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El Corazon Del Hombre

mickeroock9 de Octubre de 2014

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Resumen Capitulo 1

El hombre, ¿lobo o cordero?

Tal como Erich Fromm señala, muchas personas creen que los hombres pueden ser corderos y otros que pueden ser lobos, aquellos señalados como corderos se les induce fácilmente a hacer lo que se les dice, aunque sea perjudicial para ellos mismos; aunque parece que la mayoría de los hombres son sugestionables, probablemente dispuestos a rendir su voluntad a aquellos que hablan de forma amenazadora o también dulce para persuadir. Existe la creencia que aquellos considerados como corderos necesitan jefes que tomen decisiones por ellos, ello ha dado lugar a que los jefes se convenzan de que cumplían un deber moral.

Ahora, la historia del hombre se escribió con sangre, porque incluye violencia constante, las guerras, asesinatos, violaciones, los exterminios de Hitler y Stalin. Todos estos hechos llevaron a pensadores como Hobbes a la conclusión de que el hombre es un lobo para el hombre y a muchos de nosotros pensar que el hombre es maligno y destructor por naturaleza, que quizá la mayor parte de los hombres sean lobos disfrazados de corderos y que nuestra verdadera naturaleza salga cuando ya no tengamos inhibiciones.

Podría haber más explicaciones acerca de esta disputa en la que hombres son considerados como corderos y otros como lobos, podría ser que existan una minoría de lobos que vivan entre una mayoría de corderos; que los corderos podrían obedecer, no porque lo gocen, sino porque quieren imitar y que los matadores tengan que inventar excusas sobre la nobleza de lo que hagan para lograr que los corderos actúen como los lobos. Quizá, a fin de cuentas el dilema podría ser erróneo y el hombre podría ser lobo y cordero a la vez o simplemente ninguno de estos.

En algunas menciones históricas por ejemplo, según el antiguo testamento es que el hombre tiene las dos capacidades, el bien y el mal, solo que tiene que elegir, Dios no interviene y solo presta ayuda enviando mensajeros, profetas, etc. Mientras que en la ilustración se sostenía que toda maldad del hombre, era resultado de las circunstancias, y por ello el hombre no tenía libertad de elegir, por ello si se cambian las circunstancias que producen el mal, se manifestara casi automáticamente la bondad original del hombre.

En cuanto a la cuestión de que la guerra es consecuencia de la capacidad destructora de la naturaleza humana, es irrealista; porque estas son consecuencia de las decisiones de líderes políticos o militares para adquirir territorio, para defensas reales o supuestas o para ganar prestigio. Estos hombres no son diferentes al hombre ordinario, son egoístas, con poca capacidad para renunciar a las ventajas personales en beneficio de otros, pero no son crueles ni malignos, estos hombres en la vida ordinaria probablemente harían mas bien que el mal, pero llegan a puestos de poder y es cuando pueden causar inmensos daños.

Importante a resaltar, el hombre ordinario con poder extraordinario es el principal peligro para la humanidad y no el malvado o sádico, se necesitan las pasiones del odio, de la indignación, destrucción y miedo para hacer que otros se conviertan en asesinos, estas condiciones son necesarias para desencadenar la guerra, no sus causas. Erich Fromm menciona tres fenómenos que en su opinión constituyen la base de la forma más maligna y peligrosa de la orientación humana, que son el amor a la muerte, el narcisismo maligno y la fijación simbiótico-incestuosa, que al combinarse forman el síndrome de decadencia, el que mueve al hombre a destruir por el gusto de destrucción y a odiar por el gusto de odiar, lo contrario al síndrome de crecimiento y solo en una minoría de hombres aparece plenamente desarrollado uno u otro de los síndromes, pero a pesar de esto es innegable que cada individuo avanza en la dirección que ha elegido.

Resumen Capitulo 2

Diferentes formas de violencia

Se señalan varios tipos de violencia, útiles para el conocimiento de las formas de destructividad gravemente patológicas y malignas.

La forma más normal y no patológica es la violencia lúdica o juguetona, en ella la violencia se ejercita para ostentar destreza, no para destruir y puede encontrarse en muchos casos, desde los juegos guerreros hasta el arte de la esgrima. En estos casos se encontraría con frecuencia agresión e impulso destructor inconscientes ocultos detrás de los juegos. Aun así la motivación principal en este tipo de violencia es el despliegue de destreza y no la destructividad.

