Neuropsicologia
gisellemunizaga1 de Septiembre de 2013
4.629 Palabras (19 Páginas)246 Visitas
EL SISTEMA FUNCIONAL DE LA LECTOESCRITURA EN LA
NEUROPSICOLOGÍA DE LURIA.
Congreso Mundial de Lecto-escritura, celebrado en Valencia, Diciembre 2000
Dionisio Manga
Profesor Titular del Area de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico
en la Universidad de León
Francisco Ramos
Doctor en Psicología, es Profesor Titular del Area de Personalidad, Evaluación y
Tratamiento Psicológico en la Facultad de Psicología de la Universidad de
Salamanca
INTRODUCCIÓN.
En su autobiografía, Luria (1979b) hace alusión a los estudios sobre afasia en
neurología iniciados por Vygotski, estudios que introdujeron métodos psicológicos y dieron
origen así, a finales de los años veinte de este siglo, a la “neuropsicología”. Yo proseguí mi
trabajo sobre afasia y lo amplié después, dice Luria, a las funciones corticales superiores del
hombre. “Invertí la principal parte de mi vida en esta nueva rama de la ciencia, la
neuropsicología” (p. 37).
Luria, que se planteó junto a Vygotski las principales cuestiones sobre organización
cerebral de los procesos psicológicos superiores, continuó buscando soluciones a problemas
que tenía planteados la neurología clásica. Por una parte, aunque el mismo Vygotski tenía
dudas al respecto, los procesos superiores no podían estar localizados en el córtex cerebral de
igual modo que lo estaban los procesos elementales, sensoriales y motores. Luria consideró
que, para explicar el modo distintivo de localización de tales procesos superiores se
necesitaba recurrir al principio de organización, mucho más complejo, de los sistemas
funcionales. La segunda cuestión, nueva e introducida por Vygotski, era el cambio con el
desarrollo del papel desempeñado por ciertas regiones cerebrales en la organización de los
procesos psicológicos superiores. Determinadas zonas que controlan procesos más
elementales (áreas primarias) tienen un papel más determinante en edades tempranas, porque
los sistemas funcionales se irán formando a partir de esas zonas. En niños pequeños, como los
efectos de una lesión van hacia arriba, se detendría el desarrollo de las áreas superiores.
Dos son las grandes influencias que recibe Luria cuando se refiere a la organización
funcional del cerebro humano, a la que caracteriza de sistémico-dinámica. Su carácter
sistémico le viene a la neuropsicología de Luria de la decisiva influencia del neurofisiólogo
ruso Anojin, con su teoría de los sistemas funcionales. En la concepción dinámica de la
organización del cerebro influye Vygotski, sobre todo en lo que se refiere a los cambios que
ocurren en la formación de los sistemas funcionales a medida que avanza el desarrollo. En
este punto, nos interesa sobre todo la formación de los sistemas funcionales que sirven al
aprendizaje del lenguaje escrito.
Según Vygotski (1979), “el lenguaje escrito consiste en un sistema de signos que
designan los sonidos y las palabras del lenguaje hablado, y que, a su vez, son signos de
relaciones y de entidades reales. Gradualmente, este vínculo intermedio que es el lenguaje
hablado desaparece, y el lenguaje escrito se transforma en un sistema de signos que
simbolizan directamente las relaciones y entidades entre ellos. Parece evidente que el
dominio de este complejo sistema de signos no pueda realizarse de modo puramente
mecánico y externo, sino que más bien es la culminación de un largo proceso de desarrollo de
determinadas y complejas funciones de la conducta del niño” (p. 160)... Luria (1980), por su
parte, afirma que en las últimas etapas se usan métodos completamente diferentes y mucho
más directos. En las diferentes etapas del desarrollo de la escritura ocurren cambios en su
composición psicofisiológica, “hasta el punto de que la parte jugada por los sistemas
corticales en esta actividad no siempre es la misma” (p. 530).
Según confesaba Vygotski en la década de los años 30, no era posible todavía ofrecer
una descripción coherente y completa de la historia del desarrollo del lenguaje escrito en los
niños. En la actualidad, también el DSM-IV habla en términos bastante similares: “En
comparación con otros trastornos del aprendizaje, dice, se sabe relativamente poco acerca de
los trastornos de la expresión escrita y de su tratamiento, particularmente cuando aparecen en
ausencia de trastorno de la lectura...” (APA, 1995, p. 54).
