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Sociología rural Unidad. 2 Referente teórico-conceptual del espacio rural-regional.


Enviado por   •  26 de Agosto de 2017  •  Trabajos  •  9.599 Palabras (39 Páginas)  •  3.119 Visitas

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I N S T I T U T O   T E C N O L Ó G I C O   D E L   V A L L E   D E L  G U A D I A N A

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Sociología rural

Unidad. 2 Referente teórico-conceptual del espacio rural-regional.

Integrantes:

José María Ortiz Pacheco                        Rosio Segovia

Margarito Núñez Orozco                       Estrella Yamileth Gurrola

Michel Orona Limas                              Juan Gurrola Medrano

Paulo Rivera Arzola                               Hugo Eduardo Villanueva Quiñones.

Salvador Acosta Villanueva

Jazive Jazel Verdin Gonzales                                                     4 A Agronomía

Diana Laura Vargas

Areli Olmedo Martínez

Cesar Daniel Serrano Villanueva

Introducción

México, durante el siglo XX, se transformó de una sociedad y economía rural a una sociedad y economía fundamentalmente urbana. Así, en el período comprendido entre los años de 1940 a 1970 las actividades industriales se convirtieron en la base del desarrollo económico, las cuales se localizaron en las principales ciudades. Esta situación, aunada a un crecimiento promedio anual de 3% de la población, propició el aumento espectacular de los centros urbanos. Este proceso de concentración acentuó los desequilibrios regionales y generó una centralización de las actividades económicas, sociales, culturales, políticas y administrativas en las grandes ciudades (Ocampo, 1983). El patrón de desarrollo urbano que ha seguido el país desde 1940 se caracteriza por áreas metropolitanas especializadas en actividades del sector servicios, en tanto que las zonas conurbadas —o ciudades cercanas a la metrópoli— concentran las actividades industriales y presentan tasas elevadas de crecimiento en su población, debido a la emigración hacia las zonas urbanas (Henderson, 2000). Sin embargo, actualmente las actividades agropecuarias siguen siendo importantes en 15 estados de la república mexicana (47% de las entidades). Por otra parte, el crecimiento de las áreas urbanas ha modificado los patrones de demanda en favor de los sectores de servicios y manufacturas, que propician la diversificación de bienes y servicios en el mercado.

Aunado al proceso interno de transformación de la sociedad y de la estructura económica, de lo rural a lo urbano, en las últimas tres décadas, se han generado importantes cambios como la apertura comercial, la liberalización financiera, la venta de empresas públicas, así como las nuevas tecnologías en medios de comunicación y transporte, que han tenido sin duda un impacto importante en la distribución espacial de las actividades económicas y con ello en las poblaciones rurales y urbanas. En efecto, estas transformaciones han llevado a una inserción acelerada de las economías rurales en el proceso de globalización, con todas las implicaciones que ello tiene sobre los grados de autonomía de las políticas nacionales.

