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Amargos años De Un Estudiante


Enviado por   •  29 de Agosto de 2013  •  22.004 Palabras (89 Páginas)  •  2.315 Visitas

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Un camino bastante malo, lleno de grandes charcos de agua y una espesa neblina nos impedía distinguir el recorrido, a cada instante bajábamos de la movilidad para realizar una verificación del estado de la carretera que nos conducía a la cumbre cubierta de nieve, el frió congelaba nuestros cuerpos a pesar de que contábamos con la calefacción de la movilidad, constantemente las dificultades se nos presentaban, sin embargo el espíritu de valor de mi esposa Jovanna y mis cuatro hijos eran bastante alentadores.

Pasamos momentos duros durante el viaje al Centro Minero, el objetivo era para cumplir la promesa que hice con mis padres y hermanos que descansan en esas montañas. Finalmente, ya podía observar el campamento minero y en ese instante a mi familia les dije:

_ ¡ Si ¡ es el campamento minero y testigo de lo sucedido hace muchos años-.

Así por varios minutos de viaje llegamos a nuestro objetivo hubo grandes cambios, viviendas en semiruinas, situaciones de vida bastante dolorosas de pobreza y miseria, la casa en la que vivimos mis padres y hermanos hace mucho tiempo ya no existía, nos dijeron que el rió se lo arrastro, así solo quedaron los recuerdos.

Tuvimos que ganar tiempo para retornar antes de que llegue la noche, apresuradamente nos dirigimos al cementerio donde mis padres y hermanos descansaban en paz junto a nuestros antepasados. Prácticamente había un cambio, pero la roca que marque seguía en el mismo lugar, ¡ Si! Fue el punto principal de guía para hallar las tumbas de mi familia. Enseguida limpiamos y colocamos las rosas y coronas de flores, cuando me fije mi reloj eran las 10:00 a.m. y mi familia mantenía silencio. A pesar de los años que pasaron no los olvide a mis padres y hermanos, solo los recuerdos de sus sonrisas y sus palabras me venían a mis pensamientos.

Empecé a contarles de aquellos años que fueron épocas muy malas en la cosecha mis padres Don Cancio, y Doña Domitila, tomaron la decisión de abandonar el campo, así fue, días después emigramos al centro minero dejando la casa y los animales a uno de nuestros paisanos, el recorrido durante los dos días de camino junto a mis tres hermanos Marcelino, Maximiliano, Florencia y mis padres, fue muy duro, fuimos con la esperanza de mejorar nuestra situación económica y mas que todo de dejar esa lacra del analfabetismo. Varios meses fueron muy difíciles por establecernos y acostumbrarnos a los cambios en las costumbres, pero sin duda llegaron mejores días. A pesar de todo en los ojos de mis padres se reflejaba la felicidad por la oportunidad que se nos presento, además ya pudimos asistir a una escuela.

En cambio mi padre no tubo la oportunidad de asistir a una escuela en su niñez y juventud, trabajo para los patrones hacendados latifundistas quienes se oponían que los humildes campesinos aprendan a leer y a escribir por el miedo de que puedan progresar en sus conocimientos y revelarse en busca de su liberación.

Mi padre y muchos otros campesinos pasaron persecuciones y castigos durante su preparación y aprendizaje en la lectura y escritura.

Sin embargo todos sus conocimientos nos transmitió mediante sus consejos como un buen padre, por su humildad y timidez no se presento a la Gerencia del Centro Minero para realizar su solicitud como trabajador minero en la Empresa, decidió trabajar en forma independiente.

Fui el hijo mayor, mi nombre es Teodoro, siempre he sido de constitución delgada, desde mi corta edad fui bastante maduro y responsable de mis actos. Podía entender a mis padres por la situación en la que nos hallábamos dentro la pobreza y la miseria.

Todos los días por las mañanas veía a mi padre levantarse muy temprano y luego marcharse al trabajo, su regreso era a menudo pasado la media noche, trabajaba de relavero, era bastante agotador y sacrificado, por esto nació en mi un resentimiento por la injusticia, la desigualdad de los pobres en esta vida.

Un día desagradable mi familia tuvo una mala noticia, mi padre sufrió un accidente de trabajo, tenia la pierna fracturada por el golpe que recibió en un deslizamiento de una pared que por fortuna no lo sepulto la carga que fue sobre su cuerpo, pasaron los meses y mi padre seguía en cama, mis hermanos bastante pequeños comenzaron a sentir hambre, no entendían lo que pasaba y lloraban pidiendo:

_ Mamita, ¿hay pancito?, ¡tengo hambre! -.

No había ni un pedazo de pan para darles, las ollas llenas de aire, por otra parte el invierno se acercaba, tan grande fue la preocupación de mi madre que una noche decidió robar gallinas de mis vecinos, en medio del llanto mirando el cielo dijo:

_ Dios mío, perdóname, lo que hago es por mis hijos que no tienen nada de comer, ¡se me mueren de hambre...!

Las horas se nos hicieron días, los días meses, fue insoportable, dormíamos con los estómagos vacíos, no se podía vivir en medio de esa pobreza, así llego la noche de navidad, con toda amargura vi como los niños esperaban ansiosos de recibir por lo menos un pedazo de pan y sentirse por lo menos ese día feliz, pero las cosas eran diferentes, los niños temblaban de frió, hambre, miseria, lagrimas......., apretando los puños golpeaba el suelo con un resentimiento a esta sociedad burguesa y esclavizadora de los humildes, grite y grite, “¿ Hasta cuando vamos a vivir a si los pobres......?”, muy pocos son los niños privilegiados para ser felices en esta sociedad, ellos eran los hijos de los políticos eternos saqueadores, subastadores, opresores, asesinos de nuestra patria, mientras miles y miles de niños en el campo, en las minas, y en las ciudades tenían la cara de tristeza, ¡oh! Como a mis hermanos les caían las lagrimas de sus ojos.

Sin embargo, lo que me quedaba como hermano mayor era hacerles comprender nuestra situación, de pronto me acerque y les explique:

_ ¡No tengan pena,...! ¡algún día seré un medico! Y les prometo que también les comprare juguetes... ¡oh!.

Suspire en ese momento y me pregunte: “¿lograre hacer realidad la promesa que les hice a mis hermanos?”

¡Si!, estaba seguro que seria difícil pero no imposible, me respondí: “ ¡lo lograría...!”

apenas tenia doce años, pensaba detenidamente: “ ¡Si!, puedo hacer realidad con sacrificio y voluntad de mi parte

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