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La Multiplicidad Y La Simultaneidad En El pájaro Verde


Enviado por   •  25 de Junio de 2014  •  2.002 Palabras (9 Páginas)  •  400 Visitas

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El mundo que crea Juan Emar (1893-1964) en El pájaro verde presenta una forma de representación en la que todos los elementos no son unívocos sino múltiples; una cantidad importante de elementos, ya sea personajes, signos o referentes poseen una identidad doble o plural. Se ha planteado que el relato busca revertir contra la lógica positivista que determinó al realismo decimonónico, parodiando sus pretensiones de precisión científica, y alterando la jerarquía de los motivos merecedores de ser escritos. Con esto en mente, me propongo demostrar que el quiebre pretendido por el autor chileno de vanguardia se concreta además en la creación de un mundo en que los signos se descomponen, las identidades individuales se fragmentan y los espacios disímiles se superponen. Es decir, El pájaro verde ataca a la tradición realista parodiando el género biográfico y alterando la lógica al crear un mundo donde la unicidad es reemplazada por la multiplicidad. El quiebre con la tradición se ejerce no solo en la anécdota de la historia, sino en el modo de representar el mundo.

Se ha dicho que este mundo es una parodia de la representación realista. ¿Cómo se relaciona el hecho de ser parodia con la importancia de la multiplicidad para el relato? Soledad Traverso señala la relación de intertextualidad de El pájaro verde respecto a Un corazón sencillo. La parodia al movimiento que las vanguardias quisieron franquear se da de manera concreta respecto al relato de Gustave Flaubert, una de las figuras centrales del realismo. Traverso esboza en su estudio una serie de paralelismos. Por ejemplo, análoga el final de Un corazón sencillo, en el que “El loro tiene, finalmente, un sentido espiritual y religioso para Félicité, lo cual queda claro en el momento de la alucinación” con el poder mágico atribuido al loro en El pájaro verde: “La expresión ‘Yo he visto un pájaro verde’ tiene un poder casi mágico. La resurrección del loro, una vez embalsamado, es como la locura” (Traverso).

En tanto forma de representación, la parodia por definición es incapaz de ser independiente: uno de sus rasgos canónicos es “la dependencia de un modelo preexistente” (Agamben 49). Si creemos lo planteado por Traverso, ya desde su prefiguración el cuento, como objeto literario, se sustenta de un elemento ajeno, por lo que pierde su unicidad. Las significaciones de El pájaro verde se amplían al considerar los objetos a los que estaría haciendo referencia, es decir, el relato realista. El relato adquiere nuevos sentidos al tener conciencia de la multiplicidad de relatos que lo rodean, ya sean el de Flaubert o simplemente la estética impuesta por el realismo, propia del siglo XIX.

Esta estética se parodia en el cuento mediante las coincidencias de los datos biográficos del loro con sucesos de una radical magnitud histórica, que son mencionados como eventos de menor importancia: El loro nace el día en que muere Napoleón I y muere el día del terremoto de Valparaíso de 1906. Según Guillermo Gotschlich, este recurso genera un mundo independiente, que no se atiene a la lógica mimética del relato realista.

“Al constituirse el pájaro en efectivo centro de interés del cuento, se presenta ociosa la mención a dichos acontecimientos y esta nueva interconexión referencial, en lugar de situarnos ante las coordenadas propias de la estructura del mundo de las narraciones realistas, nos saca de ellas, acreditando la efectividad que adquiere el texto como realidad autónoma y válida por sí misma” (Gotschlich 98).

Al cambiar la jerarquía de los digno de ser relatado, según Gotschlich, se supera la crítica a un cierto ordenamiento del mundo real y se pasa a un mundo independiente donde domina otra lógica. En este, nunca tenemos conciencia del loro como objeto autónomo. Más bien se crea conciencia de que el mundo en que se desarrolla la historia rebasa el contexto inmediato del loro; se sitúa al lector frente a un espacio que no solo le es distinto sino también extenso, que excede los límites de la narración. A diferencia de la narrativa tradicional, en la que el narrador pone énfasis en el mundo en que de desarrolla la acción de los personajes, el mundo creado por el narrador incluye aquellos espacios donde no se desarrolla la acción. Nos situamos como lectores frente a un mundo de cuya multiplicidad tenemos conciencia, se nos recuerda su simultaneidad.

Esta simultaneidad se da también en las entidades que pueblan este mundo: se incluye la acepción tradicional de él, y su contraparte. Juan Emar, el narrador personaje, comienza a vivir una vida en un plano paralelo al apoderarse con sus amigos del verso “Yo he visto un pájaro verde”, vaciarlo de su contenido semántico y entregarle distintos significados según lo amerite la situación: “Y la vida, al ser expresada de este modo, con este acortamiento y con tanta comprensión, tomaba para nosotros un cierto cariz peculiar y nos formaba una segunda vida paralela” (294). Una oración simple adquiere potencialmente una infinitud de sentidos, se trata de “una sola frase que todo lo aprieta, condensa y, además, fructifica”. Ello le permite a quienes la utilicen de esta manera pertenecer a un mundo paralelo. Existen dos mundos por lo tanto, uno en el que se respeta el signo lingüístico, y otro continuo a él, en el que se franquea.

Esto se lleva a cabo en París, ciudad que tiene dos (sino más) significaciones, una aceptada por el mundo tradicional, es decir, la que la aprecia por su capital cultural, y una excéntrica donde se desarrolla la vida bohemia: “…mi tío nos hablaba con voz lenta sobre los horrores del París nocturno y me sermoneaba por haber vivido yo tantos años en él y no en el París de la Sorbona y alrededores” (296). Todo ello –las dos posibilidades de vida en una ciudad y la visión reaccionaria del tío- conducen a un final en el que Juan Emar lleva una doble vida. Tras el asesinato de su tío por parte del loro, motivado por el espíritu reaccionario del tío, el protagonista mantiene una vida normal, y al mismo tiempo dice ser servidor del loro: “Mas en todo lo restante, como he dicho, sigo igual. […] Cuanto al pájaro verde, aquí estoy, inmóvil y mudo. A veces, de tarde en tarde, le hago una seña amistosa y a media voz le canto” (300). La doble vida que

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