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CONCEPTOS BÁSICOS DE EXPRESIÓN ESCRITA

gloor1418 de Febrero de 2015

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LA PREPARACIÓN DE UN TRABAJO ESCRITO PARA FINES ACADEMICOS

La preparación de un trabajo escrito es considerada como una de las mejores maneras de aprender en profundidad acerca de un tema, y por esa razón es parte importante de las actividades académicas dentro de un plan de estudios universitarios.

Un trabajo escrito es una forma de comunicación; y una comunicación adecuada sólo puede lograrse cuando efectivamente tenemos algo que comunicar.

Sin embargo, esa condición necesaria no es suficiente por sí sola. Comunicar a otras personas lo que hemos aprendido acerca de un tema requiere también la aplicación de ciertas habilidades concernientes a la organización de ese saber y el manejo de algunas técnicas de expresión escrita.

DIVERSOS TIPOS DE TRABAJOS

Hay cuatro tipos fundamentales de trabajos escritos que son requeridos dentro de los planes de estudios universitarios.

a) Ensayos sobre temas específicos asignados.

b) Ensayos críticos, en los cuales se pide analizar y comentar libros, artículos u otros documentos seleccionados.

c) Informes o reportes sobre una experiencia de investigación previamente determinada.

d) Trabajos de investigación basados en una indagación bibliográfica y/o empírica.

Los problemas generales de realización de un trabajo en cualquiera de estas cuatro modalidades, se encuentran siempre en la última de ellas. Por esta razón las indicaciones que siguen se refieren a tal tipo de trabajos.

LA ASIGNACIÓN DE UN TRABAJO DE INVESTIGACION

Nuestra preocupación por la elaboración del trabajo debe comenzar en el momento mismo de la asignación del mismo, es decir, desde el momento en que se nos encarga su realización, definiendo un docente la naturaleza, extensión y plazo de entrega que correspondan.

De ser posible por nuestra parte la elección del tema en que se centrará dicho trabajo, la experiencia indica que es de suma importancia seleccionar un tema que nos interese o por el que podemos desarrollar interés. Es mucho más fácil trabajar sobre materias vinculadas a nuestras inquietudes intelectuales que sobre materias que no nos interesan, aunque a menudo seleccionamos nuestros temas de trabajos por otras razones (posibilidades de obtener ayuda de amigos o parientes para su realización).

Cuando nos ha sido asignada la realización de un trabajo de investigación, y sin importar cuánto tiempo se nos ha dado para tal efecto, es necesario fijar un calendario de trabajo que nos permita contar con una estimación de tiempo necesario para materializar esa labor.

Generalmente hay una tendencia a comenzar esta tarea tardíamente. Esto ocurre porque el calendario mental que nos trazamos se plantea asumiendo condiciones óptimas (aquel fin de semana que precede a la fecha última de entrega del trabajo, período en que trabajaremos intensamente y con dedicación exclusiva, lo que significa doce horas diarias). En la realidad, las condiciones óptima nunca se dan, y es probable que tengamos que experimentar interrupciones por compromisos de última hora.

La recomendación sería más bien elaborar un calendario realista, que tome en cuenta los imprevistos de acuerdo a la conocida ley de Murphy (las complicaciones tienden a ocurrir cuando es más necesario que no ocurran) y atenerse a dicho calendario.

Luego de tener esa planificación del tiempo, la tarea inmediata es precisar el tema sobre el cual se trabajará. Esto se refiere a la necesidad de estrechar la materia sobre el cual versará el trabajo, entendiendo que un mismo tema puede tratarse con mayor o menos detenimiento y que el trabajo a realizar debe tener una extensión limitada.

Un dimensionamiento adecuado del trabajo es importante para no realizar esfuerzos innecesarios que luego resulten superfluos (por ejemplo, para no recopilar información de más). Un indicador que puede ayudarnos en esa tarea de angostar el tema a tratar según lo requerido, es la extensión que el docente atribuya al trabajo asignado; cuando se da una extensión mínima de 10 páginas y máxima de 20 páginas, se nos está dando alguna indicación acerca de la profundidad que se espera en el tratamiento de la materia que será objeto del trabajo.

Sin embargo, no basta reducir las ambiciones de nuestro trabajo a lo factible de acuerdo a la extensión requerida y al tiempo que pensamos dedicar a su realización. También es parte de nuestra tarea de precisar el tema, el definir un foco temático específico; establecer la pregunta fundamental que intentaremos responder con los argumentos o los hechos que no proponemos recolectar.