2.1. La concepción de desarrollo y su dimensión espacio-regional.

El desarrollo, en general y el regional en particular, es un fenómeno complejo del devenir de los individuos, de los colectivos que integran una sociedad, de las estructuras económicas y sociales, y de los sistemas ambientales en que se desenvuelve. Este hecho exige un enfoque sistémico integral, donde el factor decisivo es el hombre y la dirección de las acciones e intervenciones, las cuales tienen que estar orientadas al desarrollo del individuo social y a la elevación de su bienestar, esto sobre la base del incremento continuo y sostenible del rendimiento de la producción social, de la eficiencia de la gestión económica y del mejoramiento de las condiciones de vida y trabajo, así como de las ambientales, en las que se desenvuelve el hombre. El desarrollo no es una cosa dada en la abstracción del tiempo y del espacio; más bien, se encuentra delimitado en estas coordenadas, producido por los actores locales y su acción humanizada. Así, el desarrollo se realiza como aprovechamiento racional de los recursos naturales en equilibrio natural. De ahí que sea menester confrontar la concepción del desarrollo como concepto general y abstracto que no distingue entre el todo y las partes, ya que la generalidad significa una minimización que descalifica las particularidades. Los actores regionales y locales son centrales, además de las condiciones y recursos con que cuenta el espacio territorial, que son la base material para la generación del desarrollo. La base territorial es el espacio físico en el que tiene lugar la acción histórica de los distintos actores que pueden hacer posible el desarrollo; es ahí donde se suscitan los hechos y se dan cita los factores que hacen posible o no el desarrollo. Es menester revisar la historia de los conceptos de desarrollo y de región a la par que la realidad concreta de ese desarrollo y de los actores concretos que lo hacen posible, ya que las teorías tienen que ser actualizadas conforme a las nuevas circunstancias del cambio mundial y local. Los actores son los artífices del cambio social, le dan la connotación dinámica; todo ello conforma un campo de acción histórica, un sistema en el cual los actores, sus acciones, el espacio y el tiempo, conjugan perspectivas, lo que conforma una unidad en una relación-acción históricamente dada, lo que Touraine denomina el sistema de acción histórica. Por lo tanto, hablar de desarrollo regional implica tratar de conjuntar dos conceptos que de entrada parecen no estar conectados ni teórica ni empíricamente. Esta pretensión aparece más como una tarea, en ocasiones, producto de un anhelo, un afán voluntarista, incluso como un imperativo político, que como un quehacer anclado en la posibilidad real de incidir en el rumbo, dirección y sentido de ese conjunto de elementos que interrelacionados por una disputa entre actores y adversarios constituyen un modelo histórico de sociedad. La búsqueda del desarrollo, entendido como la evolución progresiva de una sociedad hacia mejores niveles de vida, ha sido siempre un anhelo de la sociedad en general, y de sus actores y componentes estructurales; desde los años cuarenta y más pronunciadamente desde la década de los sesenta en México y América Latina, como producto del debate, ha sido establecida la aspiración del desarrollo como la búsqueda de la redistribución de tres componentes fundamentales en toda sociedad: el ingreso, la propiedad y el poder (Cueva, 1984). Desarrollo es un concepto muy trabajado. En el campo de las ciencias económicas, con frecuencia, ha sido equiparado a crecimiento económico. El progreso de la sociedad se va alcanzando en el sentido de su análisis; desde posiciones cada vez más multidisciplinarias, se ha ido favoreciendo un enfoque más integral del concepto de desarrollo. El avance en la elaboración de tales concepciones se desplaza lentamente impulsado por los debates y las críticas que han permitido en claro su sustento teórico y empírico. En particular, se ha avanzado en el sentido de que el desarrollo posee sus fundamentos en la sociedad, pero no de manera general, sino tomando en cuenta su contextualización en términos espaciales y temporales. El concepto desarrollo en las décadas de 1950 y 1960 se centró en alcanzar el objetivo fundamental del desarrollo económico equiparado a crecimiento, éste medido a partir del Producto Interno Bruto (pib), olvidando que no forzosamente todo crecimiento del pib, per cápita, constituye por sí mismo el desarrollo. Ya en los años setenta se observaba que es insuficiente este impulso, por lo que conjuntamente con el crecimiento económico para lograr el desarrollo, si éste era posible, se debía disminuir la pobreza, la desigualdad y el desempleo, logrando de esta forma equidad. Como elemento novedoso, se acuñó el concepto de ecodesarrollo, entendido como el desarrollo socialmente deseable, económicamente viable y ecológicamente prudente, ya que las perspectivas imperantes no contemplaban la preocupación por el deterioro del medioambiente, causado por el ímpetu de aumentar la producción de manera acelerada sin reparar en el daño causado al entorno ecológico. A lo largo de los años ochenta y noventa, el objetivo fundamental del desarrollo económico y social se focalizó en la sustentabilidad. Apoyado en una nueva concepción, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud) propone una concepción que, de cierta manera, converge con la manejada durante la década de 1970. Ésta es una nueva visión del desarrollo que no se fundamenta en la producción material, más bien se centra en el despliegue de las capacidades humanas. Esto trae consigo una nueva forma de medición del desarrollo, el Índice de Desarrollo Humano (idh).

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