LIDERAZGO MILITAR: UNA ASIGNATURA PENDIENTE
raha16 de Octubre de 2012
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LIDERAZGO MILITAR: UNA ASIGNATURA PENDIENTE
El tema del liderazgo es posiblemente uno de los asuntos profesionales
que más bibliografía haya producido durante las dos últimas décadas y que
más resultados devuelva en un buscador de Internet. A pesar de ello y si
exceptuamos al mundo anglosajón, dentro del ámbito de las Fuerzas Armadas
todavía somos un poco escépticos en materia de liderazgo y no tanto
porque no le demos importancia, sino porque tal vez pensamos que no tenemos
nada que aprender.
En este capítulo se pretende demostrar que éste es un pensamiento equivocado
y plantea, para ello, tres objetivos diferenciados:
1. En primer lugar, crear consciencia del extraordinario impacto que
un determinado estilo de liderazgo tiene sobre el funcionamiento y
la eficacia de una organización, especialmente en el momento actual
dominado por la incertidumbre y de una manera particular, dentro de
la carrera de las armas.
2. En segundo lugar, analizar la cultura y el estilo de liderazgo de nuestras
Fuerzas Armadas, como institución, tratando de desvelar algunas
debilidades o posibles puntos de mejora.
3. Finalmente y sobre la base del análisis previo, proponer algunas líneas
de actuación, generales y a la vez concretas, para fortalecer el
liderazgo en nuestros Ejércitos y mejorar con ello el incuestionable
servicio que rinden a España y a la comunidad internacional.
El título de este capítulo: «Liderazgo militar: una asignatura pendiente
», tal vez algo provocador, anuncia una crítica constructiva nacida del
respeto y la complicidad profesional. No se trata de denunciar el estilo de
mando de una institución centenaria, sino de llamar la atención sobre la ne–
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cesidad de concretar, sistematizar y modernizar el modelo de liderazgo de
nuestras Fuerzas Armadas y revitalizarlo, entre otras muchas cosas, a través
de una asignatura; una asignatura pendiente.
Liderazgo y organización
La organización en realidad no es nada. Los planes tampoco
logran nada. Las empresas tienen éxito o fracasan por las
personas.
General Collin Powell
Las personas no son máquinas
Una organización puede definirse como un conjunto de personas que
persiguen unas metas y que para ello subdividen el trabajo. Las metas son
diferentes en cada organización, las maneras de subdividir el trabajo, variadas,
pero la naturaleza humana es siempre la misma y no se trata, precisamente,
de una naturaleza sencilla.
Las personas son a la organización lo que las piezas a una máquina.
Evidentemente, una persona siempre será más valiosa que el más complejo
de los mecanismos que podamos imaginar, entre otras muchas cosas por su
creatividad innata. Sin embargo, lo que a todas luces es una gran riqueza,
puede convertirse al mismo tiempo en una enorme limitación.
Una simple rueda dentada, componente esencial de una caja de engranajes,
carece de inteligencia, imaginación o capacidad de decisión, pero a
cambio se muestra inmune al desánimo, no necesita motivación, no tiene
ideas propias, no lleva la contraria, no genera conflictos, su disciplina no
conoce límites, hace su trabajo a la perfección, sin necesidad de adiestramiento
o cursos de refresco y jamás protesta por el sueldo.
Las personas, junto con todas sus indudables cualidades humanas y profesionales,
acarrean consigo todas aquellas dependencias, tan lógicas como
complejas. En cierto sentido, una organización está condenada a funcionar
siempre con un grado de eficacia inferior al teórico, debido a las enormes
dificultades derivadas de la fricción entre sus componentes. Talentos desaprovechados,
ambientes de trabajo hostiles, exceso de relajación, falta de
coordinación, intereses personales, envidias y soberbias, no son más que
algunas de las «averías» que pueden reducir la eficiencia de esa máquina
imperfecta que es la organización.
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Como todo arte, el liderazgo tiene una componente innata y otra adquirida
y lo mismo que no esperamos de la naturaleza que nos proporcione
ingenieros, cirujanos o escultores, tampoco podemos pedirle que nos resuelva
el problema del liderazgo; tenemos que hacer líderes.
