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La comunicación efectiva. La escucha activa

gilbertorosyApuntes6 de Diciembre de 2015

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La comunicación efectiva.

La escucha activa

Para que nuestra comunicación sea efectiva, es importante que aprendamos a escuchar de forma activa, es decir, más que hablar, debemos dejar que nuestro interlocutor hable y escucharlo con atención. La escucha activa, es poner nuestra atención a nuestro interlocutor, escuchar y comprender lo que nos dice. Covey (2003) recomienda que procuremos escuchar para comprender y no solo para contestar,  pues como lo refiere Miedaner (2002) creemos que escuchamos, pero en verdad pocos saben escuchar; Nos gusta creer que sabemos escuchar, pero en realidad, pocos son los que lo consiguen. Piensa en las personas que conoces. De todos tus amigos y familiares, ¿Cuántos te escuchan realmente? Escuchar es un arte, y como todo en la vida, exige práctica. Nadie nos ha enseñado a escuchar. Nos enseñaron a hablar. La comunicación eficaz requiere habilidades, y el desarrollo de éstas exige práctica. Nadie puede mejorar su forma de jugar al tenis con la sola lectura de libros sobre el tema, ni observando a los grandes jugadores de ese deporte. Es necesario salir a la pista y poner en práctica lo que se ha leído o visto, progresando lentamente a través de diferentes niveles de pericia. Entonces debemos aprender a escuchar y a practicar la escucha activa, mirando a nuestro interlocutor de frente, escucharlo con atención y dejarlo que hable.

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Todos sin duda, diariamente practicamos la escucha pasiva, es decir, escuchamos sin mirar a la cara a nuestro interlocutor, sin mirar sus ojos, sin mirar sus gestos, o su lenguaje corporal, por ejemplo miramos la pantalla de la computadora mientras platicamos y no observamos a nuestro interlocutor, y solemos decir: “sí” “aja”, “buena onda”, “está bien”, “ok”, “luego nos ponemos de acuerdo”,  “sí como tú digas, bye”. O con el celular en la mano decimos que escuchamos mientras lo manipulamos y dejamos que la otra persona nos hable, sin ponerle la adecuada atención, <> Cuando otra persona habla, por lo general la «escuchamos» en uno de cuatro niveles. Podemos estar ignorándola, no escucharla en absoluto. Podemos fingir. «Sí. Ya. Correcto.» Podemos practicar la escucha selectiva, oyendo sólo ciertas partes de la conversación. A menudo lo hacemos con el parloteo incesante de un niño pequeño. Finalmente, podemos brindar una escucha atenta, prestando atención y centrando toda nuestra energía en las palabras que se pronuncian. Pero muy pocos de nosotros nos situamos en el quinto nivel, la forma más alta de escuchar, la escucha empática. (Covey, 2003), desde esta perspectiva; debemos aprender y practicar con nuestros ojos y con nuestro corazón, y secundariamente con nuestros oídos. Debemos tratar de comprender la intención de la comunicación sin prejuzgar ni rechazar su contenido. Podemos mejorar nuestra comunicación siendo pacientes, procurando comprender en primer lugar, para después expresar abierta y asertivamente nuestros sentimientos.

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Algunos errores o malos estilos que cometemos cuando nos “comunicamos con otros”

  • Fingir que se escucha.
  • Interrumpir a nuestro interlocutor mientras está hablando.
  • Dedicar más tiempo a hablar de uno mismo que a escuchar a nuestro interlocutor.
  • Distraernos. No prestar la suficiente atención. Llegar incluso a desconectarnos de la conversación.
  • Prejuzgar el mensaje de nuestro interlocutor.
  • Interpretar su comunicado desde nuestro punto de vista, en vez de hacerlo desde su punto de vista.
  • Dirigir la conversación hacia nuestros intereses, en vez de dejar que nuestro interlocutor nos revele sus pensamientos o sentimientos.
  • Realizar una escucha selectiva, prestando atención sólo a las partes del mensaje que nos resultan interesantes.
  • Desaprobar, cuestionar o quitar la razón al otro.

