La última dictadura militar
Juan RedingTrabajo27 de Noviembre de 2019
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La última dictadura argentina | Juan Reding |
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Historia | LA ÚLTIMA DICTADURA MILITAR |
El proceso de reorganización nacional
El 24 de marzo de 1976 se llevó acabo el golpe de estado que derrocó al gobierno de María Estela Martínez de Perón e inició la última dictadura militar en Argentina.
Fue llevada a cabo por una junta militar integrada por los tres comandantes de las fuerzas armadas: Emilio Eduardo Massera, de la marina, Orlando Ramón Agosti, de la aeronáutica y Jorge Rafael Videla, del ejército. Estos contaron con el apoyo de varios sectores como el agro exportador, empresas transnacionales y organismos económicos internacionales como el FMI.
La junta militar inauguró el régimen denominado Proceso de Reorganización Nacional. El objetivo era tomar el poder para transformar la estructura social y económica del país. Durante la dictadura se impuso el neoliberalismo como política económica y se eliminaron todas las expresiones políticas colectivas.
La junta militar impuso algunos mecanismos para tener un poder ilimitado, dejando sin efecto la Constitución Nacional. Se dictó el Acta y el Estatuto de proceso de Reorganización Nacional, en el cual se establecía al órgano supremo de gobierno a la Junta Militar. El presidente elegido por la junta sería Jorge Rafael Videla que ocupó el cargo desde 1976 hasta 1981.
Los militares disolvieron el Congreso y removieron de su cargo a los miembros de la Corte suprema de justicia, también a las autoridades provinciales y nacionales que habían sido elegidas. Partidos políticos e organizaciones fueron prohibidos y se suspendió el derecho a huelga. Todos los cargos del gobierno habían quedado a cargo de las Fuerzas Armadas.
El terrorismo de Estado
Con la dictadura de 1976 se instauró un régimen represivo que las fuerzas planearon y ejecutaron. Estas fuerzas organizadas en los conocidos “grupos de tareas” se encargaban de secuestrar personas y conducirlas a los centros clandestinos de detención. Los familiares buscaban en hospitales, comisarías y de más pero no aparecía información de los mismos, de esta manera surgió la imagen del “DESAPARECIDO”.
A este tipo de actos violentos ilegal por parte de las fuerzas del estado se las denominó Terrorismo de Estado. Algunos de sus objetivos era introducir el miedo en la población y así evitar la actuación política o el ejercicio de la ciudadanía plena. Los desaparecidos eran llevados a centros clandestinos de detención donde se los despojaba de su nombre que era reemplazado por un número, debían moverse en encapuchados y no se les permitía comunicarse con los demás detenidos. Se ejerció una sistemática violación de los derechos humanos. Torturas para obtener datos de sus compañeros militantes. Mujeres embarazadas detenidas que tenían a sus hijos en condiciones inhumanas y luego esos niños eran apropiados y entregados a otras familias. En casos los detenidos eran arrojados al Rio de la Plata en los llamados vuelos de la muerte. Las fuerzas armadas elaboraron la idea de subversivo como un enemigo omnipresente, esta categoría era muy amplia y abarca toda la oposición al régimen político que pretendían imponer los militares. La gran mayoría de detenidos eran jóvenes. También hubo muchos profesionales, artistas y religiosos desaparecidos por tener una ideología diferente a la del régimen. El registro aproximado de desaparecidos según denuncias es de 9.000 personas pero los organismos de derechos humanos sostienen que son 30.000 los desaparecidos.
La Noche de los Lápices
El 16 de septiembre se recuerda la fecha como La Noche de los Lápices y constituye uno de los hechos más conmovedores de la dictadura porque las víctimas fueron estudiantes secundarios. Ente el 15 y el 21 de septiembre de 1976, nueve estudiantes de la plata fueron secuestrados por fuerzas de la policía, comandada por Ramón Camps. Estos adolescentes tendrían entre 16 y 18 años y participaban de los centros estudiantiles de sus escuelas. Las escuelas secundarias de la Plata tenían una intensa experiencia de participación política organizada por los centros de estudiantes que se encontraban articulados dentro de la CES. En 1975 habían obtenido el boleto estudiantil que implicaba una rebaja para los viáticos de los estudiantes. Con la llegada de la dictadura este beneficio fue suspendido al mismo tiempo que la actividad política en las escuelas. Los estudiantes de la Plata se propusieron actuar en defensa de sus derechos. En respuesta los militares desplegaron un operativo a cargo de Miguel Etchecolatz comisario de la provincia de Buenos Aires. A este operativo se lo denominó como La Noche de los Lápices.