Debe hacerse notar que las labores de establecer un calendario realista de trabajo y precisar el tema sobre el cual se investigará, son tareas que pueden realizarse sin necesidad de concentrarse en la redacción misma, y por lo tanto pueden efectuarse por ejemplo mientras uno viaja a la Universidad o en minutos perdidos en salas de espera. Como esas labores son decisivas para iniciar productivamente la elaboración del trabajo, es conveniente asumirlas rápidamente en esos momentos que así podríamos usar para fines de avanzar sin mayor esfuerzo en esa tarea.

INVESTIGACION PREVIA

Si estamos comprometidos en la elaboración de un trabajo de investigación, es de suponer que algún tipo de indagación será necesario para recopilar antecedentes en los cuales fundamentar nuestro propio documento.

Lo primero a resolver en esta fase, es la selección de fuentes de información a las cuales vamos a recurrir.

Naturalmente las fuentes más obvias para obtener antecedentes, suelen ser los libros. Sin embargo, puede ser más ventajoso iniciar la indagación revisando las revistas especializadas donde se hace referencia al tema que nos interesa; los artículos en esas revistas tienen la ventaja de ser más acotados a temas precisos y de estar planteados en lenguaje conciso, lo que resulta muy conveniente para un trabajo monográfico como el que queremos realizar. Igualmente hay documentos no publicados pero de amplia circulación que pueden brindar datos útiles, principalmente información estadística. En algunos casos, diarios y revistas no especializadas proporcionan alguna información, pero generalmente son insuficientes como fuentes informativas para trabajos académicos de investigación.

Una fuente muy útil, a menudo no considerada, son los expertos o especialistas en el tema; tales personas, que pueden proporcionar con gran precisión una información detallada o indicar la referencia precisa que se necesita, se alegran de compartir la información que poseen sobre un tema que les apasiona, y constituyen así la fuente más eficiente para economizar tiempo. No es extraño que estas personas presten libros o revistas que contienen información no accesible en bibliotecas públicas.

En la investigación preliminar, el otro aspecto a considerar es el registro adecuado de la información derivada de las fuentes consultadas.

Se recomienda registrar la información empleando una tarjeta o una hoja separada para cada idea, indicando con precisión en el encabezamiento de esa hoja o tarjeta la referencia a la fuente (la referencia bibliográfica completa o los datos de la persona consultada que generó ese antecedente).

El registro por separado de cada idea utilizable tiene dos ventajas. Primero, permite ordenar tales tarjetas u hojas de diversas maneras según convenga al ordenamiento que posteriormente quiera dárseles para estructurar definitivamente el trabajo que se prepara. Segundo, puede dárseles un ordenamiento alfabético por fuentes para compilar así la bibliografía que se incluirá al final del trabajo.

Las referencias bibliográficas en el encabezamiento de cada

hoja de registro de información o ideas seleccionadas, se hacen siguiendo ciertas normas convencionales.

El registro de las ideas que se toman de un autor, ideas que luego se espera utilizar en nuestro propio texto, puede hacerse básicamente de tres modos diferentes.

Primero, la cita textual de lo dicho por el autor, lo que se registra entre comillas, para diferenciarlo de nuestras propias ideas. En caso que advirtamos que en el escrito de aquel autor hay expresiones poco habituales o errores de los cuales no queremos ser participes, citamos también textualmente pero agregamos la indicación (sic), lo que indica que la cita es textual con plena conciencia de la expresión poco habitual que se está citando o del error en ella incluido.

Segundo, en el caso de estar interesados sólo de una parte de un párrafo del autor, podemos citar textualmente incluyendo únicamente aquellas secciones que nos interesan y eliminando las restantes; pero es necesario colocar tres puntos (…) para indicar que hay una elipses, eliminación de una frase o párrafo de aquella cita.

Tercero, cuando la sección a citar nos parece extremadamente larga, podemos hacer nuestra propia condensación del texto de otro autor por la vía de una paráfrasis, mencionando por cierto al autor cuyo pensamiento hemos resumido o interpretado.

La recomendación más significativa a tener en cuenta en relación al registro de antecedentes, señala que no debe desestimarse a priori ninguna idea interesante. Aunque la utilidad de esa idea no sea evidente de inmediato, cualquier duda al respecto debe conducir a su registro; en caso contrario, se corre el riesgo que dicha idea sea necesario en el futuro y entonces será preciso retornar a las fuentes bibliográficas en busca de la referencia exacta, lo que puede ocasionar una gran pérdida de tiempo.

LA ESTRUCTURA DE UN TEXTO

Características estructurales de

...

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