MINERÍA Y PETRÓLEO VS MEDIO AMBIENTE

MINERÍA Y PETRÓLEO VS MEDIO AMBIENTE

Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Administración Ambiental

Cartografía Social

Danny Arley Morales Cruz - 20162785008

Hacia los siglos XVI, XVII y XVIII, el territorio que actualmente se denomina Colombia aportaba gran cantidad del oro producido para las colonias españolas; después de México y Perú, la minería en Colombia era la tercera más importante fuente de metales preciados. En ese entonces los mayores campos de explotación de oro estaban en Antioquia, Cauca y las tierras bajas del Pacífico, donde las comunidades afrocolombianas, además de los indígenas extraían oro para sus rituales y los colonizadores. De este modo se puede decir que la anterior población fue precursora en la extracción de metales. (Arango, 2017)

Luego de la independencia de Colombia, los minerales y metales pasaron a ser propiedad de la Nación convirtiéndose en un sector económico regulado por la legislación nacional. Después de años de explotación por la industria, medianos y pequeños mineros, los grupos armados pasaron a formar parte en el negocio extractivista, ya sea extorsionando y/o extrayendo de forma ilegal.

En contraste, la explotación a gran escala de dichos minerales y metales en la actualidad requiere de actores que quieran invertir altas sumas de dinero en tecnología de punta, al tiempo que generan utilidades para ellos y regalías al país. Las regalías son una contraprestación económica que recibe el Estado por la explotación de recursos naturales no renovables en el territorio, la cual debe ser administrada con eficiencia, transparencia, equidad y sostenibilidad, dando beneficios a la sociedad en pro del desarrollo territorial.  Pero más allá de los beneficios económicos que puede proporcionar la minería a la sociedad, es importante entender la complejidad de la problemática alrededor de la minería pues cada factor está interrelacionado, donde por ejemplo, el incremento de áreas de explotación a gran escala, disminuye los dividendos a mineros a pequeña escala, aumenta el asentamiento de multinacionales, incrementa el uso de mercurio, aumenta la acumulación de desechos mineros, se deforestan más áreas para exploración y explotación de minerales, se fomenta la desaparición de actividades como la agricultura y la ganadería, al tiempo que impacta negativamente a las comunidades y a la salud humana.

Sin embargo, la minería no es el único problema socio-ambiental que afecta al país. Últimamente el petróleo ha sido factor de conflicto en el territorio. Colombia, es el cuarto productor de petróleo de Latinoamérica, en tiempos de escasez de reservas convencionales. Además produce alrededor de un millón de barriles por día lo cual lo convierte en un eje principal para el desarrollo económico del Estado (El Espectador, 2014). Entre sus principales efectos negativos está la contaminación a las fuentes hídricas, del suelo, remoción de materiales para instalación de pozos y vías, modificaciones de hábitats naturales y patrones socio-culturales, entre otros. Pudiendo evidenciar que los efectos son muy similares a los mencionados en la minería. No obstante, el problema actual del petróleo en el país radica fundamentalmente en la frase ya mencionada: “Escasez de reservas convencionales”.

De acuerdo a (Lloreda, 2015), encontrar hidrocarburos en yacimientos no convencionales en Colombia es primordial, pues solo quedan alrededor de 5-6 años de reservas antes de entrar a un debacle fiscal, en donde el país pasará de ser exportador a importador. Por lo anterior, intentando desesperadamente alargar los años de bonanza petrolera, el Ministro de Ambiente está ultimando detalles para iniciar pruebas piloto de la polémica técnica llamada “Fracking”, que no es más inyectar miles de litros de agua con químicos a alta presión para fracturar la roca madre a kilómetros de profundidad.

Países como Alemania y Francia, le han dado un rotundo NO al Fracking, pues según organismos como Government Accountability Office (GAO, para un pozo no convencional se usan entre los 19 y 46 millones de litros de agua, además se pueden contaminar acuíferos superficiales y subterráneos con materiales radioactivos y metano, y lo que es más preocupante, el aumento de la sismicidad en las zonas de extracción. (El Espectador, 2014) Por consiguiente, cabe recalcar que SÍ, el Estado colombiano aceptó el fracking en el territorio, el Estado colombiano está de acuerdo con el Fracking, el Estado colombiano está en función de las multinacionales y lo más preocupante, la cabeza del país: Juan Manuel Santos señala que “El Fracking podría ser muy útil para la exploración y explotación de hidrocarburos, pero debe hacerse de manera responsable”. (RCN Radio, 2018)

¿Responsable? Si uno como colombiano lee que el la máxima autoridad de la república está de acuerdo con realizar explotación de hidrocarburos en yacimientos no convencionales de manera “responsable”, inmediatamente hay que preguntarse la moral por la que se rigen sus principios. (Federovisky, 2013), menciona que la minería y explotación de hidrocarburos de manera SOSTENIBLE, no existe, es una falacia, una mentira, un mito. ¿Cómo puede ser sostenible y la vez responsable, gastar desmesuradamente millones de litros de agua, contaminar el suelo, afectar a las comunidades locales y causar sismos repetitivos, para obtener petróleo? Por ejemplo, en Oklahoma, uno de los estados que permite el Fracking en EEUU, los sismos entre 2008 y 2013 han aumentado 40 veces con respecto al periodo 1976-2007 (El Espectador, 2014). Esto solo quiere decir una cosa: Al Estado colombiano no le interesa en lo más mínimo el principio de precaución.

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