La escucha activa nos lleva a tener una escucha empática, es decir escuchar con la intención  de comprender,  de entrar en el mapa mental de la otra persona; a través de la escucha empática podemos ver el mundo como lo ve esa persona y comprender sus pensamientos, sentimientos y actitudes. En la escucha empática, uno escucha con los oídos, pero también (y esto es más importante) con los ojos y con el corazón. Se escuchan los sentimientos, los significados. Se escucha la conducta. Se utiliza tanto el cerebro derecho como el izquierdo. Usted percibe, intuye, siente. (Covey, 2003) y esto es muy importante porque al escuchar y entender a una persona, esta se siente comprendida, valorada, apreciada, querida. Por otra parte la comunicación fluye y las relaciones con los demás, se hacen más positivas.

A continuación se expresan siete ventajas de la escucha activa y empática.

1. Se crea un clima de confianza. Las personas con quien interaccionas te tienen más confianza y se acercan a ti.

2. La escucha empática es terapéutica y curativa porque proporciona a la otra persona; sensaciones de ser; comprendida, valorada, apreciada, querida, amada.

3. Escuchar tiene efectos tranquilizantes y facilita que se eliminen tensiones.

4. Favorece una relación positiva con su interlocutor.  La escucha activa y empática fomenta las buenas relaciones.

5. El hablar y escuchar facilita la solución de nuestros problemas, ya sean personales, familiares, de trabajo, económicos, etc.  

6. Incrementamos nuestra cuenta bancaria emocional. Es decir, generamos amigos sinceros, quienes podrán apoyarnos sí en alguna ocasión los llegáramos a necesitar.

7. Cuando nos comprendemos unos a otros, abrimos las puertas a soluciones creativas y terceras alternativas. Fluye la creatividad.

8. Se aprende del otro.

9. Se promueve el conocimiento de sí mismo.

10. Se genera una sinergia de crecimiento personal.  

  1. Practica la escucha activa.

Pregúntate ¿Cuál son los errores o malos estilos que tengo para escuchar? Fingir que escucho, escuchar selectivamente, interrumpir a mi interlocutor, distraerme, prejuzgar, etc., Ahora, intenta pasar todo un día sin hacerlo.

Durante un día de esta semana pregunta a tu mamá o papá: ¿Cómo te va? Abre tu corazón y practica la escucha activa y empática.

Si te gusta hablar, haz una pausa y dedica el día a escuchar. Habla únicamente cuando tengas que hacerlo.

Haz un reporte de tus resultados de estas experiencias y entrégaselas a tu tutor(a)

Asertividad

Asertividad es la habilidad de comunicar de manera directa, franca y equilibrada nuestras ideas, pensamientos y sentimientos; o defender nuestros legítimos derechos, pero sin pasar por encima de los demás. Asertividad es la capacidad de autoafirmarse, de expresar lo que sentimos y pensamos aunque las circunstancias no sean muy favorables, de no enmudecer por miedo a no gustar, de decir SÍ y decir NO de acuerdo a nuestras convicciones y deseos, así pues es una conducta activa, directa y clara, tan respetuosa con las demás personas como con nosotras mismas. (Fabra, 2009).

Para entender lo que es asertividad es importante conocer los estilos de comportamiento pasivo y el comportamiento agresivo y/o manipulador.

La persona con estilo de comportamiento pasivo no defiende sus derechos e intereses personales, respeta a los demás, pero no a sí mismo. Se inclina a realizar las preferencias de los demás, dejando a un lado sus propios derechos y necesidades. No expresa sus sentimientos ni permite que otros los conozcan o lo que quiere, el comportamiento sumiso también incluye sentirse culpable cuando se intenta pedir lo que se quiere.

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La persona con estilo de comportamiento agresivo;  Defiende en exceso los derechos e intereses personales, sin tener en cuenta los de los demás: a veces, no los tiene realmente en cuenta, otras, carece de habilidades para afrontar ciertas situaciones. Se comunica de una manera demandante, abrasiva o hasta hostil. Las personas agresivas son insensibles a los derechos y sentimientos de los demás e intentan obtener lo que quieren a través de la intimidación y/o de la manipulación. Las personas con este estilo suelen pelear, amenazar y pisotear a las personas sin importar sus sentimientos. Como ya se señaló el comportamiento agresivo contempla también al manipulador. Las personas manipuladoras intentan tener lo que quieren haciendo sentir a los demás mal o culpables. En vez de tomar la responsabilidad por sus propias necesidades, juegan el rol de víctimas y mártires. Si esto no funciona pueden volverse abiertamente agresivos o fingir indiferencia.

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