Para liderar a la gente, camina a su lado. Los mejores líderes
son aquellos que no notamos ni que existen, después aquellos
que admiramos y adoramos, después los que tememos y después
los que odiamos. Cuando un gran líder finaliza el trabajo
su gente dice: «lo hicimos nosotros mismos».
Lao Tse
Liderazgo hoy
Todo lo dicho hasta ahora es especialmente cierto en el momento histórico
que nos ha tocado vivir y lo es por dos motivos principalmente.
En primer lugar, la concentración de poderes en una sola persona es cada
vez menor. Especialmente en las sociedades democráticas, los grados de
libertad otorgados por el sistema a sus líderes son muy limitados en comparación
con los de otros tiempos no muy lejanos. Al mismo tiempo, los mecanismos
de control son cada vez mayores, particularmente dentro del sector
público. Esta realidad ha ido poco a poco calando a todo el tejido social que
ve en sus jefes a unos responsables legítimos, pero no ya a unos «dioses».
A ello contribuye, igualmente, el desarrollo de una sociedad mucho
más igualitaria que, de alguna manera, hace que se desvanezca parcialmente
aquel halo de misterio y poder que en otras épocas rodeaba a los elegidos
para mandar, reforzando su autoridad.
«Dirigir una organización, por encima de cualquier otra consideración tecnológica,
económica, industrial o estratégica, es una cuestión humana, que
requiere de una preparación humana y un enfoque humano.
Los responsables organizativos, cualquiera que sea su nivel jerárquico, no
pueden echarse a girar, sin más, y pretender que toda la caja de engranajes
les siga sin resistencia y en armonía, como por arte de magia. Conseguir que
un mecanismo humano funcione eficientemente es un arte y en eso consiste
el liderazgo.»
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En segundo lugar, es fundamental hacer referencia a la enorme velocidad
con la que se suceden los acontecimientos en la actualidad y al principal
de sus efectos: la incertidumbre.
Efectivamente, la velocidad del entorno obliga a acelerar dramáticamente
el proceso de la decisión, en cualquier campo y a cualquier nivel
jerárquico, so pena de muerte por inacción. Por ello, no sólo debe el líder
actual desarrollar una gran capacidad personal de decisión, sino que las
organizaciones modernas necesitan forzar la descentralización y la delegación
de sus funciones al objeto de no demorar las decisiones en un interminable
ir y venir de autorizaciones verticales. Hay que mantener en mente
que incluso un determinado número de fallos, por falta de supervisión, pueden
ser asumibles antes que aceptar la paralización institucional causada
por el temor al error y la falta de confianza.
No hay institución que pueda sobrevivir si necesita genios o
«supermanes» para gestionarla. Hay que organizarla de tal manera
que sea capaz de salir adelante bajo el liderazgo de seres
humanos completamente normales.
Peter Drucker
Hablar de milicia es hablar de liderazgo. La historia de los pueblos está
escrita con la sangre de sus hombres y mujeres, en un relato de conflictos y
de luchas sin fin, por agrandar sus dominios o simplemente por sobrevivir.
Si exceptuamos a los filósofos griegos o los grandes genios del arte o de
la ciencia, los principales ídolos de la humanidad fueron siempre aquellos
«Ambos motivos, limitación de poderes e igualitarismo, obligan al líder actual
a ejercer un tipo de mando mucho más cooperativo y cercano que aquel
en el que la mayoría de nosotros fuimos educados. El liderazgo, hoy más que
nunca, no es algo que se ejerza de arriba abajo, se otorga de abajo a arriba.»
«Velocidad y globalización son dos vectores que han hecho de la dirección
de las grandes organizaciones modernas una labor ingente solamente asumible
mediante la delegación, la cooperación, la confianza y la preparación del
personal a todos los niveles y no tanto ya, gracias a la genialidad propia de
los líderes carismáticos de otros tiempos.»
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magníficos guerreros de todos los tiempos. Las gestas de Alejandro Magno,
Aníbal, Julio César, Hernán Cortés, Carlos V, Napoleón, Nelson, Rommel o
Schwarzkopf, supusieron una inagotable fuente de inspiración para las nuevas
generaciones de políticos, militares, estadistas, empresarios, hombres
de negocios y aventureros o simplemente sirvieron a los padres de familia
«En definitiva, podemos decir, sin temor a exagerar, que los resultados de
una organización dependen
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