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Antropología. El hombre está destinado a la comunicación


Enviado por   •  28 de Julio de 2014  •  1.577 Palabras (7 Páginas)  •  171 Visitas

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Para estudiar el todo del hombre como lo habla en estas lecturas se debe empezar por el lenguaje, no se puede extender a otros puntos si no se parte de este, así como se declara en los primeros párrafos de la lectura: “no hay vida anímica sin lenguaje y no hay vida humana sin vida anímica”. Se debe entender que parte fundamental del hombre es la comunicación (su lenguaje), para entender el lenguaje es necesario saber qué es lo que compone un lenguaje o una interacción; número uno es un “yo parlante” a lo que conocemos un emisor, número dos un “tú que recoge el mensaje” el receptor, y número tres “una comunicación” el mensaje. Estos mensajes son de importancia en el desarrollo o el estudio del hombre pues estas reflejan las vivencias del hombre, ya que surge de la necesidad o impulso del hombre al tratar de comunicarse, de poderse abrir hacia otros, es parte de su envolvimiento social.

Por consiguiente se puede hablar de las operaciones humanas son aquellas donde el hombre es dueño, la razón y la voluntad, lo demás que compete al hombre, por lo contario están los actos del hombre que no tienen que ver con la virtud y voluntad. Las sensaciones, ideas, recuerdos y deseos pertenecen al “yo psicólogo” donde tiene dos propiedades una llamada unidad y la otra identidad. Con su hacer la persona realiza su ser. Respira en una atmósfera de libertad. Se rehúsa a ser manejada y consumida como instrumento. La persona se manifiesta en obras su obrar es la traducción exterior y dinámica del hecho de instalarse para sí y de autoafirmarse.

El hombre está destinado a la comunicación y sólo a través de ella se realiza y se posee en forma auténtica, la comunicación tiene en el hombre dos aspectos: uno negativo, consistente en superar, en sobrepasar, y otro positivo que traduce su afán de plenitud

Eduardo Nicol elabora, en la «Introducción», un bosquejo filosófico de la condición humana, establece previamente una morfología de la historicidad y de la temporalidad. Tradicionalmente se venía considerando que el cuerpo era un ser temporal y el espíritu ser intemporal o tenía un tiempo determinado, Nicole considera al espíritu precisamente como lo temporal en el hombre; el tiempo en que se encuentra el cuerpo solo, es el tiempo físico. Nicol piensa que el ente humano tiene la vida natural en acto y la vida espiritual en potencia. La vida espiritual es potencia, pero no pura potencia.

El hombre es una unidad de distintos modos o grados del ser: alma y cuerpo. Cuando no se trata de sucedidos inconscientes y el hombre obra como hombre, están alma y cuerpo siempre juntos.

El hombre: un ser en camino. Estamos en camino. Y este estar en camino es una dimensión ontológica de nuestro ser. El status viatoris es inherente a toda condición humana. Ningún hombre, en tanto que viva, se puede considerar logrado, captado, alcanzado. El status comprehensoris no pertenece a esta vida. Marchamos hacia la felicidad, hacia la plenitud objetiva en el orden del ser. De ahí que lo importante no sea la muerte sino la dirección, y el estadio en el camino en que estemos cuando nos sorprenda la muerte.

El hombre vive en la esperanza de ser más. Todo ser humano es la expresión de una esperanza o de una tragedia. Su existencia consiste en irse completando indefinidamente. El estado del ser en camino no es externo al hombre; no es nada accidental. El hombre «hace» su esencia, no «es» su esencia. Pero todas las variedades históricas de este hacer la esencia pueden insertarse dentro de una estructura permanente del ser humano.

La ontología del hombre se hace con particularidades, no hay una esencia inmutable de lo humano, que revista en cada tiempo y lugar un ropaje de accidentes mudables. El ser humano es histórico; pero después de haber asimilado bien esta noción de su historicidad, atendamos ahora con esmero a la moción de ser. Las personas permanecen: sí, pero evolucionan. No es la personalidad algo rígida e inextensible.

Estructura de la esperanza. Vivimos siempre en espera. Un futuro anhelado puede llegar a cumplirse. Hay, sin embargo, en la esperanza, un esperar confiado que tiene su sostén en “Alguien”. No confiamos en las cosas sino en las personas. Sin tiempo no hay esperanza, pero con puro tiempo tampoco. Una voluntad de vivir, de seguir viviendo, está en la base de toda esperanza. Se espera siempre un cambio favorable. La esperanza supone la consecución de lo esperado y se alimenta de esa posibilidad. Para mí, pues, la esperanza no es ausencia, sino presencia, es presencia del objeto deseado suprimiendo el tiempo que naturalmente ha de transcurrir hasta su presentación». No cabe

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