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Evaluacion Educativa


Enviado por   •  21 de Junio de 2013  •  6.052 Palabras (25 Páginas)  •  539 Visitas

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CAPITULO IV – UNA MISIÓN REVOLUCIONARIA PARA LA ESCUELA: BALUARTE DE LA RESISTENCIA DE LO HUMANO.

En este capítulo el autor empieza comentando acerca de los cambios que propone la sociedad en convertir a las escuelas, en talleres de entrenamiento laborales enseñando lo útil, en laboratorios de modernas tecnologías; estos cambios planteados podrías terminar con la escuela tal como la habíamos conocido .La amenaza de convertir las escuelas, terminarían perdiendo el respeto por el conocimiento.

Resulta importante definir ¿para que esta la escuela?, y que servicios nos presta.

Neil Postman señala “es como si construyéramos una nación de técnicos, consumidos por nuestra capacidad en él cómo hacer algo, pero temerosos o incapaces de pensar que se debe hacer.”

Después de esto nos cuestionamos ¿para qué educar? Según Randy Sparkman, tecnólogo Estado Unidense dice:”educar” es necesario para ayudar a nuestros niños a alcanzar su máximo potencial, no solo como seres económicos sino, fundamentalmente, como seres humanos”.

La implicancia de la nueva tecnología, no ha cambiado la naturaleza esencial del hombre, seguimos siendo discutidores, sociales, orientados hacia el trabajo y regidos por el espíritu. Las habilidades “básicas” son las que permitirían progresar a las personas.

Sparkman, señala a estas habilidades como dones, que se van pasando de generación en generación, por ejemplo, la habilidad de leer textos y comprenderlos, la capacidad de pensar independientemente, las posibilidades de expresar esas ideas en forma clara y simple.

Pero, ¿cómo transferir esos dones?

Fundamentalmente mediante ejemplos y cultivándolos con disciplina. Esta responsabilidad no abarca solamente a nuestros niños, también alcanza a los padres, empresas, la comunidad, y el gobierno.

Sparkman dice:

“Esta apuesta por las habilidades básicas, no es regresar al pasado. Pero, a medida que las maquinas avancen, serán las habilidades específicamente humanas, aquellas en donde las computadoras fracasan.

La tecnología ocupara un lugar creciente en la vida de la gente, pero el hecho de que un niño juegue a ser ingeniero de sistema, las habilidades básicas requeridas para crear, asimilar y expresar el conocimiento seran esenciales para todas las actividades económicas y sociales.

Dispuestas a proporcionar estas capacidades, la escuela es el último refugio de lo humano. Será uno de los pocos ámbitos que les brindara a los niños, herramientas que les permitirían ser más humanos, comprender el mundo, de reconocer en él un orden y de darle un sentido a la experiencia de vivir”.

William Johnson Cory, profesor de la escuela Eton, en Inglaterra, describió muy bien el propósito de la educación.

“Ustedes no están comprometidos solo en adquirir conocimientos, fundamentalmente, en realizar esfuerzos mentales mientras son sometidos a la crítica. Ustedes asisten a una escuela, no tanto por el conocimiento, sino para adquirir artes y hábitos: el habito de la atención, el arte de la expresión, el arte de asumir de improviso una postura intelectual; van a una gran escuela para desarrollar el gusto, la discriminación, el coraje y la sobriedad mental. Pero, sobre todas las cosas, asisten a una gran escuela para conocerse ustedes mismos”.

De otra perspectiva el académico francés, Marc Fumaroli resume la visión de la escuela.

“La escuela es la llave del futuro de nuestra civilización. Su papel debe ser, contribuir a crear conciencia lingüística, moral e histórica, estas tres formas de conciencia, constituyen el objetivo para la escuela del mañana. En la escuela, la educación debe ir en sentido contrario al “utilitarismo dominante “. Solo así las futuras podrán reaccionar frente a la poderosa maquinaria del conformismo cultural”.

Como señala Marc Fumaroli, la escuela tiene otros tiempos, es una institución contracultura, va contra la cultura predominante, y nos parece bien el ser humano es capaz de hacer otras cosas trascendentes.

Así concebida la escuela, queda como ultimo el ejemplo inspirador de quienes respetan la tarea de conocer y se dedican a ella: los maestros.

El psicólogo G. Ginott dice:

“Yo soy el elemento decisivo en el aula. Es mi actitud personal, la que crea el clima. Poseo un poder tremendo de hacer de la vida de los niños, miserable o feliz.

Es mi respuesta la que decide de una crisis agudizara o apaciguara y un niño se humanizara o deshumanizara.

Muchos problemas de la enseñanza se resolverán en la próxima década. Se crearan nuevos ámbitos de aprendizaje y nuevas formas de instrucción. Unas de las funciones conservadas por el maestro es: crear el clima emocional del aprendizaje. Ninguna maquina, por sofisticada que sea, puede hacer este trabajo”.

En estos párrafos, se puede estimar a lo que apunta el psicólogo G. Ginott, son ellos, los maestros, quienes encierran la clase del aprendizaje; también señala que para futuro, la tecnología no podrá suplantar ningún docente, ya que es el crea un clima emocional del aprendizaje.

También dice que el docente tiene mucha responsabilidad; al igual que señala el filósofo Fernando Savater que explica de esta manera la función trascendente del maestro, y dice:

“Quien pretende educar se convierte en responsable del mundo, por el contrario, si le repugna esta responsabilidad, más vale que no estorbe. Hacerse responsable del mundo, no es aprobarlo tal como es, sino asumirle porque es y porque solo a partir de lo que es puede ser enmendado”.

Neil Postman, señala:

“A pesar de nuestros intentos de convertir la docencia en una ciencia, a pesar de inventar materiales de enseñanza a prueba de maestros, y a pesar de nuestra intención en crear nuevos “currículos relevantes”, un simple hecho hace que todo naufrague. Un estudiante aprende cuando siente que su maestro es una persona autentica, cálida y curiosa. Cuando no lo percibe, no aprende. No hay forma de evitar este simple hecho, aunque personas con orientación tecnológica lo intentemos obstinadamente. Sin embargo en el acto de enseñar no ha introducido una gran diferencia, porque siempre regresa a la superficie. El simple hecho de enseñar es el arte del ser humano y de comunicar esa humanidad a los otros.

Nuestro fracaso en colocar el afecto y la empatía en el centro del proceso educativo dice algo muy grave sobre nosotros mismos, y no pienso que nos

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