De acuerdo con estas reflexiones iniciales, nuestra exposición se divide en dos partes:
una primera, más teórica, en la que plantearemos la singular relación entre lenguaje oral y
escrito, para abordar después el sistema funcional que subyace a la actividad de la lectura y de
la escritura. La segunda parte, de carácter más empírico, aporta datos obtenidos con la batería
neuropsicológica Luria-DNI en el área escolar de evaluación, donde se miden habilidades de
lectoescritura y aritmética.
PRIMERA PARTE: Sistemas funcionales diferenciados para el lenguaje escrito.
a) Diferencia entre lenguaje hablado y escrito.
En cuanto formas especiales de actividad lingüística, dice Luria, la escritura y la
lectura se diferencian esencialmente del lenguaje hablado, tanto en su génesis como en la
estructura psicofisiológica y sus propiedades funcionales.
Mientras el lenguaje hablado se forma en las etapas tempranas del desarrollo del niño,
en el curso de su relación directa con otra gente, el lenguaje escrito no aparece hasta mucho
más tarde y es resultado de especial entrenamiento.
En contraste con el lenguaje hablado, el cual usualmente se origina automáticamente y
sin análisis consciente de su composición fonética, desde sus verdaderos comienzos el
lenguaje escrito es una actividad voluntaria, organizada con el análisis consciente de sus
sonidos constituyentes.
“La estructura psicofisiológica de la escritura y la lectura es particularmente
característica y se diferencia esencialmente de la del lenguaje hablado” (Luria,1980, p. 528).
El apoyo, por ejemplo, en la articulación (habla en voz alta) tiene especial importancia en las
etapas tempranas de adquisición del lenguaje escrito, pero tiene poco que hacer en la forma
altamente automatizada de la escritura.
Sólo en las últimas etapas de su formación la escritura se convierte en una habilidad
compleja automatizada.
Las principales diferencias del habla con el lenguaje escrito provienen de que en el
lenguaje escrito se implica especialmente el funcionamiento del sistema perceptivo visual
(Carr, 1986). Si para el lenguaje hablado existe una adaptación evolutiva en la especie
humana con apoyo en la audición, la lectura y la escritura suponen una adaptación
intelectual al servicio de necesidades comunicativas que se sustentan en el sistema visual.
Para la mayoría de los seres humanos, el lenguaje auditivo se halla lateralizado en el
hemisferio izquierdo. Esto significa que este hemisferio es superior al derecho en
discriminación fonémica precisa y en procesar información organizada sintácticamente,
cuando las relaciones entre palabras añaden significación esencial al mensaje y se debe
preservar el orden estricto de los componentes en cadenas a veces largas y complejas.
El modelo cooperativo bilateral de la lectura (Taylor, 1988) hace suyas estas
distinciones, asignando a la ruta izquierda la representación fonológica, las relaciones
sintácticas y las relaciones lógicas. La comprensión de palabras y frases simples, en cambio,
depende más de hemisferio derecho que del izquierdo, ya que la ruta derecha opera más
directamente con la representación semántica relacionada con el mundo que nos rodea. El
substrato que sirve al procesamiento de información auditiva se ha adaptado para operar con
sonidos ordenados en el tiempo. Las relaciones temporales entre sonidos particulares
necesitan descodificarse a nivel fonológico, sintáctico y semántico.
A veces se dan grandes diferencias en adquirir dominio de la lectura entre quienes
aprenden a leer, lo cual no significa que partan necesariamente de distinto nivel en el dominio
lingüístico auditivo. Puede darse disociación porque la habilidad para enfrentarse con los
grafemas es en gran medida independiente de la habilidad requerida para el solo análisis
fonológico. Esa independencia proviene de que la información escrita ha de procesarse
mediante la visión, con las dificultades lógicas de interrelación con la audición. Por esta razón
se han buscado zonas de comunicación transmodal, como ha sido entre otros el “centro de la
lectura”, situándolo en el área de asociación parieto-témporo-occipital del hemisferio
izquierdo.
Tener que abordar visualmente la información de los estímulos supone cambiar de un
formato a otro el procesamiento del lenguaje. El sistema psicolingüístico auditivo está
preparado para operar sobre datos que son sonidos ordenados en el tiempo, pero los
mecanismos de codificación visual operan con datos que son formas distribuidas en el
...