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Ensayo de el libro Los Hornos De Hitler de Olga Lengyel


Enviado por   •  15 de Octubre de 2011  •  Biografías  •  2.360 Palabras (10 Páginas)  •  1.701 Visitas

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Ensayo de el libro Los Hornos De Hitler de Olga Lengyel.

Todo comienza a principios de 1944, cuando dos terceras partes de Europa pertenecían al Tercer Reich. La acción sucede en la ciudad de Cluj, antigua capital de Transilvania. Olga estaba casada con Miklos Lengyel, quien era el director de su propio hospital el “Sanatorio del Doctor Lengyel”, el cual era el producto del esfuerzo de trabajo y la dedicación de su esposo. Vivía con su familia que la integraban, sus dos hijos; Thomas y Arved, sus padres y su padrino. No lo podían creer, que todos aquellos relatos estremecedores de las atrocidades que se estaban cometiendo dentro de los campos de concentración de Alemania. ¡Qué equivocados estaban! Ni siquiera cuando un comandante alemán le hablaba de la ola de terror que Alemania su nación había desencadenado. Los alemanes nunca usaban las palabras asesinato, simplemente les escribían al lado de los nombres de los prisioneros el de “tratamiento especial”. Ya que los alemanes querían ser una sola raza aria. Los alemanes no querían a los que profesaban el cristianismo porque para ellos, una nación “superior” no podía aceptar un dios que fuese bondadoso y generoso. Según ellos necesitaban un dios que aceptara los crímenes e inhumanidades. Con el sistema de exterminación semanalmente miles de vidas desaparecerían en toda Europa, y los periódicos tenían prohibido publicar listas de desaparecidos. Poco después los periódicos no hablaban más que de puras victorias alemanas y empezaron a publicar lo que se podía hacer y lo que se prohibía. Además el gobierno trataba de intimidar a los civiles confiscando radios y arrestando personas que escucharan la radio extranjera. Las cosas iban empeorando, pues en la calle se habían visto judíos que portaban en el brazo derecho la estrella de David en el brazo derecho, además se les prohibió subirse a los autobuses. Al poco tiempo, el doctor Osvath los traiciono y les quito el hospital, y lo único que les queda es que deben huir antes de ser deportados. En la estación los esperaba un tren interminable, el cual los llevaría. Aquel tren interminable costaba de vagones para el traslado de animales y no de vagones para pasajeros. Los soldados los arrean hacia el tren como si fueran animales, detrás de ellos la puerta se cerró y el tren se empezó a mover. Noventa y seis personas apretujadas en un vagón que era para ocho caballos con destino, a la muerte. Partieron con rumbo desconocido y viajaron durante tres días. Si querían comer o algo de beber tenían que ceder sus prendas a los oficiales alemanes. Tres personas murieron adentro del vagón pero a ningún oficial le importó las súplicas de los pasajeros. Las puertas se abrieron hasta que se llegó al destino.

El tren se detuvo pero hasta la siguiente noche fueron sacados. Los médicos fueron separados así como los hombres de un lado y las mujeres del otro. Aquella fue la primera “selección” en la cual se separarían los primeros que serian llevados al crematorio. Se les ordeno que los niños y viejos a la izquierda, y como toda madre, Olga diga que sus hijos todavía no cumplen doce como le decían, aquel error fatal mataría a ellos. Como eran principios de mayo, la briza fresca le acarreaba un olor dulzón, parecido al olor de la carne cuando se quema. Todo estaba rodeado por alambres electrificados de púas. El matrimonio Lengyel es separado. Las mujeres fueron obligadas a desnudarse y metidas a un hangar. Olga pudo pasar de contrabando unas píldoras con veneno por si necesitaba de ese último recurso pero recuerda “mi vergüenza estaba superada por mi miedo”. Las examinaron delante de soldados borrachos y posteriormente las raparon. Cualquier intento de desobediencia era contestado con golpes a los genitales o la cabeza. Junto un edificio de ladrillo rojo que guardaba el extraño olor dulzón llamó la atención de Olga, y pregunto a un oficial y le dijo que era una panadería.

Llegaron frente al recinto, y al entrar iban a ser más que esclavas, habían que entrar a su nuevo hogar; la barraca 26. Tanto Auschwitz como Birkenau son considerados una mancha en la historia de la humanidad. Auschwitz era un campo de esclavos y Birkenau los llevaban simplemente a la cámara de gas y posteriormente a los crematorios. La Barraca 26 era un gran hangar de maderas unidas en forma de establo. En el interior estaba divido en dos partes, la cuales eran jaulas de madera llamadas koias. En cada una de las “koias” se dormían 20 personas.

Dos días después, les dieron su primera comida, una bebida nauseabunda que burlonamente denominaban café y a mediodía, una sopa de olor repugnante “sorpresa”, ya que en ella se encontraba de todo desde un botón hasta ratones, y por la tarde, un trozo de pan negro. Olga intenta localizar a su esposo pues, en su calidad de doctor, pudiera vivir en algún lado. Cuando lo encontró, ambos se asombraron del rápido cambio que tenían. Sus esqueléticas figuras rapadas se encontraron frente a frente. Miklos le pide veneno y luego se arrepiente. Son descubiertos por soldados alemanes y separados con extrema brutalidad. Al día siguiente, los hombres fueron removidos del campo.

En el campo de Concentración había “Selecciones Periódicas” para mandar nuevas víctimas a los crematorios. Todas tenían, estén donde estén y sin importar el estado de salud, que estar presentes a la hora del llamado. Si llegase a faltar alguna, sin importar que estuviera muerta, había graves consecuencias para todas. Las selecciones eran hechas por el doctor Klein, Irma Griese y otros altos oficiales Nazis. La selección era para la cámara de gas y algunas veces para industrias. Se retiraban de veinte a cuarenta personas por barraca. En promedio se enviaban a la muerte de quinientas a seiscientas personas por selección.

El campamento contaba con una avenida principal de quinientos metros de largo, a los lados diecisiete barracas por cada lado. Las barracas eran baños o lavabos, alguna se destinaba a guardar los alimentos, otra administraba y las demás alojaban a las reclusas. Había una jefa por cada sección: las Blocovas mismas que gozaban de algunos privilegios. . Las mujeres peleaban entre sí, pues lo único que importaba en este momento era la supervivencia. Se robaban la ropa de todas cuando se descuidaban, en fin era vivir.

Olga conoció a un joven polaco, quien llevaba cuatro años en campos de concentración y según recuerda la autora, “era la única voz que tenía sonidos humanos”. Inician una amistad. Tadek invita un día a Olga a salir de la barraca y la lleva a un apartado lugar donde algunos compañeros de Tadek cocinaban una papa. Tadek mostró pronto sus intenciones al querer seducir a Olga quien pronto se desilusionó del único amigo que tenía, pues este intercambiaba comida por

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