Continuidad Y Complementareidad En Educación
alejofc3 de Noviembre de 2012
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RESUMEN. A partir de la desescolarización y de las metáforas de la ciudad educativa,
la sociedad del aprendizaje, la sociedad de la información, etc., se hace una
revisión de la educación formal y no formal, a fin de fundamentar una crítica
sobre su discriminación o diferenciación, ya que, hoy en día, encontramos tantas
similitudes entre ellas que se nos hace difícil distinguirlas; ni por sus instituciones,
ni por la edad de los usuarios ni por planteamientos de carácter pedagógico;
hoy las escuelas propician educación no formal, y centros de educación no formal
desarrollan programas formales de educación. Todo ello nos lleva a promulgar
que entre la educación formal y no formal se da una continuidad en lo que sería
arquitectura pedagógica y una complementariedad en cuanto a su desarrollo
práctico. Para llegar a tal conclusión analizamos 30 características educativas que
abarcan los aspectos más importantes del profesorado, del alumnado, de las instituciones
y de sus recursos físicos.
ABSTRACT. Formal and non-formal education are analysed taking as a starting
point un-schooling and the metaphors of the educating city, the learning society,
the information society, etc. The aim is to provide the basis for criticism on their
discrimination or differentiation, since nowadays, so many similarities can be
found that differentiation between them is difficult (they cannot even be distinguished
neither by their establishments, nor users'age, nor pedagogical approaches).
These days, educational establishments provide non-formal education and
non-formal education centres implement formal education programmes. All this
leads us to state that what exists between formal and non-formal education is continuity
as regards pedagogical architecture and complementarity as regards their
practical development. This conclusion has been reached by analysing 30 educational
characteristics that cover the main aspects related to teachers, pupils, establishments
and their physical resources.
CONTINUIDAD Y COMPLENTARIEDAD
ENTRE LA EDUCACIÓN FORMAL Y NO FORMAL
ANTONIO J. COLOM CAÑELLAS*
(*) Universidad de las Islas Baleares y miembro académico de l’Institut d’Estudis Catalans.
Revista de Educación, núm. 338 (2005), pp. 9-22
Fecha de entrada: 06-09-2005 Fecha de aceptación: 23-09-2005
LA NECESIDAD
DE UN MARCO HISTÓRICO
La complejidad de la sociedad actual, fundamentalmente
con el surgimiento de las
nuevas tecnologías, ha propiciado la
necesidad del conocimiento –la sociedad
del conocimiento– de forma imperativa
más allá de los muros escolares, dando
entonces –al menos en parte– la razón a
los viejos visionarios que en la década de
los años sesenta y de los setenta nos
hablaban del «aula sin muros» (M.
MacLuhan y E. Carpenter, 1968), de la
«deseducación» (P. Goodman, 1973), de la
«muerte de la escuela» (E. Reimer, 1974),
de la «sociedad desescolarizada» (I. Illich,
1976), o del «fracaso de la escuela», (J.
Holt, 1979). Una histórica y olvidada
bibliografía pero que se merecería una
seria consideración visto como se han ido
produciendo los acontecimientos, y como
se han desarrollado los procesos de enseñanza
a distancia, las universidades, o
campus virtuales, y en general, las denominadas
formas flexibles de educación.
Paralelamente, en estos mismos años,
se iniciaba la preocupación de cómo
dotar de funcionalidad educativa a esta
sociedad que tenía que competir con la
escuela. Uno de los primeros ejemplos de
tal actitud fue (Reimes, 1974), «la sociedad
educativa», o «la sociedad del aprendizaje
» (T. Husen, 1978, 1988), la «ciudad
educadora» (Ayuntamiento de Barcelona,
1990), o incluso la «era de la información
» o la «sociedad red» (M. Castells,
1997), eran algunas de las denominaciones
que con mayor o menor fortuna se
utilizaron entre nosotros. Como fácilmente
podemos comprobar todas ellas tienden
a poner en evidencia la ampliación
del espacio educativo más allá de lo escolar,
poniendo énfasis en un tipo de educación
que es, o permanente o propia de la
ciudad, de la sociedad, de la red, o en
general, de los medios de la información.
