Microbiología y Parasitología FLORA VAGINAL

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UNIDAD ACADÉMICA DE MEDICINA, ENFERMERÍA Y CIENCIAS DE LA SALUD

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Joselyn  Mishelle Bustos Freire

Andrea Paola Cárdenas Novillo

Raúl Vicente Casco Brito

Jessica Samanta Merino Vega

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Tercer Ciclo “A”

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Dr. Telmo Galindo

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Microbiología y Parasitología

FLORA VAGINAL

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En el contexto actual de aumento de resistencias microbianas, prolongación de la esperanza de vida y hábitos sexuales nuevos, el uso de probióticos para el mantenimiento de la salud vaginal parece ser de gran importancia tanto para mujeres en edad fértil como menopáusicas. Además los probióticos se sitúan dentro de las modalidades socialmente entendidas como tratamientos naturales y, por tanto, carentes de efectos adversos.

Ecosistema vaginal

La vagina es un lumen elástico de aproximadamente 7,5 cm de largo. Está formada por tres capas: una capa mucosa, una capa muscular y la adventicia. La capa mucosa forma múltiples pliegues y posee a su vez 2 capas: el epitelio y la lámina propia. El epitelio vaginal es un epitelio plano estratificado, con gran cantidad de glucógeno que durante la fase proliferativa del ciclo es producido por células eosinófilas. Estudios recientes demuestran que son esas mismas células las encargadas del metabolismo de éste hasta gluco-oligosaridos de cadena corta. La flora bacteriana, o, como actualmente se la denomina, la microbiota (especialmente los llamados bacilos de Döderlein), producen ácido láctico y confieren el carácter ácido a la superficie del epitelio vaginal. Durante la fase secretora, el grosor de esta capa disminuye y su citología cambia existiendo una predominancia de células basófilas y leucocitos. Durante la fase secretora existirá mayor probabilidad de que se produzcan infecciones a nivel vaginal dada la ausencia relativa de ácido láctico. En cuanto a la lámina propia se trata de tejido laxo conjuntivo en la unión entre el epitelio y la capa muscular.

Desde la pubertad hasta la menopausia el pH vaginal será ácido y la flora vaginal es diversa predominando los Lactobacillus. La cantidad de mucosidad que recubre el epitelio vaginal aumenta a medida que aumenta el nivel de estrógeno y tiene una gran importancia en el mantenimiento de la flora vaginal. Los cambios dinámicos en el ambiente de la vagina durante el ciclo menstrual conllevan drásticos cambios en la ecología de la microbiota vaginal. En general, se considera que las especies de lactobacilos son la flora predominante responsable del mantenimiento el pH del lumen vaginal, aunque no en todas las mujeres.

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El moco secretado en la vagina se compone principalmente de glicoproteínas, mucopolisacáridos, electrolitos y agua. La capa de la mucosa no sólo va a proporcionar nutrientes para la microflora vaginal, sino también actuará como sustrato de anclaje para ella, así los Lactobacillus experimentan una interacción físico-química con el epitelio vaginal, lo que ayuda a la colonización por parte de los mismos y la formación de una biopelícula. La biopelícula se compone de la capa de células bacterianas y los componentes secretores de la vagina impidiendo la colonización por flora patógena.

La naturaleza dinámica de la microbiota dependerá de la edad de la mujer, dada la importancia de los ciclos menstruales en su composición. De este modo la menopausia se asocia con una disminución en las secreciones vaginales y una disminución en el espesor de la capa epitelial lo que aumenta la susceptibilidad de la vagina a infecciones e irritación.

En general los microorganismos tienen un intervalo óptimo de pH, cualquier interacción con el pH del sistema puede resultar en el crecimiento de otros microorganismos patógenos. El ecosistema vaginal está ampliamente poblado por las diferentes especies de lactobacilos. El pH de la vagina saludable de la edad fértil está entre 3,5 y 4,5. El pH es principalmente mantenido por la producción de ácido láctico por los lactobacilos. Cualquier compromiso en el pH (debido a las condiciones fisiopatológicas o actividades físicas, tales como la inserción de anticonceptivos y coito) puede resultar en el aumento del pH dentro del lumen vaginal. A medida que disminuye el recuento de lactobacilos, hay una disminución en la producción de ácido láctico. El ácido láctico tiene una potente actividad antimicrobiana propiedad que ayuda en la prevención del crecimiento de los microbios patógenos. Además los Lactobacilli producen también productos antimicrobianos tales como bacitracina y peróxido de hidrógeno. 

Otro mecanismo protector de la microflora es la interferencia bacteriana. La interferencia bacteriana es el fenómeno por el cual las bacterias útiles utilizan el espacio, recursos, y los nutrientes no permitiendo así que se realice la  proliferación del patógeno. Las funciones de la microbiota vaginal son:

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Por tanto, la vagina se puede considerar como un entorno capaz de sostener un ecosistema diverso. La microbiota de la vagina puede dividirse en transitoria y residente. La microbiota transitoria no es capaz de competir con la residente en el establecimiento permanente en la vagina y, por tanto, en las concentraciones que habitualmente se halla no presenta capacidad patogénica. Un gran número de microorganismos transitorios continuamente migran desde la fuente exógena (por ejemplo, el ano y la uretra). La composición de la microbiota vaginal fue descrita por primera vez por Döderlein durante el año 1892. Desde entonces se ha demostrado que los lactobacilos son dominantes en el sistema vaginal. Otros microbios de la flora residente incluyen especies de Bacteroides Peptococcus, Staphylococcus epidermidis, Corynebacterium, de Peptostreptococcus y especies de Eubacterium. 

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