Las política educativas en México

A lo largo de la historia, cada sociedad ha tenido la necesidad de que siempre haya un líder, alguien que los dirija, alguien que vea por las necesidades existentes y que planee y realice ciertas acciones que permitan cubrir dichas carencias, o bien, que resuelvan un problema que este afectando a la comunidad. A esto, se le conoce como políticas públicas.

De acuerdo a Sojo (2006), las políticas públicas “son toda acción de gobierno encaminada a atender o resolver un problema relativo al interés público. Es una actividad que se desarrolla de manera cotidiana y capaz de ordenar prioridades en torno a diferentes finalidades y propósitos.” Y que junto a la idea de Frohock, citado por Bardach (2007), esto va a ser posible dependiendo de las decisiones del gobierno, en hacerlo o no.

Para México, el manejo de las políticas públicas ha sido un complejo modo de aplicarlas, pues las situaciones y los sucesos que se han desarrollado a lo largo de su historia han traído como consecuencia malas decisiones, lo que ha creado necesidades, pero también oportunidades.

Después de la independencia de México y su consumación en 1821, México experimento varios cambios de gobierno, pero no en la cuestión social, económica, cultural y mucho menos educativa, pues el país al ser muy extenso en territorio, no lograba unificar a una sociedad como tal.    

Fue hasta que Porfirio Diaz asumió la presidencia que el país comenzó un nuevo rumbo, en este periodo, si bien seguía habiendo desigualdad y una constante crítica hacia este gobierno por su correspondiente dictadura (que venía dándose desde el gobierno de Benito Juárez (1858-1872)), México en unos cuantos años llegó a tal grado de competir con otros países primermundistas, sin deuda externa, el peso estaba mejor valuada que el dólar, dio las bases para que se fundara la UNAM, creó varios teatros sobresalientes tales como el palacio de bellas artes, combatió el bandidaje, se construyeron miles de kilómetros de vías férreas, modernizo la industria, reactivó la minería, se construyeron instancias de beneficio social, apoyó a la primer médico de México, su gobierno fue meritocrático, dejo que cada quien ejerciera su creencia religiosa, hizo surgir la clase media, modernizó las metrópolis, y una de las cosas más sobresalientes, la incorporación del positivismo como medio para que el alumno pensara de manera racional y realista a través del método científico.

Fue así que resultaba pensar que México llegaría a ser un país primermundista en todos los aspectos, sin embargo, llegó la revolución mexicana como aparente alternativa para detener el porfiriato. De manera general, la revolución mexicana significa una lucha armada con el fin de devolver los derechos a los pueblos indígenas y así construir un país más democrático.  

Porfirio Díaz simplemente renunció a la presidencia sabiendo que, si continuaba al mando, no iba a poder gobernar de la misma forma, pues los opositores estancarían los proyectos. Es así que se despidió de México con el siguiente discurso en la tribuna legislativa: “A los CC. secretarios de la H. Cámara de Diputados. Presente El pueblo mexicano, ese pueblo que tan generosamente me ha colmado de honores, que me proclamó su caudillo durante la guerra de intervención, que me secundó patrióticamente en todas las obras emprendidas para impulsar la industria y el comercio de la República, ese pueblo, señores diputados, se ha insurreccionado en bandas milenarias armadas, manifestando que mi presencia en el Supremo Poder Ejecutivo es causa de su insurrección. No conozco hecho alguno imputable a mí que motivara ese fenómeno social; pero permitiendo, sin conceder, que pueda ser un culpable inconsciente, esa posibilidad hace de mi persona la menos a propósito para raciocinar y decir sobre mi propia culpabilidad. En tal concepto, respetando, como siempre he respetado la voluntad del pueblo, y de conformidad con el artículo 82 de la Constitución, vengo ante la Suprema Representación de la Nación a dimitir sin reserva el encargo de Presidente Constitucional de la República con que me honró el pueblo nacional; y lo hago con tanta más razón, cuanto que para retenerlo sería necesario seguir derramando sangre mexicana, abatiendo el crédito de la Nación, derrochando sus riquezas, segando sus fuentes y exponiendo su política a conflictos internacionales. Espero, señores diputados, que calmadas las pasiones que acompañan a toda revolución, un estudio más concienzudo y comprobado haga surgir en la conciencia nacional, un juicio correcto que me permita morir, llevando en el fondo de mi alma una justa correspondencia de la estimación que en toda mi vida he consagrado y consagraré a mis patriotas”. - Porfirio Díaz 

Hay cosas interesantes que pasaron en lo que fue la revolución mexicana, como la frase mal atribuida a Francisco I. Madero, la cual es: “sufragio efectivo no reelección”, pues realmente el autor de esta expresión fue Porfirio Díaz, sin embargo I. Madero la utilizo de manera sarcástica hacia el entonces dictador; también el que, aunque parezca surrealista, la revolución inició el 20 de noviembre porque según cuando Madero hacia sus reuniones espiritistas uno de sus familiares le indicó la fecha en que debía comenzar el levantamiento armado; otra es de que Emiliano Zapata no era pobre, al contrario, le gustaba comer comida francesa y así muchas otras cosas que han sido ocultas por muchos años.

Una de las cosas que más se pueden contradecir de la lucha es el derramamiento de sangre por buscar el poder, Madero fue asesinado por Victoriano Huerta, Emiliano Zapata murió a manos de Venustiano Carranza, y este a su vez por Obregón y Calles, quienes de igual forma privaron de la vida a José Doroteo Arango Arámbula mejor conocido como Pancho Villa. Después Elías Calles se deshizo de Obregón y por último Calles fue asesinado por Lázaro Cárdenas.

Sin más por mencionar cosas un tanto bizarras, Antes de la aparente total consumación de la revolución mexicana, Venustiano Carranza se proclamó vencedor en el año de 1915, para que posteriormente en el Estado de Querétaro, promulgara la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.

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