De hecho la propia definición de educación
permanente que nos aportaba E.
Faure (1972, p. 265) «proceso (educativo)
continuo e inacabable que se prolonga a
lo largo de la vida…» venía a ser una solución
de síntesis entre la educación escolar
y los nuevos retos educativos que ya se
perfilaban de forma global. La educación
permanente no sólo defendía la ampliación
de la educación escolar sino que
también abogaba por un sentido formativo
que se prolongase en el tiempo y en
otros espacios sociales, como los propios
del ocio, o del tiempo libre, o en las esferas
laborales.
Era necesario reseñar este contexto
pues es en él, y paralelamente a tales
denominaciones y enfoques, cuando se
acuña en la literatura pedagógica unos
conceptos que son claves en el amplio
marco de las ciencias de la educación ya
que se han querido utilizar para deslindar
estas otras educaciones (J. Trilla, 1993a).
Me refiero, claro está, a lo que entendemos
por educación formal, no formal e
informal, terminología que, con el tiempo,
y a pesar de sus posibles confusiones
de significado, ha sido aceptada ampliamente.
Pues bien, de entre ellas, la educación
no formal, pretende dar cuenta de
los fenómenos educativos a los que nos
hemos ido refiriendo hasta ahora, es
decir, los propios de las formas educativas
no convencionales.
Según J. Trilla (1993b, pp. 17-ss.) el
término «educación no formal» parece
que se usa por primera vez en la
International Conference on World Crisis
in Education que se celebró en Virgina
(USA) allá por 1967. Pues bien el documento
que sirvió de base para asentar los
objetivos de este congreso fue elaborado
bajo la supervisión de Philip Coombs por
la Oficina de Planeamiento de la
Educación de la UNESCO que el mismo
dirigía. Ahora bien como las aportaciones
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al mencionado congreso no se publicaron
hasta algunos años más tarde (Ph.
Coombs, 1971) el uso de la expresión
«educación no formal» siguió postergada.
I. Pastor que recientemente ha estudiado
la cuestión (2001) y afirma que no fue
hasta 1975, con la publicación del libro de
Ph. Coombs y M. Ahmed (1975), cuando
se comenzó a deslindar los sentidos y significaciones
de lo que se entendería por
educación formal, no formal e informal.
LA NECESIDAD DE UNA REITERACIÓN
Personalmente he venido defendiendo
que la diferencia más determinante que
se da entre educación formal y no formal
es, sorprendentemente, de carácter jurídico
y no pedagógico (Colom et al.,
2001); es decir, entiendo la educación
formal como aquella que concluye con
titulaciones reconocidas y otorgadas
según las leyes educativas promulgadas
por los Estados, desde los diplomas de
enseñanza primaria o básica hasta la titulación
de doctor. Es pues la propia de los
sistemas educativos reglados jurídicamente
por el Estado y en consecuencia la que
mayoritariamente se imparte en centros o
instituciones docentes, aunque esta última
característica espacial, no puede ser,
hoy en día, tomada como un elemento
definidor o de distinción en relación con
la educación no formal, pues se dan casos
de enseñanzas regladas que se imparten a
distancia desde los niveles primarios
hasta los universitarios.
En consecuencia la educación no formal
sería, por el contrario, la que no
viene contemplada en las legislaciones
estatales de educación; es decir, que su
responsabilidad no recae directamente en
los ordenamientos jurídicos del Estado.
Es, por ejemplo, el caso de los postgrados
o maestrías universitarias que son ejemplo
de educación no formal, pues si bien
se llevan a cabo en instituciones educativas
oficiales como puedan ser las propias
universidades, su marco legal no viene
definido por la legislación ministerial sino
por la Universidad misma.
Tener en cuenta cualquier otra variable
creo que nos lleva a la confusión, pues
la educación formal o no formal aceptan
múltiples aspectos comunes como pueda
ser el espacial (que ya hemos analizado
someramente), el profesional, el sistemático
o por el contrario la flexibilidad, la
racionalidad, la planificación, lo evaluativo,
etc. Efectivamente, ambos tipos de
educación pueden tener finalidades
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