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Corazon Del Hombre


Enviado por   •  6 de Marzo de 2015  •  2.989 Palabras (12 Páginas)  •  234 Visitas

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Dentro del presente ensayo, trataré de abordar de manera general los contenidos de los capítulos del libro El Corazón del Hombre de Erich Fromm, tratando de hacerlo siempre exponiendo mi punto de vista respecto a los planteamientos hechos, pues si bien es cierto que puedo llegar a coincidir con el autor, considero algunos aspectos realmente cuestionables aún.

Dentro del capítulo I, titulado “El hombre, ¿lobo o cordero? considero que el tratar de calificar la conducta del hombre hacia dos aspectos solamente, el bueno y el malo, es una de las metáforas básicas de la vida humana, tan socorridas que no se puede pensar en el hombre bajo estas dos premisas, sin relacionar a Dios como custodio de la bondad y al demonio como proporcionador de la maldad.

Sobre esta posición muchos han sido los autores que han escrito, pero la mayoría de la gente quizá no tan involucrada en estudios profundos de psicología, sociología, filosofía o alguna ciencia a fin, tendemos a cuadrar las calificaciones que damos acerca de alguien o algo simplemente bajo la óptica de lo bueno o lo malo, dejando de lado las situaciones de fondo que pueden llegar a influir de manera directa en el resultado de esa calificación.

Decir que el hombre es un cordero, es afirmar que el hombre tiene una primera apariencia de bondad, de belleza, que tiende por su propia naturaleza hacia lo bueno, lo bello y lo justo, pero la pregunta entonces sería: Si las virtudes antes señaladas se consideran suficientes para proporcionar la estabilidad del hombre y la tan anhelada felicidad, ¿por qué entonces decide el hombre despojarse de esa apariencia?, ¿cuándo o que circunstancias obligan al hombre a convertirse en un lobo?... las respuestas de igual manera pudieran ser variadas. Por el contrario, decir que el hombre es un lobo, es afirmar que el hombre esta predispuesto a la maldad, por que dentro de su corazón existe el amor mal entendido hacia su sola persona, razón que lo lleva a actuar con total egoísmo, y bien sabido es que si la praxis del amor es el servicio, la praxis del egoísmo es la destrucción.

En mi opinión, aceptando con toda honestidad una fundamentación totalmente religiosa pues es mi principio de vida, pienso que Dios al formarnos a su imagen y semejanza, nos hizo de tal manera que tuviéramos un corazón orientado a lo bueno, lo bello, lo verdadero y lo justo, pues somos su más grande creación, pero Dios mismo sabía que no podía apoderarse del hombre, porque cuando hacemos nuestra una obra, la acabamos por destruir, de tal suerte que le concedió al hombre la libertad de poder decidir su comportamiento, razón que avalo, pues creo que si no tuviera el hombre pasiones que dominar, entonces estaría muy lejos de ser considerado un ser humano, más bien seríamos deidades. Es hasta ese momento donde el hombre al tener la capacidad de decidir, hace mal uso de su libertad, porque tiene pasiones y miserias humanas que no le permiten considerar todas las consecuencias de sus actos.

Sostengo que si bien es cierto que el hombre nace con un corazón de cordero, tiene dentro del mismo, instinto de lobo, que no duda en dejar salir en cuanto ve amenazada su vida, sus cosas, sus propiedades, las personas y los afectos de los que se apodera para tratar de fortalecer sus debilidades.

El hombre durante toda su existencia ha vivido en una lucha incesable por alcanzar la felicidad, la estabilidad económica, emocional, la paz espiritual, entre otros factores que determinan su buena vida, pero paradójicamente se han olvidado de vivir con bondad y se han dedicado a disfrutar la vida buena, con todos los excesos que ella conlleva, confundiendo en esta búsqueda todas aquellas cosas que se le asemejen por lo menos a algo de lo deseado. Sucede que cuando el hombre siente que ha pagado la cuota o el precio de lo que anhela y no logra obtenerlo, entonces se desata en su interior un cúmulo de sentimientos negativos, que van destruyendo su inclinación hacia el bien. Razones por las cuales prefiere dejar atrás la vestimenta de cordero y entonces exigir de la vida pague la deuda de lo deseado, envistiéndose en un agresivo traje de lobo.

Uno de los principales problemas del hombre, y que coincido con el autor, es su incapacidad para tomar decisiones oportunas, y para mantenerse en lo elegido. El hombre no es constante y no entrena su capacidad de elección. A decir de Pablo de Tarso, en una de las cartas contenidas en el conocido libro de la Biblia, haciendo un análisis de la conducta del hombre llega a firmar que éste tiene un alma concuspicente, es decir inclinada hacia la maldad, por lo que frecuentemente hace el mal que no desea y el bien lo posterga, situación que lo abate terriblemente, al grado de perder la noción de lo bueno y ante su debilidad, sucumbir hacia lo malo.

El hombre le gusta la vida fácil, por eso no se esfuerza, el hombre tiene sed de poder, por eso se somete a quienes lo tienen, por su incapacidad para ser auténticos y arriesgarlo todo por aquello que se quiere. El hombre camina por la vida con una bandera que lo hace airarse como “aquel que todo lo merece”, pero detrás de todas estas actitudes, no se encuentra otro que no sea un hombre egoísta y el egoísmo aniquila al amor.

El egoísmo es la raíz de toda la maldad, es el gestador de todas las conductas destructivas de los seres humanos. Desde los tiempos remotos sabemos que la historia del hombre se escribió en medio de evidentes manifestaciones de violencia, en donde casi siempre termino por doblegar su voluntad a la equivoca de algún tercero en pleno abuso de su poder. Confirmando que “el hombre ordinario, con poder extraordinario es el principal peligro para la humanidad y no el malvado o el sádico”.

De esta forma nos ha quedado claro que los seres humanos tenemos una predisposición hacia el mal, tal y como por genética de algún familiar tal persona pudiese desarrollar alguna enfermedad crónico degenerativa, pero que, sabedor de tal situación busca evitar a toda costa dicho padecimiento.

El mal está sembrado en el corazón del hombre, por lo que teniendo pleno conocimiento de ello, es necesario que aprendamos a educar nuestro temperamento, para poder así dominar y controlar nuestras emociones y entonces reaccionar de manera adecuada ante las distintas situaciones que desequilibran nuestro entorno. Es decir, podamos entonces actuar con total libertad.

Erich Fromm señaló tres caminos de escape de la libertad:

1. El autoritarismo (sea sometiéndose al poder de otros, o siendo autoritarios),

2. El conformismo (la sumisión a la corriente, a la masa), y

3. La destructividad (tanto

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