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Corazon Del Hombre


Enviado por   •  12 de Septiembre de 2014  •  7.592 Palabras (31 Páginas)  •  302 Visitas

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“EL CORAZON DEL HOMBRE”

ERICH FROMM

I. EL HOMBRE, ¿LOBO O CORDERO?

La mayoría de los hombres son niños sugestionables y despiertos a medias, dispuestos a rendir su voluntad a cualquiera que hable con voz suficientemente amenazadora o dulce para persuadirlos. Los hombres son corderos y que, por lo tanto, necesitan jefes que tomen decisiones por ellos, ha dado con frecuencia a los jefes el convencimiento sincero de que estaban cumpliendo con un deber moral –aunque un deber trágico– si daban al hombre lo libraban de la responsabilidad y la libertad.

Pensadores como Hobbes llego a la conclusión de que homo homini lupus (el hombre es un lobo para el hombre); y a muchos de nosotros nos ha llevado a suponer que el hombres es maligno y destructor por naturaleza, que es un homicida que solo por el miedo a homicidas más fuertes puede abstenerse de su pasatiempo favorito. Los lobos desean matar; los corderos quieren imitarlos. De ahí que los lobos pongan a los corderos a matar, asesinar y estrangular, y los corderos obedecen no porque gocen con ello, sino porque quieren imitar. Los matadores tienen que inventar historias sobre la nobleza de su causa, para hacer que la mayoría de los corderos actúen como lobos.

La desobediencia de Adán y Eva a Dios no se llama pecado; por el contrario, la desobediencia es la condición para el conocimiento de sí mismo por parte del hombre, es el primer paso del hombre hacia la libertad.

La maldad del hombre no era más que el resultado de las circunstancias, y por ende que el hombre no tenía en realidad que elegir. La creencia en la bondad del hombre fue resultado de la nueva confianza del hombre en sí mismo, adquirida como consecuencia del enorme progreso económico y político que empezó con el Renacimiento,

La intensidad de las tendencias destructoras no implica de ninguna manera que sean invencibles o ni aun dominantes. El hombre ordinario con poder extraordinario es el principal peligro para la humanidad, y no el malvado o el sádico. Es innegable que cada individuo avanza en la dirección que ha elegido: la de la vida o la de la muerte, la del bien o la del mal.

II. DIFERENTES FORMAS DE VIOLENCIA

La distinción entre diferentes tipos de violencia se basa en la distinción entre sus respectivas motivaciones inconscientes; pues solo el conocimiento de la dinámica inconsciente de la conducta nos permite conocer la conducta misma, sus raíces, su desarrollo y la energía de que está cargada.

La forma de violencia más normal y no patológica, es la violencia juguetona o lúdica. La encontramos en las formas en que la violencia se ejercita para ostentar destreza, no para destruir, y no es motivada por odio ni impulso destructor.

La violencia reactiva, se emplea en la defensa de la vida, de la libertad, de la dignidad, de la propiedad, ya sean las de uno o las de otros. Tiene sus raíces en el miedo, y por esta razón probablemente es la forma más frecuente de violencia; el miedo puede ser real o imaginario, consciente o inconsciente. Este tipo de violencia está al servicio de la vida, no de la muerte. Con mucha frecuencia, la sensación de estar amenazado y la violencia reactiva resultante no se basan en la realidad, sino en la manipulación de la mente humana.

La tendencia a fingir que una guerra es defensiva, revela dos cosas. En primer lugar, que la mayoría de la gente, por lo menos en los países no civilizados, no puede ser inducida a matar y morir si primero no se le convence de que lo hacen para defender sus vidas y su libertad; en segundo lugar, revela que no es difícil persuadir a millones de individuos de que están en peligro de ser atacados y que, en consecuencia, se acude a ellos para que se defiendan. La gente se siente amenazada, y para defenderse esta dispuesta a matar y destruir.

Otro aspecto de la violencia reactiva es el tipo de violencia que se produce por frustración. Esta conducta agresiva constituye un intento, con frecuencia inútil, para conseguir el fin fallido mediante el uso de la violencia. Es, evidentemente, una agresión al servicio de la vida, y no por el gusto de la destrucción. Con la agresión resultante de la frustración se relaciona la hostilidad producida por la envidia y los celos.

Otro tipo de violencia relacionado con la violencia reactiva, es la violencia vengativa. En la violencia reactiva la finalidad es evitar el daño que amenaza, y por esta razón dicha violencia sirve a la función biológica de la supervivencia. En la violencia vengativa, por otra parte, el daño ya ha sido hecho, y por lo tanto la violencia no tiene función defensiva. Tiene la función irracional de anular mágicamente lo que realmente se hizo. El motivo de la venganza esta en razón inversa con la fuerza y la capacidad productora de un grupo o de un individuo. El individuo que vive productivamente no siente, o la siente poco, esa necesidad. Aun cuando haya sido dañado, insultado y lastimado, el proceso mismo de vivir productivamente le hace olvidar el daño del pasado. La capacidad de producir resulta más fuerte que el deseo de venganza.

Estrechamente relacionada con la violencia vengativa esta una fuente de destructividad debida al quebrantamiento de la fe, que tiene lugar con frecuencia en la vida del niño. El niño empieza la vida con fe en la bondad, en el amor, en la justicia. Es siempre la fe en la vida, en la posibilidad de confiar en ella, de tener confianza en ella, la que se quebranta. Muchas veces esta primera y decisiva experiencia del quebranto de la fe tiene lugar en la edad temprana. Frecuentemente, el definitivo quebrantamiento de la fe tiene lugar en una edad mucho más avanzada. Rara vez, es un solo hecho, sino numerosas experiencias, lo que quebranta acumulativamente la fe de un individuo. Muchas veces el individuo vence la desesperación por haber perdido la fe en la vida con la frenética persecución de objetivos mundanos: dinero, poder o prestigio. El creyente y amante de la vida desengañado se convertirá en un cínico y un destructor. Esta destructividad es la destructividad de la desesperación. El desengaño de la vida condujo al odio a la vida.

Se entiende por violencia compensadora la que es sustituta de la actividad productor en una persona impotente. Aunque el hombre es el objeto de fuerzas naturales y sociales que lo gobiernan, al mismo tiempo no es solo objeto de las circunstancias. Tiene voluntad, capacidad y libertad para transformar y cambiar el mundo, dentro de ciertos límites. Lo que aquí importa no es el ámbito o alcance de la voluntad y la libertad, sino el hecho de que el hombre no puede tolerar la pasividad absoluta. El hombre se hace la ilusión de actuar, cuando en realidad no hace más que someterse a

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