El estudio de las ciencias naturales
bremsardenTutorial24 de Octubre de 2014
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Ciencias Naturales 1
En este punto, podemos conversar acerca de qué cuerpos mencionados pertenecen
a la Tierra y cuáles, no. Para esto, es necesario construir simultáneamente
un cuadro como el siguiente, en el que ya hemos incluido algunas respuestas
habituales.
El paisaje celeste
Cuerpos de la Tierra Cuerpos que no son de la Tierra
nubes, nubarrones Sol
hojas de árboles Luna
golondrinas estrellas
rayos
aviones
moscas
estrellas caídas
Comprobaremos que aparecen muchas más referencias a cuerpos terrestres
que celestes. Ante semejantes respuestas, es importante enfocar la atención
sobre los segundos, que no pertenecen a la Tierra, comenzando por llamarlos
astros para identificarlos y diferenciarlos de los cuerpos terrestres.
Un astro se define como un cuerpo celeste, es decir, un cuerpo que pertenece
al cielo. La palabra “celeste”, que para los alumnos se vincula básicamente con un
color, aquí cobra una nueva dimensión, ya que refiere a una pertenencia al cielo.
Más adelante, podemos tomar la idea del color celeste o “color del cielo” para
relacionar con qué tipo de cielo se identifica: si diurno o nocturno.
Entre los astros mencionados, el Sol es el que participa del ciclo de los días
y las noches. Los docentes sabemos que mientras nuestro planeta rota, la luz
solar llega alternativamente a diferentes partes de la Tierra, generando lapsos
de oscuridad (noche) y luminosidad (día) con diferente duración a lo largo del
año. No obstante, en 1er año/grado, no incorporaremos en las clases de Ciencias
Naturales el movimiento terrestre, sino el movimiento aparente del Sol.
El movimiento solar es percibido por los alumnos desde su temprana infancia y
en este año/grado buscaremos sistematizar sus características, ampliar su modelización
de paisaje (de “estático” a “dinámico”, es decir, de un paisaje “en reposo” a
un paisaje “en movimiento”) y vincularlo con el ciclo de los días y las noches.
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3 No hablaremos aquí de los puntos cardinales, por lo que las referencias al este y al oeste como lugares
de aparición y ocultamiento del Sol no las tendremos en cuenta por ahora. No obstante, vale aclarar que
el Sol no sale todos los días por el este ni se pone por el oeste; sólo lo hace dos veces en el año.
Eje
La Tierra, el universo
y sus cambios
Podemos comenzar a trabajar el tema con preguntas del tipo: ¿dónde está el
Sol durante la mañana? ¿Siempre lo vemos en el mismo lugar? ¿En qué lugar
lo vemos al mediodía? ¿Qué sucede con el Sol durante la noche?, o bien
aquellas que se les ocurran orientadas en esta dirección.
En sus respuestas, evocarán situaciones cotidianas en las que han percibido el
Sol en diferentes posiciones en el cielo; en general, serán más las referencias a su
ubicación cerca del horizonte, vecinas a su salida o su puesta, que es cuando llama
más la atención, que durante su trayectoria celeste. Escuchemos a los chicos.
—A la mañana, el Sol está muy grande y se ve en las sierras.
—A la noche, se va a iluminar otro país.
—El Sol sale de día, de noche sale la Luna.
—Al mediodía, al Sol no le pasa nada.
—A la tarde, el Sol es rojo. Se va y viene la noche.
—De noche, el Sol se esconde detrás de las montañas.
—El Sol sube y sube, tan despacito que no se nota. Después se cae.
—El Sol de la mañana es más chico que el de la tarde.
—A la noche no sé donde está el Sol, desaparece.
—A la noche, el Sol se va atrás de las nubes.
—El Sol se va cuando llega la Luna.
—Cuando el Sol se va a dormir, viene la noche.
De las respuestas que surjan en clase, buscaremos recuperar sólo aquellas
que dan cuenta de dos cuestiones: la marcha visible del Sol y su relación con el
día y la noche. Es decir, en este año/grado atenderemos los rasgos visibles del
Sol, pero no pondremos foco en otros, como su forma o su brillo; intervendremos
guiando la atención de los chicos hacia los temas de interés mencionados
y guardaremos las otras respuestas para abordarlas en otro momento.