También existe la violencia reactiva, se entiende aquella que se emplea en la defensa de la vida, de la libertad, de la dignidad, de la propiedad, de uno o de los otros. Tiene sus raíces en el miedo, y quizá por ello sea la forma más frecuente de violencia, ahora su finalidad es la conservación y no la destrucción; y también importante evitar el daño que amenaza, por esta razón dicha violencia sirve a la función biológica de la supervivencia. Con frecuencia la sensación de estar amenazado y la violencia reactiva que resulta, no se basan en la realidad, sino en la manipulación de la mente humana, jefes políticos y religiosos persuaden a las personas de que están amenazados y así provocan la respuesta. Otro ejemplo será el que una guerra agresiva se disfrace de guerra defensiva, esta persuasión depende sobre todo de la falta de pensamiento y sentimiento independientes y de la dependencia emocional de la mayoría de la gente respecto de sus líderes políticos; la gente que se siente amenazada, está dispuesta a matar y destruir para defenderse.

Otro aspecto de la violencia reactiva es el tipo de violencia que se produce por frustración, que se encuentra en niños, adultos o animales cuando se frustra un deseo o una necesidad y no por el gusto de destrucción. Con la agresión resultante de la frustración se relaciona la hostilidad producida por la envidia y los celos.

Está también la violencia vengativa, en ella, el daño ya ha sido hecho, y por lo tanto la violencia no tiene función defensiva, sino de anular mágicamente lo que realmente se hizo; esta se halla en individuos y en grupos primitivos y civilizados. La persona madura y productiva es menos impulsada por el deseo de venganza que la persona neurótica que encuentra dificultades para vivir independientemente y con plenitud. En psicopatología grave, la venganza se convierte en el fin predominante de la vida, ya que sin venganza amenazan hundirse no solo la estimación de sí mismo, sino el sentido del yo y de identidad. Así, las clases medias bajas son el foco de sentimientos de venganza, así como lo son de sentimientos raciales y nacionalistas.

Muy relacionado a la violencia vengativa, está una fuente de destructividad debida al quebrantamiento de la fe, más frecuente en la vida del niño. El niño empieza la vida con fe en la bondad, en el amor, en el seno materno, esta puede ser en el padre, en la madre, en el abuelo o como fe en Dios. Ahora, después hay un quebrantamiento de la fe, a una edad más avanzada, al ser traicionado por un amigo, amante o líder religioso en quien confiaba; posteriormente muchas veces el individuo vence la desesperación por haber perdido la fe en la vida con la persecución de objetivos mundanos: dinero, poder o prestigio.

Sin embargo, el individuo profundamente engañado y desilusionado puede también empezar a odiar la vida. Si no hay nada en que creer, y si la fe en la bondad y justicia son una ilusión, entonces la vida se hace odiosa, la vida es mala, los hombres son malos. El creyente y amante de la vida se convertirá en un destructor; esta es la destructividad de la desesperación.

Erich Fromm entiende por violencia compensadora la que es sustituta de la actividad productora en una persona impotente. En cuanto a la impotencia, el hombre no puede tolerar la pasividad absoluta, se siente impulsado a dejar su huella en el mundo, transformar y cambiar. Si por ciertos motivos de debilidad, angustia e impotencia el individuo no puede actuar, sufre, entonces el hombre no puede aceptar el estado de impotencia total sin intentar establecer su capacidad para actuar, pero ¿Cómo hacerlo? Pues un modo es someterse a una persona o grupo con poder, e identificarse con ellos, otro es la capacidad de hombre para destruir.

Crear vida es trascender, pero destruir la vida también es trascender y escapar al insoportable sentimiento de la pasividad total.

Destruir la vida requiere solo de una cualidad: el uso de la fuerza; el individuo impotente, si tiene una pistola o un cuchillo, puede trascender la vida destruyéndola. La violencia compensadora es precisamente la que tiene sus raíces en la impotencia y que la compensa. El individuo no puede crear, quiere destruir, creando y destruyendo, trasciende su papel como mera criatura.

Estrechamente con la violencia compensadora está el impulso hacia el control competo y absoluto sobre un ser vivo, esto es la esencia del sadismo, y su impulso esencial es tener un domino completo hacia otra persona, convertirla en un objeto desvalido de nuestra voluntad, ser su dios, humillarla, esclavizarla, hacerla sufrir. El único remedio para la destructividad compensadora es desarrollar en el hombre un potencial creador, desarrollar su capacidad para hacer uso productivo de sus facultades humanas.

La violencia compensadora pues, no está al servicio de la vida como la violencia reactiva, sino que es el sustituto patológico de la vida, indica la invalidez y la vaciedad de la vida.

Tenemos un último tipo de violencia: la sed de sangre arcaica, esta, no es la violencia del impotente, es la sed de sangre del hombre que aún está completamente envuelto en su vínculo con la naturaleza. Es la pasión de matar como un modo de trascender

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