Mundial del ´78
En el año 1978 Argentina fue sede del campeonato Mundial de Fútbol. El gobierno de facto tomó la organización de este evento como una oportunidad para derivar la atención hacia el ámbito deportivo, opacando los secuestros y desapariciones que se producían y al mismo tiempo mostrar al exterior una imagen positiva del país. Se conformó al EAM para llevar acabo los preparativos. La llegada de periodistas de todo el mundo no provocó el resultado esperado por el gobierno. Ya que los medios internacionales hicieron eco de la demandas de las organizaciones de derechos humanos que comenzaban a surgir. Los militares argumentaron que se trataba de una Campaña Antiargentina y controlaron la circulación de las noticias internacionales dentro del país y desplegaron una seria de consignas de defensa del gobierno.[pic 3]
La Política Económica de Martínez de Hoz
Al poco tiempo de iniciada la dictadura militar, José Alfredo Martínez de Hoz fue nombrado ministro de Economía: su gestión transformaría profundamente la estructura económica argentina.
Uno de sus objetivos principales fue reducir la intervención del Estado en la economía, siguiendo los preceptos del neoliberalismo que propone que los precios la distribución de la riqueza deben regularse a través del mercado y con mínima intervención del Estado. Para resolver el recurrente problema de la Argentina con su balanza de pagos, propuso que los sectores que no podían competir con la producción del exterior, como la industria, no fueran subsidiados sino reemplazados por aquellos que sí podían hacerlo, como ocurría con los sectores agrario y financiero. Con ello, pretendía desmantelar, por un lado, el Estado intervencionista, y por otro, el modelo de industrialización por sustitución de importaciones comenzado en nuestro país en la década del treinta.
El ministro de Economía estableció el congelamiento de salarios, eliminó el control de precios, redujo los aranceles a las importaciones. La Ley de Régimen de Entidades Financieras liberalizó las tasas de interés que rápidamente subieron, lo que provoco la inversión del dinero en actividades no productivas, como las operaciones bancarias o financieras que daban mayores ganancias.
Durante este período el dólar era barato para los argentinos por el tipo de cambio bajo. Esto favorecía la compra de bienes importados y la realización de viajes al exterior. De este modo las importaciones aumentaron, superando ampliamente a las exportaciones. Este desequilibrio en la balanza de pagos se resolvió a través del endeudamiento externo, en la década del setenta la crisis del petróleo generó una gran disponibilidad de capitales que los países centrales decidieron colocar en el Tercer Mundo en forma de créditos que, en el caso de la Argentina, fueron tomados tanto por empresas privadas como por el Estado.
Martínez de Hoz dispuso un aumento de tarifas e impuestos y la disminución de los salarios de los empleados públicos. Redujo el gasto público y aumentó los ingresos del Estado, que fueron asignados a la compra de armamentos y a la realización de obras de infraestructura para el Mundial de fútbol, autopistas y puentes. Estas medidas condujeron a una concentración del poder económico en las entidades financieras y en las grandes empresas, mientras que se desmanteló a la pe- queña y mediana industrias. También fueron la causa del aumento de la deuda externa y de la redistribución regresiva del ingreso, lo que significa que los sectores sociales más pobres ven disminuido su poder adquisitivo, mientras que aumenta el de los más ricos.
La Reestructuración de la Sociedad
Los objetivos económicos desplegados durante la última dictadura militar habrían estado estrechamente ligados a la voluntad de dividir a los sectores populares para disminuir la capacidad de acción colectiva que presentaban antes del golpe de Estado.
Este autor califica de represivo al poder dictatorial en tanto destruyó todos los tipos de organización social, particularmente en el sector obrero, ya que la desocupación y el nuevo marco legal condujeron al debilitamiento del aparato sindical. Esta política se había iniciado con la Revolución Libertadora y luego se profundizó durante la Revolución Argentina. Pero la represión, en esta nueva dictadura, fue más profunda y consistió en el asesinato, la desaparición y el encarcelamiento de trabajadores y dirigentes sindicales.
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