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Resumen Del Malestar En La Cultura


Enviado por   •  20 de Marzo de 2014  •  2.433 Palabras (10 Páginas)  •  799 Visitas

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El malestar en la cultura.

Introducción.

Freud nos comienza a hablar de los falsos raseros de la sociedad, poder, éxito, riqueza, y de cómo la mayoría de esta sociedad tiende a valorar aquellos y no otros, quizás mucho más importantes, pero que solo unos pocos saben apreciar. Luego de ello, nos introduce a un análisis acerca de la religión, y como el autor no puede entender este sentimiento o sensación tan particular que inunda a muchas personas, sin embargo nos advierte desde ya, que él aun así no se siente con la autoridad de impugnar tal creencia, sino que a lo más podría cuestionar si se ha dado una interpretación correcta de la misma. Freud nos expone que tal noción no se condice de cierta manera con la psicología en general, de manera que hace patente la necesidad de una derivación psicoanalítica de tal sentimiento. A partir de lo anterior, hace un análisis de las fronteras del “yo”, sus perturbaciones y límites, como es que llega a contraponerse un “objeto” al “yo”, para diferenciarlo de meras sensaciones, en consecuencia, nos explica como es que el “yo” se desase del mundo exterior o lo segrega (en palabras de Freud), para luego cuestionarse acerca de si es posible que de ese “yo primario” que posteriormente se segrega con el paso del tiempo, pueda conservarse alguna parte que más tarde conviva con el “yo posterior” devenido. Para responder a dicho cuestionamiento hace paralelos entre el pasado - desarrollo de una ciudad, y el pasado - desarrollo del alma, luego respecto del cuerpo animal o humano, sin mayores éxitos puesto que en ambas comparaciones las fases de desarrollo anteriores no han podido conservarse con posterioridad de manera alguna. Aun así, Freud aboga por sostener que la conservación del pasado en la vida anímica sería más una regla general, que una mera excepción. Con ello, en consecuencia admite la posibilidad de existencia de un sentimiento “oceánico” en los seres humanos, y busca darle una denominación como fuente de necesidades religiosas. La primera respuesta a su respecto que nos da el autor, sería una cierta protección que nos daría la religión en relación a los peligros provenientes desde el mundo exterior.

II.

Freud comienza señalando que le parece tremendamente infantil y ajeno a toda realidad efectiva el sistema de promesas y doctrinas de la religión en cuanto a ser la solución de todos los enigmas de la humanidad y su promesa en cierta de medida de felicidad eterna luego de las frustraciones padecidas en el “más acá”. Prosiguiendo con su análisis, nos dice que la vida, como nos es impuesta, resulta bastante gravosa, para escapar de estos efectos o al menos morigerarlos, recurrimos a poderosas distracciones, satisfacciones sustitutivas o sustancias embriagadoras. Luego se pregunta por el fin de la vida, ¿qué es lo que los seres humanos queremos?, y la respuesta inmediata es felicidad y placer, como por otro lado, evitar el dolor y el displacer. En consecuencia, Freud postula que es el programa del principio de placer lo que le fija su fin a la vida, por lo que es este principio el que gobierna la operación del aparato anímico desde un comienzo. Pero la disyuntiva se genera cuando nos percatamos que el placer y la dicha no están en los planes de la “Creación”, lo que torna imposible todo lo anterior, el cuerpo se corrompe y muere, el mundo exterior nos abate destructivamente y los vínculos con otros seres humanos nos hacen dependientes y vulnerables. Pero ell no debe abrumarnos en nuestra búsqueda de dicha, por lo tanto, ante estas posibilidades patentes de sufrimiento se plantean métodos como por ejemplo atemperar las exigencias de la misma. Por otro lado, también se puede optar por someter algunas pulsiones para que su insatisfacción no sea tan dolorosa, lo que a fin de cuentas, de todas maneras traerá al final del día una reducción de las posibilidades de goce. Otra técnica, dice relación con los desplazamientos libidinales que nuestro aparato anímico consiente. Otros buscan aflojar aun más el nexo con la realidad por medio de una vida de fantasía en que se obtenga satisfacción a través de ilusiones. Finalmente, otros rompen todo vínculo con la realidad, y crean un nuevo mundo donde se hayan eliminado todos los rasgos insoportables del anterior, aquí Freud encasilla a las religiones, cuya realidad se hace incuestionable para todo aquel que sufra del mismo delirio, pero este método aspira más que nada a evitar el sufrimiento que a alcanzar la dicha. Por ello Freud además señala como método a la “técnica de vivir”, el cual si propende de una u otra manera a maximizar la dicha de las personas, que no se aleja del mundo exterior, y que buscar el placer a través de un vínculo de sentimiento con los objetos de este mundo, el amor sexual, aun cuando esto nos vuelva vulnerables. Concluye el capítulo señalándonos que a pesar de que la vida es gravosa, y alcanzar la felicidad completa sea imposible, no debemos abandonar esa búsqueda, pero en ello, debemos evitar caminos que desfiguren de manera delirante el mundo real, nos sometan a un infantilismo psíquico exacerbado, supriman de cierta manera nuestra inteligencia o racionalidad y nos inserten en delirios de masas, tal como lo hacen las religiones.

III.

En este capítulo el autor parte mencionando las tres fuentes de donde proviene nuestro penar, estas son la potencia de la naturaleza, la fragilidad de nuestro cuerpo humano y la insuficiencia de las normas que regulan nuestros vínculos sociales. Señala que las primeras dos se pueden mitigar en gran parte, pero no ocurre lo mismo con la tercera, que tiene que ver fuertemente con factores culturales. A partir de lo anterior Freud nos dice que gran parte de la culpa de nuestra miseria la tiene lo que conocemos por “nuestra cultura”, seríamos mucho más felices si volviéramos a condiciones primitivas. Pero, ¿de dónde viene esta hostilidad a la cultura? Las amenazas a la dicha del hombre provocan lo que Freud llama neurosis en los mismos, el humano se vuelve neurótico porque no puede soportar la frustración que la sociedad le impone en aras de sus ideales culturales. En resumidas cuentas, se nos se nos impone una manera de pensar y una manera de obrar, que además de poder estar en desacuerdo entre sí, pueden estar en desacuerdo con nuestras propias conductas o deseos, el “querer ser” del individuo, no tiene porque ser equivalente al “deber ser” con el que la sociedad nos quiere culturizar, y ello a fin de cuenta provoca desdicha. Luego de esta mención, Freud pretende dilucidar algunos rasgos característicos de la cultura para poner en entredicho su valor a la

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