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Escuelas Normales


Enviado por   •  16 de Septiembre de 2014  •  2.196 Palabras (9 Páginas)  •  189 Visitas

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086. ¿Para que sirven las Escuelas Normales?

Septiembre 6, 2008 | Por norojor | # Enlace permanente |

¿Para qué sirven las “escuelas normales”? Demasiado ancladas en el pasado y en los recuerdos de sus momentos gloriosos han eludido toda búsqueda de porvenir. Parecen atrincherarse para defender lo que fueron mas que sumar esfuerzos para definir lo que deben recuperar o producir para darle contenido y sentido a la gloria, las palabras y los recuerdos.

01. ¿Por que Escuela “Normales”? Sabemos que los nombres refieren conceptos y que acostumbramiento al uso suelen quitarse contenido semántico a los términos mas significativos. Más allá de la figura de Sarmiento y de las maestras sarmientinas debidamente homenajeadas, queremos detenernos en esa creación esencial para la educación moderna. Desde los originales Seminarios Pedagógicos prusianos del finales del siglo XVIII (que no fueron mas que apropiación del término y del modelo de seminario, como ámbito propicio para el crecimiento de las semillas, y aplicado la formación de los ministros religiosos), las Escuelas Normales – difundidas rápidamente en Europa y en EEUU – representaron la posibilidad de hacer efectivo el ideal de Comenio de enseñar, con maestros y métodos especializados, todo a todos.

02. En este sentido las escuelas normales representaban el establecimiento de una “norma”, de un patrón de normalidad pedagógica que – con la lógica de una razón instrumental y positivista – privilegiaba lo establecido y debidamente probado por sobre la originalidad y la creatividad. Lo experimentado, lo científico, lo metodológicamente implementado – tanto en educación como en salud y otras áreas – debía ser el modelo único a seguir, porque la idea de ortopedia social atravesaba los proyectos y suponía que la homogenización de contenidos, metodología, educadores, edificios, aulas y alumnos era la única manera de enseñar, como también había una única manera de promover la higiene y curar las enfermedades en los hospitales, o de disciplinar a los díscolos en las cárceles y preparar los soldados para la guerra.

03. Pero complementariamente, la Escuela “normal” remitía también a una categoría propia de mediados del siglo XIX, en donde lo normal, lo recto, lo establecido, lo correcto, lo culturalmente concebido y socialmente establecido se oponía a lo a-normal, lo patológico, lo aberrante, lo bárbaro, lo incivilizado. Y la escuela (universal y obligatoria) aunque debía ocuparse de todos, en los hechos, restringía su universalidad a los normales (una discutida categoría histórica), a aquellos que tenían desarrollada y probada su capacidad de atender, de aprender, de disciplinarse, de integrarse a un grupo, de lograr en años calendarios y en grados sucesivos – a través de la enseñanza homogénea, única, frontal y simultánea – los conocimientos y el disciplinamiento requeridos por la sociedad.

Una Escuela Normal era, en suma, un cruce de normalidades: establecer la norma, demarcar los patrones, aplicar las reglas, trabajar con los normales e implantar pautas de normalidad entre los futuros ciudadanos en una sociedad en construcción.

04. La idea soporte era que solamente con una formación uniforme de verdaderos maestros, se podía llegar a una educación universal, obligatoria y por eso mismo gratuita. Las escuelas normales tuvieron ese sello identificatorio: crear la identidad del docente, del maestro que pasaba por sus aulas para aprender de qué manera se podía lograr la educación de todos en el tiempo establecido y en las escuelas creadas. Con variados formatos y numerosas transformaciones y también con dificultades, estas escuelas pioneras cumplieron con ese rol hasta 1969. Porque a partir de allí asumieron otra estructura que le dio un carácter distinto a la institución en general y a la formación de los maestros en particular.

05. En este sentido es bueno destacar el carácter distintivo y específico, el sello propio de las Escuelas Normales, aquello que justificó su origen glorioso y el histórico desarrollo durante mas de 130 años: las Escuelas Normales no estaban sólo para brindar una excelente educación, ofrecer un lugar especial para la educación femenina, disponer de edificios cuidadosamente construidos (la arquitectura escolar de inspiración sarmientina, hizo de las escuelas normales un referente arquitectónico objeto de numerosos estudios por la belleza, la funcionalidad y la presencia en el entorno) y ser un lugar elegido por las mejores familias para la educación de sus hijos. Las Escuelas Normales reunían en su seno no solo la formación de los maestros (como una de las orientaciones del nivel medio o secundario) sino la ineludible “escuela de aplicación”: su escuela primaria – creada para tal fin – se caracterizaba por la excelencia de sus docentes, la calidad de su educación, el rigor de su disciplina, el alto nivel de las metodologías de enseñanza y los aprendizajes que lograba. Solamente con un departamento de aplicación – en el que su Regente era la persona clave que articulaba la teoría con la práctica, los saberes de los libros con los dictados de la realidad – era posible educar a los futuros docentes. Quienes se formaban en el Magisterio, no solo tenían un profesor que los guiaba en sus prácticas, sino una multitud de agentes que los acompañaban e intervenían en el proceso formativo. [1]

06. Cabe mencionar, al respecto, que la conocida etapa de las “observaciones” era una experiencia clave, porque el futuro maestro, sin salir de la escuela concurría a las aulas del nivel primario y observando a los maestros dar sus clases habituales aprendían directamente lo que debían enseñar, uniendo los contenidos necesarios, la metodología para hacerlo, los problemas de aprendizajes, el control de los grupos, el manejo de la disciplina, las actitudes de un buen docente: en suma, se apropiaban de las aptitudes esenciales. Recreaban – así – la prehistoria de las escuelas normales porque los precitados seminarios no eran mas que encuentros intensivos en los que los interesados en ejercer como maestros participaban de encuentros en los que un referente con experiencia articulaba los principios de la naciente pedagogía con la práctica con alumnos reales: se trataba de aprender – como en todos los oficios – observando las buenas prácticas de los expertos.

07. Cuando se crearon los CURSOS DEL PROFESORADO la Escuela Normal también convertía a su nivel medio en un nuevo y necesario “curso de aplicación”, porque en localidades en las que nos abundaban las escuelas secundarias, era oportuno aprovechar la presencia de los docentes y los alumnos de la institución. Pero ya – en este nivel – no se replicaron los mecanismos de formación y

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