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EL LABERINTO DE LA SOLEDAD, REPORTE DE LECTURA


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2020  •  Ensayos  •  2.789 Palabras (12 Páginas)  •  2.157 Visitas

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EL LABERINTO DE LA SOLEDAD, REPORTE DE LECTURA.

Este libro, creo yo es más un “ensayo” que ayuda al lector a comprender y reflexionar sobre la cultura del mexicano, narrado por episodios claves de la historia que van desde la conquista, la llegar al siglo XX; básicamente, es un libro que intenta descifrar la identidad de los mexicanos y analiza la sociedad mexicana sobre la base de su historia, sus relaciones con otras culturas. Me gustaría exponer lo que entendí de cada uno de sus capítulos. Octavio Paz publicó El laberinto de la soledad por primera vez en el año 1950. Este, que fue su primer libro de ensayos, sufrió algunas modificaciones a partir de 1959, cuando fue lanzada la segunda edición. En su primera edición, el libro constaba de los primeros siete capítulos, y el octavo era solo el apéndice. Desde su segunda edición, el apéndice "Nuestros días" fue incorporado como octavo capítulo.

A continuación, analizaremos en detalle, capítulo a capítulo, cada uno de los principales planteamientos de Octavio Paz en El laberinto de la soledad.

El pachuco y otros extremos (capítulo 1)

Resulta interesante que Paz sitúe su primer acercamiento a la identidad mexicana fuera de las fronteras de México, en Los Ángeles. Para la década de 1950, en esta ciudad existía un grupo cultural conocido como "pachucos", bandas de jóvenes, casi siempre mexicanos, con un deseo manifiesto de ser distintos, tanto a su origen como a la cultura de acogida. Para paz, el pachuco pretendía infundir miedo en busca de la auto humillación, su voluntad era la de no ser. Así, el pachuco resulta ideal para la imagen que acompañará todo el libro: la soledad mexicana nace del sentimiento de haber sido arrancado, dice Paz. Por tanto, la tesis fundamental será que la historia de México es la búsqueda de esa filiación, la búsqueda del vínculo o del origen, de cuya pérdida deriva su soledad esencial.

Paz se pregunta: ¿qué hace diferentes a los mexicanos? ¿Qué la diferencia de los estadounidenses? El vecino del norte le resultaba a Octavio Paz confiado en el futuro; luchaba por sus ideales a través del perfeccionamiento del sistema y no de la invención; partía de un optimismo que negaba la realidad, gustaba de historias de policías y de hadas, gustaba comprender y regodearse en el humor. Eran, al menos hasta la Segunda Guerra Mundial, crédulos.

Explica la crisis de identidad por la que el mexicano inevitablemente atraviesa, ya que la cultura mexicana ha sido fundamentada en las creencias propias de los conquistadores españoles, entonces ¿Qué tan mexicano es el mexicano? ¿Qué tradiciones y costumbres se originan de nuestros antepasados prehispánicos?

Sumando a estas interrogantes, se encuentra el hecho que percibimos que parte de nuestro territorio fue robada por extranjeros, dejando en los habitantes de México un sentimiento de “venganza” y “vergüenza”, pues su tierra, una vez más, pertenecía (y ahora definitivamente) a extranjeros.

Máscaras mexicanas (capítulo 2)

En este capítulo, se hace reflexión sobre las actitudes de autodefensa, que funcionan como “máscaras” que ocultan la realidad. En México el mostrar los sentimientos es percibido como debilidad (especialmente en el género masculino), pero, por otra parte, se muestra la idea de que de la mujer se espera el recato, la sencillez, el cuidado y la buena cocina (por dar algún ejemplo).

Paz reflexiona sobre las actitudes de autodefensa, resignación e ironía mexicanas que funcionan como máscaras que ocultan la realidad. Así, establece: el mexicano es cerrado. En esta cultura, abrirse, mostrarse, es percibido como debilidad y traición. Octavio Paz piensa que esto es visible en expresiones del lenguaje como "no te rajes", una máxima mexicana: "Rajarse" es 'abrirse', es mostrar lo que se lleva dentro, es estar al alcance de la penetración, de la invasión, del ultraje, de la violación. Por eso, Paz relaciona el carácter cerrado del mexicano con el machismo reinante, ya que después de todo la mujer es, pues, imagen de la raja que nunca se cierra. La mujer es lo abierto por naturaleza. Abrirse es "venderse", dice Paz. El pudor es así una máscara que protege la intimidad. Si del hombre se espera la reserva, de la mujer se espera el recato. El cuerpo "muestra" el ser. La relación con el homosexualismo y el machismo en México dará otra pista: ejercerlo no es otra cosa que "rajarse", abrirse, pero, a pesar de ello, resulta válido ser el que "raja" al otro, el que lo "abre".

Todo son máscaras: la simulación, la disimulación propia y disimulación del otro, el ninguneo y, finalmente, el silencio. Son mecanismos defensivos, no ofensivos. Esa es la lucha mexicana.

Todos los santos, día de muertos (capítulo 3)

Nuestras canciones, refranes, fiestas, y reflexiones populares expresan que la muerte no nos asusta, ya que morir es natural y hasta deseable en algún punto de la visa; incluso puedo decir que tenemos una cierta indiferencia ante la muerte: en México se mata a otro porque la vida en sí, carece de valor. [pic 1]

También Octavio Paz menciona que los mexicanos buscamos un pretexto para interrumpir la marcha del tiempo y para festejar además de utilizar las fiestas para divertirse las utiliza como una forma de expresarse y hacer como si nada fuera verdad, crear sus sueños, burlarse de instituciones, etc., quizá esto funcione para darse un descanso de la realidad de nuestro entorno.

No debe extrañar que el mexicano guste de las fiestas públicas. Estas son canales de purificación por medio del caos, momentos excepcionales en los que la gente puede abrirse, "rajarse". La fiesta permite la expresión, y, según Paz, expresarse es romper con uno mismo. La fiesta permite que por un día sea exhibido aquello que la cultura cotidiana impide. Ese es el lugar del día de muertos o de la fiesta del grito. La cultura mexicana de la fiesta es un culto a la muerte que Octavio Paz observa como símbolo de una venganza contra la vida. Las representaciones populares de la muerte son abordadas por el autor como símbolos de la insignificancia de la vida humana.

Los hijos de la Malinche (capítulo 4)

 Se habla del hermetismo del mexicano, de cómo su identidad resulta contradictoria para otras culturas y cómo la figura materna tiene gran peso en una cultura machista. También habla sobre una figura que hasta ahora no me había puesto a descifrar: La Chingada. Pero: ¿quién es la Chingada? No es casualidad que la figura materna, sea el blanco de la agresión. La Chingada es el resultado del conquistador   robando a la mujer indígena. Sin embargo, los hijos de la Chingada son los otros, los “no mexicanos”, los que no sienten ese patriotismo cada 15 de septiembre, los malinchistas. El capitalismo y su relación con México es una de las preocupaciones de Paz. Según el autor, el capitalismo representa el despojo de lo humano al reducirlo a mera fuerza de trabajo. El capitalismo irrumpe en la sociedad y transforma el orden y los símbolos en utilidad y utilidades.

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