La tan añorada eutanasia

Título del ensayo

Por eutanasia se entiende el hecho de provocar la muerte para beneficio de la persona, ya sea con o sin su consentimiento. El término eutanasia proviene del griego eu (que significa bien o fácil) y thanatos (muerte) lo que resulta etimológicamente en "buena muerte". Se debe de aclarar que existen varios tipos de eutanasia (voluntaria, involuntaria, activa y pasiva), los cuales no serán profundizados en el presente ensayo. Dentro del mismo se expondrán y analizarán argumentos única y exclusivamente sobre la eutanasia voluntaria, la cual puede definirse como el hecho de provocar la muerte para beneficio de la persona ante la manifestación explicita de la misma a su deseo de morir.

Tradicionalmente se ha planteado la eutanasia como un conflicto entre la moralidad del ser, donde se plantea los conceptos sobre la vida digna y sobre la dignidad del mismo ser. Asimismo, también se le ha planteado como un conflicto entre el derecho a la vida y el derecho a la libre decisión. Dado lo anterior, cabe señalar que en el presente ensaño se abordará desde un punto de vista humanístico, y no sobre argumentos jurídicos. No obstante, el comentario general estará basado en la legalización de dicho acto.

En años recientes, el debate alrededor del mundo acerca de la normativización de la eutanasia se ha popularizado, las naciones alrededor del mundo han sometido a análisis y debate la regularización dicha acción, para convertir así la eutanasia en una libre elección dentro de los ciudadanos. Mismo debate ha resurgido de manera importante con el acontecimiento del pasado 10 de mayo, cuando David Goodall, científico australiano de 104 años, decidió viajar a Suiza (donde la eutanasia está permitida y contemplada por la ley desde los años 40) para someterse a este proceso y terminar con su vida.

La falta de deseo por vivir fue lo que llevó al científico australiano a tomar un avión a otro país, para así poder cumplir con su voluntad de terminar con su vida de manera pacífica. Dicha acción, nos señala el gran deseo que puede tener una persona por su muerte al ya no vivir una vida digna, por lo que es importante plantearnos la importancia de la vida digna como factor al decidir sobre la eutanasia.

        A pesar que el concepto de vida digna es bastante subjetivo, se puede interpretar como una vida plena donde la persona logra ejercer todos sus derechos y garantías como persona física, así como vivir en un estado de plenitud en aspectos como la salud tanto física como mental. De no llevar una vida digna ¿La vida pierde su valor? Y al perder su valor la vida ¿Tenemos la libertad de terminar con ella voluntariamente de modo pacífico (eutanasia)?

        “La vida es “un valor en sí” desde el momento en que constituye la condición de posibilidad de la libertad. Si opción de elegir sólo es posible en vida, parece que siempre estará por encima de la libertad y, en consecuencia, debe ser respetada y nunca se justifica atentar contra ella bajo el supuesto valor o derecho a la libertad (y consecuentemente, siempre se justificaría alargar indefinidamente la vida en completo sufrimiento, porque ésta es un bien para cualquiera y bajo toda circunstancia).” (Mañon, J., 2016)

        Ante dicho argumento parecería sencillo identificar que moralmente la eutanasia recibe un rechazo total, dado a que sobrepone el derecho a la libertad de decisión ante el derecho a la vida; siendo esto totalmente contradictorio. Sin embargo, más adelante dentro del mismo artículo La eutanasia: derecho a la muerte digna, Guilermo José Mañon añade el siguiente punto “Por último, puede alegarse que, aun cuando se tome la vida como un bien absoluto, esto no descalifica de tajo la eutanasia, porque puede alegarse que a una “buena vida” corresponde una “buena muerte” (en sentido etimológico de eutanasia).” 

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