SALUD MENTAL: UNA DEUDA PENDIENTE EN CHILE

SALUD MENTAL: UNA DEUDA PENDIENTE EN CHILE

ENSAYO

“¿Por qué tan bipolar?”, “Estai´ loco”, “Que depresivo, viendo películas mamonas y comiendo chocolate”, “Andai´sensible”, “¿Por qué lloras?, no es para tanto”, “Anda al loquero”, “¿Vas al psicólogo porque estás loco?”, “Estai´ ansioso”. Algunas de las infinitas frases que podemos escuchar o decir dentro de nuestra sociedad, ¿Qué tienen en común? Todas se dirigen a los sentimientos y mente de un individuo. En nuestro lenguaje tan coloquial estamos normalizando las enfermedades y trastornos mentales, nos creemos profesionales para dar diagnósticos, no somos conscientes del peso de las palabras y hemos conseguido que la mente sea tomada como un juego, en consecuencia, los gastos que se implementan en este tipo de salud son escasos y reducidos provocando un estancamiento económico, por una parte, para quien padece el trastorno y, por otra, para la sociedad. Un mayor financiamiento en la salud mental chilena es esencial para el bienestar individual y social.

Tendemos a confundir las enfermedades con los trastornos mentales, según la OMS, la primera se define como “alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible”; por otro lado, según esta misma organización, los trastornos son la “combinación de alteraciones del pensamiento, la percepción, las emociones, la conducta y las relaciones con los demás”, dentro de estas últimas podemos encontrar ciertas categorías, las más comunes son: trastornos del neurodesarrollo, espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos, trastorno bipolar y relacionados, depresivos, de ansiedad, trastornos obsesivos compulsivos (TOC), de trauma y relacionados con estrés, disociativos, por síntomas somáticos, de la alimentación, de excreción, sueño-vigilia, disfunciones sexuales, destructivos del control de los impulsos y las conductas, por uso de sustancias y adictivos, neurocognitivos, parafílicos y de la personalidad. Estos, en algunas personas vienen genéticamente, mientras que otras, lo adquieren cuando desarrollan la personalidad o por experiencias vividas.

“Chile es un país con altas tasas de enfermedades mentales, cuyos costos directos e indirectos afectan negativamente a los individuos que las padecen, sus familias y la sociedad en su conjunto”. Psicóloga Paula Errazuriz, Universidad Católica de Chile.

La política de salud mental y psiquiatría actual en Chile del año 2000 se basa en el AUGE (Acceso Universal con Garantías Explícitas en salud), el cual cubre 80 enfermedades de las cuales solo 4 corresponden a patologías neuropsiquiátricas. El proyecto enfatiza 6 áreas: déficit de atención e hiperactividad, víctima de violencia intra familiar, abuso y dependencia de alcohol y drogas, depresión, esquizofrenia y alzhéimer; los 4 trastornos dentro de estas áreas son: esquizofrenia, depresión en personas de 15 años o más, consumo perjudicial o dependencia de riesgo bajo a moderado de alcohol y drogas en personas menores de 20 años y trastorno bipolar en personas de 15 años y más, pero, ¿Qué pasa con los trastornos mentales restantes y que están mayoritariamente presentes en los chilenos? No son financiados por el AUGE. Los trastornos que son más frecuentes en la población a nivel país, son el trastorno efectivo bipolar, trastorno de pánico con agorafobia, trastorno con estrés postraumático, sin embargo, 1 de estas 3 se financia, mientras que las otras 2 se tienen que solventar particularmente sus tratamientos. Si bien, es una política que aporta a la salud en Chile no sabemos qué tan efectiva es. Hay que puntualizar que la población va avanzando y generando más necesidades en todo ámbito, este proyecto se hizo hace 19 años atrás, por lo que se debería reevaluar las necesidades existentes dentro del país para realizar mejoras.

Es evidente que se necesita un profesional de la salud que realice un diagnóstico adecuado para posteriormente entregar un tratamiento, ya sea, farmacológico o la realización de actividades para la mejora del paciente, no obstante, son limitados los especialistas en salud mental en Chile y los elevados costos en tratamientos para la gran parte de la población son inaccesibles. Teniendo en cuenta la situación actual del país, donde el índice de pobreza es mayor a la de riqueza, debemos centrarnos en la salud pública. Según un artículo de la Revista Médica de Chile año 2011, son 735 los psiquiatras que están en el ámbito público a lo largo del territorio, concentrando un 42% (309) de estos en la Región Metropolitana, entonces ¿Qué pasa con el resto de las regiones? Existiría solo un 58% (426) de funcionaros dividido en las 15 regiones restantes. Según otro artículo de la revista, 1 de cada 5 chilenos padece algún trastorno mental, a causa de esto los funcionarios a disposición no cubren la tasa total de habitantes en Chile (18.751.405) y prefieren tratarse de manera particular ya que, la respuesta por este medio será más rápida, si bien es beneficioso que existan opciones para estos tratamientos, las consultas tienen precios elevados y la mayoría de los fármacos no tienen reembolso. En relación a datos entregados por diversas clínicas psiquiátricas el rango monetario de una consulta particular varía entre los $40.000 y $110.000, mientras que  un artículo de la Universidad San Sebastián dice que: “Un estudio elaborado por la consultora internacional IQVIA, menos del 6% de los medicamentos innovadores registrados en Chile entre el año 2009 y 2017 están incluidos en alguno de los mecanismos de reembolso del sistema de salud chileno, lejos del porcentaje de cobertura promedio sobre el 70% que muestran los otros países OCDE”, si tenemos en cuenta que el sueldo mínimo actual chileno es de $301.000, los gastos médicos, las necesidades básicas y los imprevistos que se presenten, el dinero es insuficiente para el individuo que padezca algún trastorno.

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