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Ensayo De Filosofía


Enviado por   •  14 de Enero de 2012  •  2.230 Palabras (9 Páginas)  •  746 Visitas

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Antes de abordar el tema de la estética, se hace necesario, definir el concepto a investigar, pues por su transversalidad se hace difícil de delimitar.

Al hablar del término estética, nos referimos a la disciplina teórica, plural y abierta que persigue dotar de sentido y sensibilidad a toda ciencia, teoría o tema que atañe, en nuestro caso, haremos alusión en todo momento a lo filosófico, lo educativo y por ende lo pedagógico y lo social.

Para reflexionar acerca de la conexión entre estética y ciudadanía o del ciudadano “estético”, se hace necesario estudiar el bagaje histórico así como su transformación conceptual (si la hubiera) a lo largo de la historia del ser humano, por tanto haremos un breve repaso histórico, conceptual y contextual.

La etimología estética se refiere sólo a lo sensible. Según Baumgarten la estética no puede reducirse a las reglas para producir la obra de arte. La estética es una ciencia del conocimiento sensible y por lo tanto gnoseología inferior puesto que se ocupa de una facultad cognoscitiva inferior.

El hombre no sólo se reduce al conocimiento científico ya que hay también conocimiento de lo sensible. Este conocimiento es autónomo y no es un escalón inferior e instrumental para el conocimiento científico. El término, pues, no se refiere a la belleza en sí sino a un aspecto del vivir humano.

Historia estética dividida en tres estadios históricos:

1. Gestación: dos milenios de pensamiento en Occidente. Saber referente a belleza y arte como parte integrante de una metafísica o una antropología deducido dogmáticamente dentro de un sistema general filosófico. Esta época dura desde Sócrates hasta Baugmarten, pasando por Platón, Aristóteles, Plotino, San Agustín, Sto Tomás, etc.

2. Fase idealista y crítica: nacimiento de la estética. La filosofía moderna, empezada con Descartes entra por la vía del relativismo y el subjetivismo. Nace la estética como ciencia autónoma.

3. Fase de la era positivista: desde el último tercio del siglo XIX hasta nuestros días, corresponde al crecimiento, difícil y problemático de la estética. La crisis contemporánea de la metafísica y de la filosofía y el desarrollo de las ciencias empíricas crean un ambiente poco propicio para el desarrollo de una ciencia naciente de la filosofía. En general, los estetas actuales intentan edificar, “desde abajo”, fundándose en hechos empíricos y procediendo inductivamente sobre aportaciones de la ciencia positiva.

Este ensayo constituiría una vuelta a la experiencia estética como forma de educación para la ciudadanía, nacida del claro problema por el que atraviesa el concepto y entendiéndolo como “una forma de ser para saber estar” en la sociedad en la que nos ha tocado vivir, poniendo en juego tanto el sentimiento como el entendimiento; pues nos gustaría transmitir este término como el fenómeno del saber estar en y con los demás, una educación en lo que Burke denominó “las virtudes amables de la convivencia”.

Creemos el objetivo de la educación estética es encontrarse a sí mismo el sujeto desde su propia individualidad, para ser socialmente útil. Por tanto el término iría desde lo útil, a través de lo verdadero y hacia lo bello.

¿En qué consiste lo bello? Es necesaria esta pregunta en nuestro ensayo, pero por otro lado, quizás la dejemos sin respuesta, porque tal como decía Sócrates: “todas las cosas bellas son difíciles.”

En la estética, los temas ofrecen una variedad específica desconcertante. La conciencia cada vez más viva de este carácter polifacético de la estética le ha conducido a un estado de crisis.

La poética clásica se apoyó en el platonismo para concebir una estética excesivamente normativa, fundada sobre el principio de que hay una idea o esencia de lo bello.

El platonismo no se equivocaba al pretender la universalidad de las ideas, y concretamente de la idea de lo bello; como más tarde lo pretenderá Kant al sostener la universalidad del juicio de gusto.

La estética puede muy bien ser una ciencia sin carácter normativo.

Para entender la estética de un modo personal, empecemos por aquello que, espontáneamente y a priori, se nos presenta como lo más inmediato: nuestra propia vivencia; la experiencia estética vivida por nosotros mismos.

El goce estético está inseparablemente unido a los sentidos. Esta fusión de lo sensible y lo inteligible es un rasgo esencial de la percepción estética.

Lo bello que aprehendemos con nuestra contemplación no lo aprehendemos como objeto de apetito. El goce no ha nacido como satisfacción de un deseo, sino que esa actitud de mi yo, reducido a “puro sujeto contemplativo” hace de la contemplación estética una disposición respetuosa y reverente en relación al objeto; según Platón hay bienes que son deseables por sí mismos, no por lo que se puede sacar de ellos.

Si la actividad estética es considerada generalmente como una de las que más influyen en la conformación integral del hombre, es porque emoción y comprensión intervienen al mismo tiempo.

La estética contemporánea tiende a considerar como objeto privilegiado de su atención el mundo del arte, entonces entendemos que la labor artística no es de todos: ¿se requieren entonces dotes extraordinarias para alcanzar la realidad estética? ¿El artista es un ser excepcional?

Comenzamos a partir de esta pregunta a abordar el tema de nuestro ensayo: la dimensión estética de la educación, para demostrar que a través de la educación estética y la estimulación temprana del talento natural de los/as niños/as, la labor artística deja de estar en manos de unos pocos, para extenderse a todos los individuos, a través de un largo y complejo trabajo con sus emociones, sentimientos, sensibilidad, inteligencia, etc.

Así creemos que para lograr que la educación estética llegue a todos debe darse una transformación de la sociedad a través del sistema educativo.

Una idea central de esta reforma educativa es la educación integral de todas las capacidades humanas, no sólo de las intelectuales, sino también de las emotivas, morales, sociales, etc., capacidades ausentes en la formación de los/as niños/as y jóvenes en la actualidad. La educación se caracteriza por su tecnicismo, por la reducción de las personas a evaluaciones tradicionales y superficiales, que solo valoran la memorización de contenidos totalmente desvinculados de los intereses del alumnado. No podemos guiar a las personas sólo a través de la razón, sino a través de los sentimientos, ya que es la única manera a través de la cual se puede terminar

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