedad, incluso por sobre otros deportes colectivos o individuales que podrían históricamente darle muchas más alegrías al país en cuanto a triunfos como el tenis, la gimnasia o la navegación.

Y en esta tesis influyen distintos factores, aunque son principalmente tres los que hacen del fútbol una pasión multitudinaria y a la vez un activo relevante en la configuración de la mentalidad de un país. El primero es que el fútbol está al alcance de todos: lo juegan ricos y pobres, altos y bajos, gordos y flacos. No es necesario estar en Wembley y tener la última generación de implementos para jugarlo; demás está decir cómo desde pequeños con un puño de papeles enrollados, cinta adhesiva y dos botellas a una distancia idónea podíamos armar el partido de nuestras vidas con los compañeros en el colegio. Y daba lo mismo si la cancha era de loza, cemento o tierra, la pelota giraba y era lo único que importaba.

Lo anterior hace que el fútbol sea un deporte multitudinario, pero aún más si tenemos en cuenta la amplia inyección de publicidad y televisación que tienen los principales eventos futbolísticos como el Mundial de Fútbol de la FIFA, la Copa América o la Champions League, la mayoría de las veces por señales de televisión abierta, lo que hace aún más democrático el acceso y cercanía con el público. Además, el fútbol –por lo general- no es un deporte que se disfrute en soledad, sino que la compañía es un hecho esencial para visualizarlo, sea en el estadio o en una casa con la familia o los amigos, hechos que se han transformado en tradicionales dentro de la historia chilena.

El tercer punto, que también hace relevante al fútbol como motor de cambio social y de reconfiguración de los escenarios locales a partir de la pasión que genera, es que las personas se sienten identificadas con las historias personales de quienes fracasan o triunfan en este deporte. Los casos son variados: desde un Francesco Totti que se retiró este fin de semana solo jurando amor eterno a los colores de la Roma en Italia hasta un Alexis Sánchez que brilla en Inglaterra luego de pasar penurias junto a su familia en las canchas de Tocopilla. Y ambos casos, sumados a otros que se puedan enumerar, se asocian a valores que por sobre todo los más pequeños perciben y añaden a su agenda con la misión de parecerse a su ídolo de turno, tanto a nivel internacional como local.

Y es esa sinergia de factores –la simpleza, lo multitudinario y la cercanía- es la que hace que el fútbol influya fuertemente en cómo las sociedades se construyen. Quizás el ejemplo más latente es lo que pasó en el Chile pre y post Mundial de Sudáfrica en 2010 y cómo a través del proceso de Marcelo Bielsa no solo se generó un cambio actitudinal de la Selección Chilena, sino cómo también las palabras del director técnico y las demostraciones de los jugadores dentro de la cancha fueron modificando la mentalidad de los chilenos, extrapolando lo que pasaba durante el partido a la vida diaria de quienes palpitaron con el elenco rojo.

Chile y el fútbol: el desarrollo de dos pasiones

Desde que llegó el fútbol a Chile a fines del siglo XIX a través de los británicos al puerto de Valparaíso, las sombras eran más que las luces en el desarrollo deportivo del país. El Mundial de Fútbol de 1962 fue uno de los primeros grandes hitos para el balompié nacional, revolucionando a todo un país que se ilusionó con el tercer lugar obtenido de la mano de Leonel Sánchez, Jaime Ramírez y Jorge Toro, entre otros. Pero tuvieron que pasar largos años para nuevamente volver a sonreír. Sin duda que el Mundial de Francia en 1998 y el bronce en Sidney 2000 fueron un paréntesis a largos años de tristezas, al menos a nivel de selecciones.

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