Durante el tratamiento de este tema, es conveniente que resaltemos permanentemente
la calidad de apariencia que tiene el desplazamiento solar. En todo
momento hablamos del movimiento aparente del Sol, es decir, el movimiento
tal cual nosotros lo podemos observar desde nuestra posición en la Tierra. Una
descripción escolar posible puede resumirse de la siguiente manera:
• comenzamos a ver el Sol cuando aparece por algún lugar del horizonte (ese
lugar se llama “levante”);3
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4 Si tenemos una clase vespertina, la secuencia es idéntica, pero inversa (los alumnos verán que el
Sol se acerca hacia el horizonte, en lugar de alejarse, como en un turno matutino).
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• inmediatamente comienza a elevarse, esto es, a ganar altura sobre el horizonte;
• parece que recorre cierto camino en el cielo, alejándose del levante, y
• luego desciende hacia el horizonte otra vez y se oculta por un sitio, opuesto
al levante (ese sitio se denomina “poniente”).
Con estos datos, construidos en conjunto con la clase a partir de sus respuestas,
o bien luego de evocar cada uno de los pasos descritos, trataremos de
que los alumnos modelen el esquema del movimiento aparente del Sol mediante
varias actividades como las que siguen.
1. Para observar la posición del Sol
Para realizar esta secuencia, guiaremos a los chicos para que visualicen
dónde se encuentra el Sol. Será necesario observar su posición al comienzo de
la jornada escolar; a intervalos regulares, por ejemplo, antes de comenzar o después
de finalizar los recreos; y, por último, ver dónde está cuando se termina la
clase del día.
Independientemente del turno de que se trate,4 siempre habrá un lapso que
permitirá la apreciación de un cambio de posición significativo.
Antes de entrar en el aula, podríamos preguntarles: ¿dónde está el Sol en
este momento?, y recolectar sus respuestas, como posibles hipótesis a
corroborar:
—Cuando vine, estaba en la otra cuadra. (Trata de señalar la dirección
en que se veía.)
—El Sol está detrás de la escuela. (Un alumno de turno mañana.)
—Todavía no se ve, hay que esperar. (El Sol está aún oculto por las
construcciones del lugar.)
—No está el Sol, lo tapan las nubes. (Ídem a la anterior, sólo que no relaciona
con que puede estar oculto por los edificios o por una montaña.)
Si en el momento de las preguntas, el Sol no es visible pero hay quien identifique
su posición, podemos marcar su dirección de alguna manera (con una de
flecha indicadora: una rama en el piso, una fila de objetos u otros recursos).
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Eje
La Tierra, el universo
y sus cambios
Luego, antes o después de un recreo, podemos volver a salir del aula y preguntar:
¿dónde está ahora el Sol?, mostrando que no sólo varió su posición,
sino también su altura.
En una escuela ubicada en un contexto rural, quizás sea más sencillo realizar
esta observación, ya que no sólo el entorno natural favorecerá la visualización
sino que los chicos estarán más habituados a la observación de este
fenómeno celeste.
La identificación de diferentes posiciones del Sol brinda los elementos
fundamentales para construir la noción de movimiento solar aparente. Pero,
además, trae aparejada una idea interesante para resaltar: al ubicar distintas
posiciones del Sol, los alumnos identifican también diferentes porciones del
horizonte que van sucediéndose durante el trayecto solar en el cielo. Así, el horizonte
no sólo es la línea que aparece cruzando la dirección de la mirada, sino
una línea que continua y se cierra sobre sí misma, un contorno. El horizonte se
convierte en una línea que da una vuelta completa alrededor del observador.
Esto se percibe sin necesidad de desplazarse, sólo girando sobre nosotros mismos
y observando en todas las direcciones. De esta manera, hallamos un paisaje
diferente, con un pedacito de Tierra y un pedacito de cielo, en cada parte.
2. La materialización de un horizonte escolar
Las ideas anteriores pueden materializarse en la siguiente actividad.
Necesitaremos algunas hojas blancas (todas de igual tamaño, de cuaderno, una
para cada alumno), algunos lápices de colores y cinta adhesiva. Y llevaremos a
los chicos a un lugar cercano (una plaza o un descampado) con la consigna de
observar atentamente el paisaje que los rodea y de prestar especial atención a
la línea que separa el cielo de la superficie terrestre.
Allí, deberemos armar una ronda con todos los chicos y chicas, menos uno,
que se ubicará en el centro.
El horizonte que corresponde al chico que está en el centro, queda configurado
por el contorno de las cabezas de todos los compañeros de la ronda, hecho
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